mayo 10, 2023

El sentimiento de culpa en la maternidad: ¿algún día se acaba?

Con la maternidad llega el sentimiento de culpa ¿algún día se acaba?

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Ilustración de Carolina Urueta

“Cada bebé nace con un pan debajo del brazo”, dice la popular frase, pero poco se habla de lo que trae consigo la maternidad, especialmente de ese gran sentimiento de culpa que se intensifica en las mujeres al convertirnos en mamás, al ver salir de nuestro vientre a un ser completamente desconocido, al que jamás hemos visto pero que amamos profundamente y que depende absolutamente de nosotras (aunque en muchas el amor surge después y es muy natural).

Culpabilidad hasta por ir a la ducha y dejar al (a) bebé cinco minutos ‘desatendido (a)’, muchas veces en una silla mecedora frente a la ducha viéndonos mientras nos estregamos y cantamos ‘la vaca Lola’ en modo repetición, o en el mejor de los casos, bañarnos mientras bebé hace la siesta en su cuna mirándola (o) a través de un monitor con el jabón cayéndonos en los ojos.

Ni hablar de la culpa por ir a trabajar y dejarle bajo el cuidado de otra persona, un sentimiento que sigue presente aún si se renuncia al trabajo remunerado para dedicarse al cuidado de nuestros hijos mientras se siente que la vida profesional se queda atrapada en una de las gavetas de los pañales.

Sentimiento de culpa si se le da fórmula o pecho, culpa si se le da papillas o se hace Baby Led Weaning, culpa si se cae, culpa si no se le da libertad para que se caiga, y la lista tiene un infinito de ‘culpa, culpa, por mi gran culpa’.

Paulina García, psicóloga clínica con formación en psicología perinatal y crianza, explica que en general, los sentimientos asociados a la maternidad son muy ambivalentes. ‘Es una experiencia gratificante y agobiante al mismo tiempo, genera sentimientos intensos de alegría y orgullo, así como de tristeza e inseguridad’.

Por su parte la psicóloga clínica Natalia Saldarriaga dice que en parte este sentimiento se debe a que ‘a lo largo de la historia ha sido difícil pensar a la mujer por fuera del mandato de ser madre. Lo cual supone un saber inherente sobre cómo ser mamá’.

¿Hasta cuándo dura la culpa?

“Mi hija tiene más de 40 años y aún me siento culpable cuando veo que sus decisiones no son las que yo creería son correctas, pienso que en algo fallé como mamá”, dice Nubia Castro.

Mientras que Natalia dice que este sentimiento lo ha ido manejando a medida que su hijo crece “trato de dar lo mejor de mi como mamá sin darme tanto látigo”.

Algo en lo que coincide la psicóloga García, “de cierto modo el sentimiento de culpa siempre nos acompaña, pero si va cediendo en la medida en que nos vamos adaptando a la maternidad y nos reconstruimos e integramos como mujeres-madres”.

“Lo importante es que podamos comprender de qué nos está hablando la culpa. No se trata de ignorar este sentimiento o suprimirlo, sino de comprenderlo”, concluye.

El lado positivo de la culpa

La culpa es definida en la RAE como la ‘acción u omisión que provoca un sentimiento de responsabilidad por un daño causado’, un sentimiento que la psicóloga Paulina García dice ‘no podemos satanizar’ porque ‘cuando la reflexionamos, podemos comprender que quizás hay algunas cosas que podemos hacer diferente. La culpa nos invita a hacer reparaciones sobre nuestro comportamiento. La culpa nos conecta. Si no sintiéramos culpa, posiblemente tendríamos un trastorno grave de la personalidad’.

Las ‘mamás perfectas’ de las redes sociales

Las redes sociales están inundadas de ‘mamás perfectas’ que terminan llevando a quienes ven las publicaciones a caer en comparaciones y por ende en la ‘culpa’ por no ser ‘tan dedicada y perfecta’ como aquellas mamás.

Y aunque afortunadamente también hay mamás “reales”, estas algunas veces terminan siendo atacadas por otras mujeres, como fue el caso de Greeicy Rendón, quien tras nacer su hijo dijo escuetamente que “la maternidad era como un callejón sin salida”, y hablaba sin filtros de los sacrificios que genera ser mamá, recibiendo a cambio una serie de ataques de personas que incluso pusieron en duda el amor por  su hijo y hasta le escribieron “se me cayó del pedestal”, como si fuera un tabú decir que la maternidad es tan fascinante como agobiante.

Con esto surge la duda entonces si las personas prefieren ver cuentos de hadas a través de las redes sociales por encima de lo real y humano, sin embargo, un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Missouri y publicado en la revista ‘Computers in Human Behavior’, analizó el impacto de las redes sociales, específicamente de Instagram, en la salud mental de 464 madres con hijos menores de tres años, y encontró que las publicaciones de una maternidad idealizada les generaba niveles significativamente más altos de envidia y ansiedad, ‘lo que en consecuencia resultaba perjudicial y dañino para su salud mental’.

Frente a esto, la psicóloga Paulina García dice que ‘los mandatos y estereotipos sociales son muy exigentes con la mujer-madre. Estas exigencias son casi siempre irrealizables y dejan a las madres agotadas y con mucha culpabilidad por no poderlas cumplir o porque siempre hay algo a lo que se renuncia: a su hijo, al trabajo, a ella misma o a todo’.

La psicóloga Natalia Saldarriaga agrega que ‘la demanda de información sobre múltiples teorías relacionadas con la lactancia, el sueño, la alimentación de los bebés, por solo mencionar algunos, en ocasiones entran en conflicto en el proceso de encontrar la vivencia de la propia maternidad’.

‘Esta idealización estereotipada se pone en cuestión con la vivencia real de la maternidad. El encuentro con dicha experiencia, que trae consigo lo desconocido, cuestiona estos ideales y generan inseguridades que no siempre son fáciles de procesar. Esto genera culpas y sentimientos de insuficiencia frente a algo que se supone que la mujer “debe” estar preparada desde niña’, puntualiza.

Pero ¿cómo manejar este sentimiento para que no sea del todo negativo?

No vamos a caer en lo extremo de “dejar de ver redes”, pero sí creo que es necesario filtrar lo que vemos y aprender a identificar lo que nos resta más que lo que nos suma para quedarnos con lo positivo, al fin de cuentas la tecnología bien aprovechada se convierte en una red de apoyo virtual (especialmente para quienes viven lejos de sus familiares o amigos), lo que según Paulina García es fundamental para aliviar el peso de la culpa.

“También es importante alejarnos de la idea de que la ayuda profesional solo se pide cuando hay dificultades significativas o patología, puesto que el acompañamiento psicológico perinatal es un espacio para expresar y gestionar las emociones de la vida cotidiana, hacer procesos de introspección, reflexión y recibir herramientas que les permita a las mujeres construir una maternidad consciente y más conectada”, agrega García.

Igualmente, la profesional en salud mental Natalia Saldarriaga recomienda “trabajar en comprender que no hay una única forma de maternidad para que la culpa vaya perdiendo peso”.

La clave está en el equilibrio

“Cada bebé y cada mamá es única”, es lo que trato de transmitir (y transmitirme) siempre, pero no voy a mentir, también caigo en las comparaciones, en admirar a la bebé con mamá Montessori de un año que pela un huevo cocinado perfectamente sin comerse las cáscaras, intentar que mi hija haga lo mismo y terminar viendo las cáscaras del huevo horas después en el pañal y pensar “quizás no le expliqué bien, debimos empezar a hacer esto meses antes”, pero trato de pasar la página y pensar en los logros y decirme a mí misma “lo estamos haciendo bien”, aplaudirnos por la labor que hacemos, pero sobre todo aceptar que la perfección no existe, que los errores son absolutamente naturales, tanto de nosotras como mamás como de nuestros hijos, y dejar siempre el espacio y la oportunidad para mejorar y aprender de estos errores sin darnos látigo. 

Igualmente, para equilibrar la carga y por ende la culpa, es fundamental partir del punto de que los hijos son responsabilidad tanto del padre como de la madre, (excepto en las familias monoparentales), y construir  una red de apoyo que incluya a familiares y amigos, y con suerte clasificar para los pocos programas gubernamentales de nuestros países, una red que pueda brindarnos ayuda con el cuidado básico de nuestros hijos para lograr un mínimo balance entre ser mamá y ser mujer, que fomente nuestro desarrollo personal y profesional, que nos ofrezca empatía y nos libere de juicios, y así  finalmente construir una sociedad más equitativa y justa para nosotras como mujeres madres  y nuestros hijos.

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Autor

  • Yamile Arango

    Mamá, comunicadora social y periodista con más de 15 años de experiencia en Colombia y Estados Unidos, especialista en Responsabilidad Social, certificada en Alimentación Complementaria BLW.

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