Esta no es una reseña sobre qué tan feminista o qué tan poco feminista es Pobres Criaturas. Y es que una película de y para Hollywood no tiene cómo serlo, hablamos de un producto cultural pensado para el consumo masivo y desde ahí podemos disfrutarlo (o no) y, por supuesto, comentado, reseñado, analizado, sobreanalizado, cuestionado, etc. Yo me decanté por el disfrute, sobre todo visual, y por las teorías conspirativas. Y es que la historia de Bella Baxter, interpretada por Emma Stone en la nueva película de Yorgos Lanthimos, aunque ficcionada, distópica y surreal, resuena con fuerza en los ecos de la memoria individual y colectiva, en las conversaciones cada vez más frecuentes entre amigas y quizás también en la obra de dos mujeres, madre e hija, que, en su momento, retaron el orden social. Es una historia hollywoodense de libertad y emancipación femenina, llena de paralelos y recovecos inesperados y sí, también del malegaze o mirada masculina del escritor original y de su director.
Si bien la película de Yorgos Lanthimos se basa en la novela homónima del escritor y artista socialista escocés Alasdair Gray, publicada en 1992, es inevitable (y maravilloso) pensar también en la autora inglesa Mary Shelley y recordar que fue una joven de 20 años la que, en 1818, publicó la novela que empezó a escribir a sus 18 sobre un científico atormentado y su creación abominable: Frankenstein; o El Prometeo moderno. En la película de Lanthimos, Godwin Baxter, un cirujano poco ortodoxo, por decir lo menos, regresa a la vida el cuerpo de una mujer (interpretada por la actriz y productora Emma Stone) que había intentado suicidarse. Para hacerlo, Godwin reemplaza el cerebro de la mujer por el del feto que llevaba en su vientre, así que la mujer revivida no tendría memoria ni recuerdos de esa vida a la que ella misma había decidido poner fin. Dejando de lado lo obvio, una criatura traída a la vida por científicos excéntricos y la fantasía de una mujer con cerebro de bebé y el tropo de “Sexy nacida ayer“, la novela de Gray pareciera hacer un par de guiños narrativos a la vida misma de Mary Shelley, además de al mito de Frankenstein, y a la obra de su madre, Mary Wollstonecraft, autora de la Vindicación de los derechos de la mujer (1792). O quizás no y estas sean solo conexiones que quiero hacer deliberadamente, pero igual las haré.
Wollstonecraft, que había intentado ahogarse en el Támesis después de tener a su primera hija y ser rechazada por el padre de esta, murió a los 11 días de dar a luz a su segunda hija, Mary Shelley, quien quedó a cargo de su padre, el filósofo William Godwin, uno de los precursores del anarquismo; sí, Godwin, como el cirujano encargado de devolver a la vida a la protagonista de la novela de Gray y se presenta como un dios creador.
La creación de Godwin es Bella Baxter (interpretada por Emma Stone), una mujer-niña que, a lo largo de la película, aprende a caminar, hablar, comer, pensar, y vivir como mujer en una sociedad que no está diseñada para mujeres educadas en libertad, como ella. “Bella no tiene vergüenza, ni traumas, ni siquiera tiene un pasado. Bella extrae cosas de los hombres que conoce, de las mujeres que conoce, del entorno en el que se encuentra, de lo que come. Es como una esponja”, dice Emma Stone sobre su personaje. Y es que, en la película, el personaje de Bella se presenta casi como un canvas, una esponja, como bien menciona Stone, que absorbe y aprende el mundo a cada sorbo y sin culpas infundadas ni heredadas, un ser humano en proceso y desarrollo que crece rápido y descubre su clítoris y el placer, que explora su sexualidad poniendo en jaque los prejuicios hasta del más “libertino” de los varones.
Por su particular condición, Bella nunca sale de la casa Baxter, donde su desarrollo extraordinario es monitoreado por un estudiante de medicina contratado por Godwin para tal fin. Bella termina comprometida con el susodicho, el único hombre aparte de Godwin que ha conocido en su corta y acelerada nueva vida. Pero la curiosidad de Bella por el mundo exterior y su capacidad lógica, libre de culpas y prejuicios logran burlar a su prometido y convencer a Godwin de poner en pausa el compromiso, mientras ella descubre el mundo y vive su aventura hedonista por Europa, el norte de África y Asia central, junto al abogado libertino Duncan Wedderburn (interpretado por Mark Ruffalo).
Bella se embarca en un viaje de descubrimiento exterior e interior, de máximo goce sexual y de todo tipo de placeres, no se limita, no se rige por normas sociales porque así fue educada. “Socialmente, uno está formateado para preocuparse por agradar a los demás. Ella no piensa en eso” dice Stone. Pero el mundo exterior sí lo piensa y se lo hace saber. A lo largo de su aventura Bella descubre la música, la filosofía, la amistad, el dolor, la injusticia, la compasión, la pobreza, el trabajo remunerado y termina empleándose como trabajadora sexual en Paris. Ella, criada en una burbuja sin roles de género marcados, se relaciona de igual a igual con los hombres que conoce, descubre el poder a través del sexo y eso destruye a Wedderburn, el más libertino de los libertinos, incapaz de soportar tanta libertad sexual e independencia en una mujer, develando finamente el machismo y la misma doble moral que expuso Wollstonecraft a finales del siglo XVIII, mientras planteaba que los hombres acataran las mismas exigencias hechas a las mujeres, incluidas aquellas relacionadas a la sexualidad. Willem Dafoe, quien interpreta a Godwin Baxter, dice sobre la película que “trata del desarrollo y la liberación de una mujer que se cría en una sociedad machista muy represiva. De allí surge gran parte de la comedia porque su relación con los personajes masculinos es muy franca y pone al descubierto el miedo que los hombres les tienen a las mujeres”. ¿Pobres criaturas, quienes?. Y entiendo que este foco en la sexualidad de Bella sea incómodo, y ¿qué película de Lanthimos no lo es?, especialmente para abolicionistas y antiderechos del trabajo sexual, pero también puedo entender esa incomodidad en otras audiencias menos moralistas por la indiscutible mirada masculina que atraviesa el tropo “Sexy nacida ayer”, y es que seguramente, si Bella no fuera hegemónicamente bella y sexy, su desarrollo de personaje quizás no sería el mismo.
Tras descubrir la verdad escabrosa de su origen, Bella termina en manos del que fuera el esposo de Victoria, la mujer que se lanzó al río y cuyo cuerpo habita ella ahora, un hombre posesivo y violento que pretende realizarle una clitoridectomía para aplacarla, porque no hay nada que más amenace los valores patriarcales de la masculinidad hegemónica que una mujer sin límites, LIBRE, pensante, crítica y dueña de su propio goce. En la novela de Gray, a diferencia de la adaptación de Lanthimos, Bella, que además llega a ser cirujana, socialista y sufragista, tiene derecho a réplica y lo usa para refutar esa teoría que la presenta como un cadáver resucitado con la mente de un bebé como una forma de infantilización para castigar su libertad; también es amenazada con una clitoridectomía para “curar su deseo”.
Esas tensiones del cuerpo femenino deseante, con agencia y la puesta en jaque de la mujer como propiedad privada de una figura masculina, que quedan aún más evidenciadas cuando Bella ve su cuerpo como medio de producción, que sin duda van a alterar a más de unx, también recuerdan que aún hay tenemos varias vindicaciones pendientes y un deseo de libertad que sigue, para muchas, coartado por hombres que parecen sacados de novelas de siglos pasados y expectativas efectivamente basadas en libros de siglos pasados.
Y al final, y por encima de cualquier mirada moralista a la película, el libro y el abordaje de la sexualidad de Bella, esa conversación de albedrío, deseo, placer, independencia y libertad de las mujeres sigue siendo la trama cotidiana antagónica de las normas sociales que continúan ejerciendo el control de un corsé sobre el cuerpo de las mujeres y sus relaciones.
La reflexión sobre la película me atrajo bastante y me hace querer leer más sobre Bella Baxter y su liberación. Me encanta ver los lentes morados sobre esta obra.
Me inquieta un poco cómo es retratado el libre albedrío de Bella desde su decisión para prostituirse, porque mi duda es ¿hasta dónde la prostitución nos ofrece a las mujeres ese empoderamiento que necesitamos sobre nuestro cuerpo y nuestra economía? y ¿Hasta dónde significa una sumisión al patriarcado? Porque en su mayoría, los hombres son quienes más consumen cuerpos femeninos.
muy buen análisis