agosto 20, 2021

“Se regalan dudas” y el corazón de la amistad

COMPARTIR ARTÍCULO
Compartir en Facebook Tweet Enviar por WhatsApp Enviar por WhatsApp Enviar por email

Por Cindy A. Morales

Ilustración de Alejandra Balaguera

En una conversación entre amigues, los cuestionamientos empiezan a difuminarse, y no porque no tengan cabida ni importancia, sino por todo lo contrario: tomamos las preguntas y las exploramos en todos sus detalles y dimensiones. Y así son las charlas entre Lety Sahagún y Ashley Frangie, las creadoras mexicanas de ‘Se regalan dudas’, uno de los podcast más escuchados en América Latina. En un baile de escucha profunda, motivado por la intención de cuestionarlo todo, comparten y regalan sus dudas a millones de personas desde hace más de 14 años que llevan siendo amigas.

“No nada más por el tiempo que llevamos. Creo que la conexión que tenemos va mucho más profundo. O sea, nunca ni ella ni yo tenemos que hablar y ambas siempre sabemos cuando una está bien, cuando una está mal, cuando una está enojada, triste bla bla. Creo puedo hacerte una lectura de guión todos los días, a todas horas de Ash y ella puede hacer una lectura mía al pie de la letra. Creo que nadie nos conoce mejor que la una a la otra”, dice Lety con desparpajo.

“Nadie. Ni nuestras familias ni las personas que están cercanas a nosotras, nadie, nos conoce mejor”, replica en seguida Ashley, demostrando el hábito que tienen de complementar lo que la otra dice. 

Esas preguntas existenciales que han sido soporte en el proceso que cada una ha llevado para aceptar su vida, pero especialmente transitar la de la otra, eran hasta hace tres años solo parte de la intimidad de su amistad. Su vínculo se tejía por medio de las charlas que tenían cuando vivían en Guadalajara, y luego en Los Ángeles, o a través de cartas que se escribieron durante las temporadas en las que estuvieron separadas, como cuando Ash se fue a Vietnam.

“Mi china: te llamé ayer para contarte que acaba de recorrer Vietnam de norte a sur en una moto de dudosa procedencia. La última vez que me sentí así de libre fue cuando mi mamá me mojaba con la manguera afuera de mi casa llegando de la escuela (…) A veces mientras andamos en moto por Asia me siento tan chiquita, no he visto y siento que no he hecho nada con mi vida. Me la vivo sentada atrás de esta motito recorriendo cientos de kilómetros a la semana, esperando que no sea la última vez que me sienta así de viva. Te amo, Ashley”, le escribió a Lety en 2014.

Así, atravesadas por la curiosidad de Lety y la rigurosidad de Ash, nació este proyecto que ya lleva 74 episodios navegando preguntas existenciales y filosóficas como: ¿Cuándo dejar a un amor? ¿Cómo perdonar? ¿Cómo conectar con quién eres? ¿Es esta la persona que seré por siempre? ¿Existen los buenos y malos?

Sus dudas han conectado genuinamente con un público inquieto, y quizás por ello han conquistado con tantos honores el universo digital dedicado a la escucha: “Lo que más nos ha unido a lo largo de todos estos años, a pesar de ser tan diferentes, son las preguntas. Durante años, las dudas nos empujaron al silencio y nos aislaron. Creíamos que había algo mal con nosotras, que no encajábamos en ningún sistema. No había religión, escuela, familia, amigos, orden político o discurso en el que nos fuera fácil convertirnos en una más del grupo”, explican ambas en el prólogo de su libro, homónimo del podcast.

Quizás por compartir esa sensación de exclusión, su proyecto sonoro está lejos de ser una explicación. Quien llega a ‘Se regalan dudas’ sale con menos respuestas que preguntas, pero con la tranquilidad de compartir las dudas con muchas personas más. Su podcast propone una espiral de inquietudes que crecen y se expanden, tratando encontrar el origen de las preguntas.

“Hay muchas dudas de las que sabemos que no existe una respuesta literalmente en la vida y si antes íbamos apuradas por conocerlas, hoy las vamos explorando conforme pasa la vida. Sentarte en la incertidumbre es parte del proceso: entender que no vas a tener todas las respuestas todo el tiempo y poder abrazar las dudas es muy bonito”, asegura Lety.

Y de nuevo, Ash le sale al paso.

“Nuestra amistad empezó un poco así, por casualidad, y creo que conforme más nos estuvimos hablando y viendo fue más evidente para las dos que no queríamos dejarnos ir. Llegó un punto en el que era claro que eres la persona a la que quiero recurrir por cualquier cosa: amor, familia, amistad, inquietud. Eres tú”.  

Para ello, ambas han tenido que deshacerse de posturas postizas. Con frecuencia se les escucha en los episodios hablar de sus ansiedades, de sus miedos, de lo que pensaban que debían ser y ya aceptaron que no son. Hablan mucho, por ejemplo, de la muerte y esa cosmovisión de culto que tienen los mexicanos hacia morir. La muerte como una forma de honrar la vida, es algo que Lety y Ash tienen metido en el ADN de su amistad.

Ambas han asistido a “pequeñas muertes”, como ellas le llaman, no solo para deshacerse del peso que es el pasado, sino como un tránsito necesario para conocerse mejor. En lugar de un sendero lleno de cempasúchil, Lety y Ash han labrado un camino que siempre las lleva de regreso a la otra con cada palabra, cada conversación y cada silencio dentro y fuera del podcast. Ese viaje plagado de dudas, que incluiría a Mictlán, el inframundo mexicano, al que sin pensarlo cada una iría para preservar la memoria de la otra. 

“Lety ha estado para mí en la muerte de un gran amor. Lety ha estado mucho en la muerte de esta vida pasada que tenía y que me ha tocado destruir para construir la que quiero. Ella ha querido acompañarme a matar todas estas ideas viejas que tenía, toda esta historia familiar que quería sanar y todas esas muertes de ilusiones. Ha estado en la muerte de una carrera, que quise dejar para hacer el podcast. A todos esos entierros ha tenido que venir conmigo. El último funeral que hemos tenido las dos últimamente es el de rendirnos ante quienes somos las dos a los 32 años y el de parar de cambiar ciertas partes de nuestras vidas que ya no van a cambiar y que así van a ser”, sentencia Ashley, antes de añadir: “¡Cuánto pinche funeral hemos tenido, amiga!”

Así que su amistad es también un ofrenda, una garantía de que, si renacieran, sus almas volverían a encontrarse: “Cuando tú puedes mostrarte ante alguien vulnerable, e incluso dejar ver las partes que menos te gustan de ti, esas que tratas de esconder, y esa persona no solo las puede ver, sino que las puede sostener e integrar junto contigo, muchos miedos se disipan en ese momento. Eso es lo que pasa con Ash. Y ella también me ha acompañado a enterrar varias cosas. Creo que todo. Todo lo bonito, lo duro, lo difícil, lo complicado, pero sobre todo ha sido, o hemos sido, inseparables en esta mudanza de piel de quiénes éramos a quienes hoy somos”, afirma Lety.

El futuro feminista que se imaginan estas dos amigas, cómo no, viene cargado de más dudas, pero también de algunas certezas. Como que su plataforma puede servir de megáfono para entender, por ejemplo, que está bien estar mal y que esas inquietudes sobre el sexo, el éxito, el amor, la fe, la belleza y el tiempo pueden volverse más leves cuando se comparten con les demás.  

“No conozco otra forma de relacionarme que no sea dentro del movimiento feminista, creo firmemente que las amistades feministas son la única línea y la única forma de partida que existe”, concluye Ashley.

El futuro también viene con la urgencia de ampliar las voces, identidades y  representaciones, dentro de su proyecto. Ambas son conscientes del privilegio que significa poder tener una audiencia de millones y no tienen interés de tomarse la palabra:  “Hay muchas conversaciones que nos han quedado pendientes y ese es un reto de nuestro proyecto, pero también del feminismo. Creo que el movimiento es entender que todas tenemos la opción de elegir lo que queramos desde el lugar en donde estemos. Y eso tendría que existir sin juicios de una parte o de la otra, que es lo que empieza a pasar, porque en lugar de que todas sumemos al movimiento feminista, empezamos a separarnos. Necesitamos más conversaciones que impulsen al movimiento y nuestro proyecto puede ayudar a ello. Para mí, en resumen, la amistad feminista sería una especie de sororidad”.

Y, entre tantas dudas, la más segura de sus certezas es que siempre estarán juntas. Más que socias y amigas, ambas se han declarado hermanas y compañeras de vida.

COMPARTIR ARTÍCULO
Compartir en Facebook Tweet Enviar por WhatsApp Enviar por WhatsApp Enviar por email
  • Me indigna
    (0)
  • Me moviliza
    (0)
  • Me es útil
    (0)
  • Me informa
    (0)
  • Me es indiferente
    (0)
  • Me entretiene
    (0)

Autor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos relacionados