mayo 12, 2021

Más información y una nueva denuncia de acoso sexual contra Ciro Guerra

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El reportaje

El 24 de junio de 2020 publicamos el reportaje “Ocho denuncias de acoso y abuso sexual contra Ciro Guerra”, luego de una investigación de cinco meses en los que hicimos un proceso de verificación cumpliendo con los más altos estándares periodísticos. Dichos estándares consisten en la verificación de información para establecer si hay plena coincidencia de los testimonios con elementos de tiempo y lugar, contrastación de fuentes es decir mirar si testimonios distintos corroboran la información y si existen elementos complementarios de contexto. 

Ciro Guerra emprendió una estrategia de acoso judicial en nuestra contra, instaurando una denuncia penal, una demanda civil y emprendió dos diferentes acciones de tutela sobre los mismos hechos. Como resultado del segundo trámite de tutela, la Sala Penal del Tribunal del  Superior de Bogotá nos ordenó rectificar entregando más información de contexto para cada uno de los testimonios. 

En esta entrega extendida, publicada el 12 de mayo de 2021, en cumplimiento del fallo de tutela, nos disponemos a rectificar y presentar evidencias que amplían y corroboran las ocho denuncias por acoso y abuso sexual hechas en contra de Ciro Guerra a través de este medio, para presentar un total de nueve denuncias en contra del cineasta. Esta evidencia que hoy revelamos públicamente hace parte del proceso de verificación de los hechos que hicimos desde el principio, como parte de la investigación periodística. En la primera publicación presentamos 14 testimonios y en esta entrega extendida sumamos 20 testimonios en total. 

Sin embargo, no podemos presentar esta información sin antes reiterar que la evidencia presentada en la primera versión de este reportaje era suficiente de acuerdo con los estándares periodísticos de verificación de información ya enunciados. Es revictimizante y preocupante para todo el periodismo de investigación que los testimonios de las fuentes, que han sido además corroborados y contrastados con documentos y testimonios complementarios, no resulten aún suficientes.  

En Volcánicas agradecemos la oportunidad de publicar una versión extendida del reportaje, pues, desde la publicación original hasta el día de hoy, nos han llegado decenas de nuevos testimonios de mujeres que se sintieron acosadas por Ciro Guerra, narrando comportamientos reprobables de su parte. Hemos hecho el trabajo de verificación periodística de varios de esos testimonios y por eso, aprovechando la exigencia del fallo de la tutela de aportar más información, nos disponemos a incluir uno de ellos en este reportaje. En este nuevo testimonio, Diana cuenta la historia de cómo fue presuntamente acosada en París por parte del cineasta. 

En su primera versión, este reportaje consistió en ocho testimonios de mujeres que narran situaciones de acoso y abuso sexual por parte del reconocido director de cine colombiano, con esta entrega se suman nueve denuncias periodísticas contra el cineasta.  Ocho de ellas (Beatriz, Daniela, Eliana, Adriana, Fabiana, Teresa, Gabriela y ahora, Diana) relatan lo que ellas califican como acosos sexuales de diferentes niveles de gravedad. En el noveno caso, Adriana, describe un caso de abuso sexual. 

En total, las narraciones hacen referencia a agresiones que de acuerdo con los relatos, los documentos encontrados y los testimonios de terceros, ocurrieron entre los años 2013 y 2019, en tres ciudades colombianas y cuatro en el exterior, durante eventos como el Festival de Cine de Cannes, el Colombian Film Festival y el Festival Internacional de Cine de Cartagena. Los testimonios relatan situaciones como incómodas conversaciones de índole sexual, invitaciones a su hotel o apartamento, el uso de la fuerza para tocarlas sexualmente, besarlas y, en un caso, se relata una situación de presunto abuso sexual, a pesar de que ellas le dicen que “NO” de forma clara, directa y reiterada. También dan cuenta de la manera en la que Guerra presuntamente usa su prestigio profesional para intimidar y establecer relaciones de poder abusivas frente a las agredidas. 

Los testimonios son el resultado de entrevistas directas, que cuentan con grabaciones con fechas precisas y demostrables a través de metadata además de chats de soporte fechados, todos estos documentos están protegidos por el secreto profesional y  han sido periodísticamente editados para garantizar su legibilidad. Todos los nombres de las víctimas y los testigos fueron cambiados para respetar su privacidad y evitar represalias, y sus identidades están protegidas por el secreto profesional consagrado en el artículo 74 de la Constitución.

Acoso judicial

Luego de la publicación de este reportaje, Ciro Guerra decidió perseguirnos judicialmente por todas las vías posibles para silenciar las denuncias. Interpuso una denuncia penal, una demanda civil y dos tutelas. 

Tutela: Ciro Guerra presentó dos veces la misma tutela en contra nuestra, incurriendo en temeridad, ya que el decreto ley 2591 de 1991 establece que no se puede presentar más de una acción de tutela por los mismos hechos. La primera vez que presentó esta acción de tutela la perdió en ambas instancias y la retiró sin dejar que siguiera su curso. Como resultado de esta segunda tutela, el fallo nos ordena dar más información. Esto pone en peligro a las víctimas y desconoce la importancia de las fuentes protegidas, que son la piedra angular del periodismo de investigación y cuyo aporte a la democracia es imprescindible. Por eso el derecho a la reserva de la fuente hace parte de las normas internacionales aceptadas por todas las democracias del mundo. 

En esta entrega extendida acatamos la orden judicial, y a la vez, cumplimos con el compromiso ético de proteger la identidad de las fuentes en peligro. El fallo no dice que las historias sean falsas, ni tampoco ha ordenado retirar el artículo. Lo que nos pide mayor información. Esta exigencia implicaba que volviéramos a entrevistar a Ciro Guerra, quien en la primera ocasión eligió contestar de manera evasiva y sin dar razón o respuestas de fondo, lo cual resulta insuficiente para el Tribunal, que pide que responda con más detalle. Con este fin, nos comunicamos con Guerra y su abogado a través de mensajes de WhatsApp y de correo electrónico, con una lista de preguntas. Guerra contestó a nuestro correo el 11 de mayo en las horas de la tarde y tanto nuestras preguntas como su respuesta aparecen más adelante en este reportaje.

Denuncia penal: su denuncia en la Fiscalía avanzó con rapidez y el 9 de septiembre de 2020, tan solo un par de meses después de publicado el reportaje, fuimos llamadas a interrogatorio. Amparadas por la Constitución y las leyes, decidimos no asistir, porque todo lo que en ese momento podíamos aportar sobre los casos estaba dicho en la primera versión del reportaje y no teníamos nada nuevo que decirle a la Fiscalía. Aún no sabemos si nos imputarán cargos penales, pero nos parece que estas acciones legales pueden sentar un terrible precedente de silenciamiento para todas las mujeres y niñas de Colombia que quieren y necesitan contar sus experiencias de violencia sexual sin poner sus identidades y su seguridad en riesgo. Esta persecución judicial también limita el oficio periodístico en su totalidad: ¿cómo puede proceder el periodismo si pueden enviarnos a la cárcel por hacer bien nuestro trabajo? 

Demanda civil: El día viernes 7 de mayo fuimos notificadas de la demanda civil que Ciro Guerra y Ciudad Lunar Producciones interpusieron en contra nuestra por la suma un millón de dólares (1,000,000 USD): El año pasado asistimos a varias reuniones de conciliación y, después de al menos dos meses, la conciliación se declaró fallida.

Nuevo caso

Diana, acoso en un café

París, 2017

Yo trabajaba en Colombia en una organización en donde Ciro tenía presencia eventual para proyectos muy puntuales, entonces empecé a tener cierto contacto con él, aunque muy poco frecuente; usualmente por email o en la oficina, pero siempre dentro de un contexto laboral. Él nunca tuvo un comportamiento extraño o indebido conmigo en Bogotá. Me vine a vivir a París en agosto de 2017. Vine a hacer una maestría, pero mi vínculo laboral con dicha organización colombiana seguía en pie. Ciro me contactó en octubre de ese mismo año y me dijo: “Voy a pasar por París un día, ¿qué te parece si nos tomamos un café?”. A mí me pareció normal y acepté. Acordamos un punto de encuentro en la tarde, caminamos un rato, nos tomamos un café. Él estaba allá por temas de trabajo, entonces me habló sobre su vida profesional, su nominación al Oscar, sobre temas de la industria, en fin, todo se desarrolló de manera normal. 

Para esa misma tarde yo tenía planeado un grupo de estudio. Le dije: “Me tengo que ir a estudiar” y me respondió: “¿Si te liberas en la noche vamos a comer?”. Le dije que sí, entonces cuando me desocupé, fuimos a comer y luego de eso fuimos a tomarnos una copa de vino a otro lugar. En las terrazas de París los asientos están muy juntos, como que las sillas están muy pegadas. Ambos estábamos sobrios y de un momento a otro él pegó aún más su silla a la mía y quedamos completamente pegados. Yo en ese momento leí la situación en mi mente y me puse tensa, trataba de entender bien qué estaba pasando, y ahí el man hizo la típica movida de comedia romántica de subir la mano y ponérmela en el hombro. Había una pared al lado mío, entonces yo quedé entre él y la pared, y justo ahí la otra mano me la mandó a la parte de arriba de la pierna. Sus manos son inmensas, como del tamaño de mi cráneo, entonces yo sentía que me estaba encerrando toda. 

Le retiré la mano y molesta le pregunté que qué estaba haciendo, él me respondió inicialmente: “No, es que en Bogotá siempre me pareciste una mujer súper-atractiva”, y mientras tanto yo le quitaba la mano y él volvía a ponerla. Yo le dije: “Tú y yo tenemos temas de trabajo juntos y yo no me meto con nadie del trabajo”, y que no entendía por qué se estaba poniendo en ese plan. En ese momento comenzó a echarme una historia de su separación con Cristina, que ella lo había dejado porque se había enamorado de alguien más. Escuché su historia, le dije que entendía que ese no debía ser un momento fácil para él, pero que yo realmente no estaba interesada. En mi cabeza, yo estaba segura de no haberle “dado pista”, no fui coqueta ni siquiera. 

En ese momento yo seguía trabajando con la organización en Colombia de la cual él hacía parte y ese era mi único ingreso. No quería poner eso en juego, mi trabajo ni ese ingreso, entonces traté de manejar las cosas tranquilamente, hasta que Ciro me agarró la cabeza con las dos manos y se lanzó a darme un beso. Yo inmediatamente me corrí y le pregunté qué estaba haciendo, y ahí cambió el discurso, ya pasó del “me gustas mucho y estoy entusado” a decirme que siempre se había preguntado cómo sería tener una relación conmigo. En mi mente pensé: “Este tipo quiere verme la cara de estúpida”. La discusión siguió un par de minutos más y por segunda vez me volvió a coger la cara duro con las dos manos para darme un beso, ahí yo me paré y le dije: “Voy a pagar y me voy a ir”.

Entonces me paré, le pedí al mesero la cuenta y la pagué toda para no tener que volver a sentarme al lado de él, ya estaba demasiado incómoda. Me acerqué a la mesa a despedirme rápidamente, le dije que me iba en metro, la estación estaba frente al bar. Él me dijo: “A mí también me sirve ese metro”, y se vino conmigo. Yo me puse más nerviosa todavía, cogimos el metro y él me seguía diciendo: “Vamos a mi hotel, la vamos a pasar muy bien, ¿no quieres pasarla rico?” y yo le decía: “No, no quiero nada contigo, no estoy en ese plan”. Ahí le dije: “Yo me bajo antes que tú”, me senté en el asiento que estaba sobre el pasillo para poder salir rápido y me bajé en la primera estación que pude, aunque no fuera la mía, porque en el metro ya sentí de forma muy inminente que si me quedaba ahí, algo me iba a pasar. No había mucha gente en la estación, el metro estaba muy vacío y ahí alcancé a pensar “aquí perdí”. Afortunadamente, pude bajarme del metro.

Esa tarde yo le había prestado mi adaptador de energía para que él pudiera conectar su computador. Después me escribió un email, como si nada hubiera pasado: “Hola, qué rico haberte visto ayer, te dejé tu adaptador en el hotel”. Después de eso me quedó claro que ni en París ni en Colombia me lo quería volver a cruzar, ni siquiera por temas de trabajo. Yo en ese momento pensaba que esa historia conmigo era un episodio aislado, que a él se le habían ido las luces conmigo esa noche en particular, pero que no era una conducta normal en él y que en su vida cotidiana no necesariamente era así. Lo dejé hasta ahí, hasta que leí todos los testimonios del artículo. Ahora sé que me escapé de una situación terrible, que pudo haber sido mucho peor. Recuerdo particularmente esa fuerza con que agarró mi cabeza, como obligándome, y tan de la nada. Fue un comportamiento totalmente abusivo, porque yo nunca le di pie para nada.

Incluímos aquí las fotos de dos emails que confirman que Ciro Guerra sí estuvo en París y que, en efecto, como lo narra ella en su testimonio, sí se vió con Diana. 

Laura

Diana y yo vivimos juntas, y nos volvimos muy amigas cuando fuimos roommates. Yo me fui a vivir a España en 2016 y el caso es que Diana llegó a vivir a París en 2017 y, como llevábamos tanto tiempo sin vernos, me dijo: “A finales de año hagamos un paseo de amigas a Ámsterdam, allá te voy a contar algo que me pasó con Ciro Guerra”, y efectivamente en otoño fuimos a Ámsterdam y allá me contó la historia. Me la contó mientras comíamos y, aunque puedo tener vacíos, recuerdo que lo que me contó fue que estando viviendo en París la contactó esta persona. Él iba a ir a París por temas de trabajo, y le dijo que si se veían. Entonces los dos fueron a pasar la tarde juntos, a caminar y a tomarse un café, y en la noche se fueron a un bar y entonces, no sé cómo pasó exactamente, pero él empezó a acercar la silla a la de ella, como cuando a uno ya le invaden del todo el espacio personal. Ella pensó: “Esto está muy raro” y en otro momento él se le acercó mucho y le cogió la cara con las dos manos y le trató de dar un beso. Entonces mi amiga como que lo frenó en ese momento, no recuerdo qué le dijo, pero sí sé que aunque lo frenó, él siguió muy pesado. Empezó a decirle que desde Bogotá había estado interesado en ella, en cómo sería ella, etc., y volvió a cogerle la cara para tratar de darle un beso. Me acuerdo de que cuando me lo contó decía que ella era demasiado chiquita y que él era enorme con sus manotas, y que ella se sentía demasiado incómoda. Y el otro momento que tengo muy claro es el siguiente, porque ella dice que, además de todo, le tocó pagar la cuenta. Estaba tan incómoda que se paró de la mesa y fue a donde el mesero a pedirle que le entregara la cuenta, y, para no dilatar más la situación, ella terminó pagando toda la cuenta. 

Y uno pensaría que ahí el tipo entendió lo pesado que estaba siendo, entonces debió haber dejado ahí, pero no. Se metió al metro con ella, lo cual me pareció superabusivo y acosador. Me acuerdo de que le dije: “Amiga, me angustia mucho esa situación, porque estabas supervulnerable, en un transporte público en la noche, vacío”. Ella se puso supernerviosa y pensó: “Esto está muy pesado”, y se bajó en una estación que no era la de ella como para cortar con la situación, y quedó él montado en el metro. Creo que él después le escribió, creo que al otro día. Y bueno, cuando las leí a ustedes le envié a ella inmediatamente el link, porque me impresionó el modus operandi, recordé la historia que ella me había contado y la vi reflejada en la mayoría de los testimonios del reportaje. Fue la misma historia.   

Reportaje ampliado

A continuación hacemos públicas una serie de evidencias que adquirimos al hacer el proceso de verificación periodística de las ocho denuncias que presentamos en el primer reportaje publicado en junio de 2020. 

Adriana: abuso sexual en casa de Ciro Guerra

Bogotá, noviembre de 2019

En la primera entrega de este reportaje, Adriana cuenta que fue víctima de abuso sexual cuando visitó a Ciro Guerra en su apartamento pensando que iba a una reunión de trabajo a finales del año 2019. En medio del abuso, logró alertar a su novio, quien llegó a buscarla junto con Katia, una amiga que acababa de recoger en el aeropuerto. 

En la primera entrega de este reportaje presentamos el testimonio de Adriana, el de Héctor, su novio, y el de Katia, la amiga de Héctor que iba con él en el carro y que estuvo también al tanto de todo. 

En esta entrega extendida queremos mostrar algunos de nuestros ejercicios de verificación. Desde el comienzo habíamos ubicado el edificio donde, según narra Adriana, sucedieron los hechos. Posteriormente la dirección del edificio resultó coincidente con la registrada por Ciro Guerra para las notificaciones legales de las acciones emprendidas en nuestra contra. Además, desde el comienzo de la investigación conocíamos la fachada del edificio porque aparecía como captura de imagen en un chat de Adriana. Esa fachada es la misma del edificio donde ha recibido las notificaciones de los procesos referidos.

Para esta entrega extendida solicitamos electrónicamente el certificado de libertad y tradición del apartamento en ese edificio y dichos documento prueba que ha sido propiedad de Ciro Guerra desde 2017. Es decir, dos años antes de la presunta ocurrencia de los hechos narrados por Adriana. 

Con el fin de ampliar la información, también hacemos pública una entrevista con el terapeuta de Adriana, a quien llamaremos Joaquín en este reportaje. Adriana cuenta en su testimonio que, al día siguiente de la agresión, acudió a él para gestionar el trauma por el que estaba pasando. Su terapeuta confirma que Adriana señaló a  Ciro Guerra como su agresor y, en su opinión profesional, afirma que es imposible que Adriana haya “inventado” esta historia. 

Testimonio de Joaquín, terapeuta de Adriana

Volcánicas: ¿Adriana te autorizó a hablar con nosotras?

Joaquín: Sí. Yo hablé con Adriana y me dio su autorización de hablar con ustedes.

V: Cuéntanos, ¿qué fue lo que te dijo Adriana?

J: Esto en particular fue muy impactante, porque yo trabajo muchos temas de abuso, no es algo que a mí me resulte extraño, pero nunca con una mujer que había sido abusada el día anterior. Habitualmente las narraciones son como “me acordé de que cuando yo tenía seis años pasó esto”, pero en este caso no. Esto fue en vivo y en directo. 

Ella me dijo que habláramos, me pidió una cita urgente y afortunadamente yo la pude atender, y me impresionó mucho verla. La vi muy nerviosa y más que nerviosa, es que no sabría cuál es la palabra, como con esta sensación de haber sido vulnerada. Entonces venía muy ansiosa, temblorosa, venía muy mal físicamente, eran muy evidentes sus ojos llorosos. Y pasó eso que suele pasar con las personas que vienen de una situación de abuso y es que están entre el shock (un shock que es como medio analgésico) y, de pronto, reviven la situación. Ella estaba muy tocada en ese momento y para mí eso fue lo diferente, que yo estoy acostumbrado a tratar el abuso, digamos, histórico, pero no así en presente, entonces fue muy fuerte. 

Ella me contó los pormenores de cómo fue la situación, de cómo lo vivió. Había rabia, tristeza, una sensación de haber sido vulnerada, y una cosa que es muy propia de la situación de abuso, y es la imposición de poder. Porque para mí eso es el acoso: el abuso de poder sobre el cuerpo del otro. A ella esto la tenía descompuesta y muy confundida, porque además llega el momento de la situación en el que se pregunta: ¿y ahora qué hago? ¿Denuncio o no denuncio? Por el miedo que genera y porque su entorno, desde el miedo, le dice que mejor deje eso pasar. Entonces mi trabajo fue muy difícil… La ventaja que teníamos era que ya teníamos una relación desde antes, entonces ella podía confiar en mí, pero tuve que tratar la situación con pinzas para no revictimizar, no vulnerar más. Era como: habla, tranquila, que aquí estás segura. 

V: ¿Cuánto tiempo llevaba con ella como paciente? ¿Recuerda el mes y el año en que esto sucedió?

J: Fue en noviembre del 2019 y yo venía viendo a Adriana desde julio. 

V: ¿Ella en la consulta le dijo que el agresor había sido Ciro Guerra?

J: Sí. En todo momento fue con nombre propio y además con una descripción cruda, exacta y detallada. Ella me dijo “fue Ciro”. Me contó cómo tuvo que salir y cómo cayó en esa situación, me contó todo.  

V: Emocionalmente ¿cómo afectó este evento a Adriana? 

J: La ha afectado mucho por muchísimas razones. Primero, porque él era una figura como de autoridad, una figura pública fuerte e importante, y eso ya es de por sí intimidante, y todos estos procesos de revictimización que podrían llegarle a ella, pues eran muy fuertes, entonces en lo personal claro que la afectó. Además, porque la vulneración fue muy frentera, muy de frente, y vulneró mucho la personalidad de Adriana, le dio muy duro. Y, segundo, porque el entorno no ayudaba tampoco; le recomendaban que no denunciara para no perjudicar su carrera, poniendo la carrera por encima de la persona, y eso es muy complejo. Tener que guardarlo y silenciarse, y tener que vivir con el recuerdo diario de lo que pasó, de la vulneración, del abuso, de la fuerza… porque eso fue algo que a mí me impactó, la fuerza que él usó. Entonces claro que se vió muy afectada desde lo personal, desde lo laboral y desde lo social.

V: Desde su experiencia profesional, ¿a usted le parece que Adriana pudo haberse inventado esta historia? 

J: No. Yo creo que ese suele ser el argumento que se usa socialmente para defender la figura del abuso, porque, claro, cuando uno escucha la narración, uno puede pensar: “Pero tan boba, por qué fue a meterse allá”. Pero es que esto no fue una cosa de solo ese día. Esto es algo que él venía manipulando desde antes y que terminó sucediendo.

Si uno ve todos los casos de este reportaje, se da cuenta de que este es el comportamiento de un depredador. Lo digo con toda la seguridad del mundo, este es el comportamiento de un depredador. Porque lo hace de forma sistemática, repetida y sabe con quién lo hace. Obviamente lo hace con personas que tienen alguna vulnerabilidad y hay un patrón de personalidad de las personas con quienes él comete su violencia. Necesita meterse con alguien que tenga un resquiebre, el abusador sabe inconscientemente cómo meterse y cómo manipular. Entonces, para mí, no hay el menor riesgo de que Adriana se haya inventado esto. Además, porque nosotros ya teníamos establecida una relación terapéutica, entonces yo ya la conocía bien de tiempo atrás y sabía que ella estaba diciendo la verdad. 

Beatriz: acoso sexual en Uber 

Nueva York, 2019

En la primera entrega de este reportaje, Beatriz narró cómo Guerra intentó besarla y manosearla a la fuerza en un Uber, saliendo de una fiesta en Nueva York, en el marco del Colombian Film Festival. En dicha publicación presentamos el testimonio de Beatriz junto con el de su amiga Leila, que también estaba en la fiesta y a quien le contó lo sucedido al día siguiente, y pantallazos de chats de estas conversaciones. 

En esta entrega extendida publicada el 12 de mayo de 2021 mostramos un link a la programación del Colombian Film Festival de 2019, en donde figura la participación de Ciro Guerra durante el festival. También,  fotos de la fiesta de aquella noche, en donde se puede ver a Ciro Guerra de espaldas y de frente, presente en el bar donde transcurrió la fiesta. 

Para corroborar su narración, incluímos una captura de pantalla del recorrido del Uber que confirma que el punto en el que fueron recogidos coincide con la misma calle en donde está ubicado Nublu Bar, sitio de la fiesta, (Loisada Av), y que muestra el cambio de la ruta usual que habría tomado el conductor para llevar a Beatriz hasta su casa, con el fin de dejar a Ciro Guerra en su hotel, localizado en Times Square. Se puede observar cómo la fecha de la carrera de Uber, el 29 de marzo de 2019, coincide con la madrugada después de la fecha de la fiesta, 28 de marzo de 2019.  

También contamos con un pantallazo del reclamo oficial que Beatriz puso ante Uber para denunciar a Guerra por acoso durante el trayecto con fecha de marzo 29 de 2019. 

Tenemos también una foto de una conversación de Beatriz con una de sus amigas en donde le cuenta, a través de mensajes de voz, lo que le acaba de suceder. los mensajes llegaron alrededor de las 2:26 a. m. La diferencia entre la hora en que fue enviado este mensaje y la hora en que el Uber la dejó en su destino (3:04 a. m.) corresponde a la diferencia horaria entre Colombia y Nueva York. 

A continuación, presentamos la transcripción de cinco de estos mensajes de voz, en donde Beatriz le cuenta a su amiga su experiencia con Ciro Guerra. 

  1. Yo me iba a ir sola, estaba esperando un Uber, y en ese momento salió Ciro y tú sabes cómo soy yo cuando quiero ser parcera con los manes, normal, le dije como: “Ey qué más, ¿ya te vas a tu casa? Yo estoy esperando mi Uber”, y el man le preguntó a otro amigo que estaba ahí que para dónde iba y cuando el amigo dijo que para Brooklyn, Ciro dijo que él se estaba quedando en Times Square. Y ahí me preguntó yo dónde estaba viviendo y le dije que arriba, en el Upper Side. Entonces me dijo: “¿Me dejas en el camino?”, y yo le dije: “Pues dale, sí”. Y yo sabía, el man toda la noche había estado dele que dele con la intensidad de sacarme a bailar, entonces yo me imaginé “va a intentar algo, y yo tendré que decirle que no”, eso es lo que yo pensé en mi cabeza, entonces yo más o menos sabía lo que se venía. Entonces yo entré al Uber pensando que qué mamera este man, y puse en la aplicación la opción de varias paradas, puse la de él y después puse la mía, para que él entendiera que yo no me iba a ir a ningún sitio con él, ni nada. Cuando apenas se abre la puerta, apenas entramos al Uber, el man me puso la mano en la rodilla. Yo tenía puestas unas botas largas que me llegaban como hasta el muslo, entonces me tocó la rodilla pero la mano de él estaba sobre la tela de la bota. Entonces yo miré su mano y no sabía que hacer, me sentía muy incómoda, entonces puse mi bolso encima de su mano a ver si la quitaba pero no la quitó. Y sí, soy una idiota, no le dije textualmente que la quitara, pero como que intenté moverme, intenté moverle su mano con mi mano, pero no le dije verbalmente “quita la mano”. Y después el man empezó a meter la mano dentro de la bota, como a sobarme la piel, entonces yo empecé a mover el bolso a ver si sacaba la mano, y mientras todo esto pasaba, yo trataba de poner conversación de cosas banales, como “hace cuánto no venías a Nueva York, luego de este viaje para dónde vas” porque en serio estaba muy nerviosa. 
  1. El man siguió tocándome la rodilla y hubo un momento en el que empezó a subir la mano, entonces ahí sí le quité la mano, yo se la quité, él volvió a ponerla y ahí fue cuando se me mandó. Y yo le dije: “Qué pena, pero yo tengo novio, qué pena, pero no”, y él me dijo: “¿Y si no tuvieras novio?”. Y yo le dije: “Pero sí lo tengo, entonces no puedo pensar en ese escenario”, y el man empezó a preguntarme por mi novio. Y después de que le dije eso, el man siguió con la mano en la rodilla y empezó a subir la mano por la entrepierna. Y yo tenía un vestido corto y le corrí otra vez la mano y ahí empezamos a forcejear, y el man intentó otra vez darme un beso. Y yo le volví a decir que no, que se quitara, y el man me cogió muy duro la cabeza, muy agresivo, y yo trataba de voltear la cabeza para el lado pero el man me la jalaba muy duro para darme un beso, muy duro, si yo dejaba de empujar por un segundo me habría dado duro con su cabeza. Y el Uber, justo ese Uber, era como un carro extraño.
  1. Era una minivan, pero la mitad de la minivan no tenía sillas, sino hasta el último puesto y yo me hice justo detrás del conductor, en una silla muy chiquita, pensando que el man no se me iba a sentar al lado, sino que se iba a hacer adelante, pero el man casi que se sentó encima mío, entonces estábamos muy juntos, y encima de todo el Uber no tenía la visibilidad completa de lo que estaba pasando, porque estábamos inmediatamente detrás de él. Y además estábamos hablando en español. Entonces ahí fue cuando el Uber paró y le dijo a el man “ya llegamos” y al man le importó verga y siguió forcejeando, y la mano seguía intentando metérmela arriba entre las piernas, entonces no alcanzó a tocarme más, porque yo le alcancé a moverle la mano, pero estuvo muy cerquita de poderme tocar más y de darme un beso, porque trató hasta el último minuto. Y ya al final yo lo empujé, no le pegué, pero sí lo empujé duro, y el man me dijo: “Ya, dame un beso y me voy, te lo juro”. Y yo estaba muy asustada en ese punto, no sabía qué hacer, y le dije: “Te doy un beso en la mejilla y te vas, por favor bájate que el Uber necesita seguir”. Y ahí le cogí la cara muy muy fuerte, porque sabía que se iba a voltear, y le di el beso en la mejilla y le le dije “chao”, y el man otra vez a seguirme forcejeando hasta que el man del Uber le dijo: “Tenemos que seguir”, como que el conductor se la pilló, “hay carros detrás mío, tengo que seguir”, y Ciro me miró y me dijo: “¿Cuánta plata te debo del Uber?” y yo le dije “ninguna”. Entonces el man se bajó y marica, me sentí como un culo. Yeso no fue todo, cuando estaba haciendo fuerza para darme el beso, me dijo: “Tengo un cuarto de hotel una chimba, quédate ahí conmigo”, y yo le dije: “No, yo me voy para mi casa”, y yo no entendía ese man quién putas se creía. Y apenas el man se bajó, yo empecé a llorar horrible, porque me sentí como un culo y me bajoneé mucho. Ni quiero salir más con esa gente. De verdad, yo no puedo creer. Manes que hacen películas sobre vainas bonitas y en la vida real son unos cerdos, unos manes que no saben cómo respetar a una mujer, que hablan de vainas que no tienen ni idea qué significan. Cómo pueden estar tan vacíos por dentro. Yo creo que, literal, si no hubiera estado el Uber el man habría hecho algo horrible. Ya no me siento segura rumbeando con esos manes, porque uno no debería sentir todo el tiempo el riesgo de que te puedan tocar, que puedan invadir tu espacio personal. Qué mal rato, de verdad, qué mamera.
  1. Entonces no sé, yo sentía que si me ponía muy agresiva como que iba a pasar algo malo, me entró un afán, entonces yo no sabía cómo reaccionar y mi única opción fue con fuerza quitarle su mano y su cabeza. Y ahí al final me dijo: “Nos vemos en Cannes”, y yo le dije “sí” y me agarró otra vez horrible la cabeza, inmundo, y me dijo “un besito, un besito” y yo le dije “ey, en serio que no”, y me tocaba jalar la cabeza para un lado duro, muy duro. 
  1. Entonces eso fue lo que pasó. Y mi culpabilidad radica en que yo debí haber sido más tajante, en el sentido de que yo no sé si el man, por la forma en que le dije que no, tal vez no entendió, o por no haberle dicho de frente “no me toque, qué le pasa” o algo así, pero fue muy raro cómo pasó todo, porque fue casi como si él hubiera pensado que eso estaba bien, y no estaba bien. Como si él hubiera pensado que yo quería eso y yo no quería eso. Y un man que se hace llamar director se supone que sabe leer las expresiones corporales de una persona, y yo jalé todo mi cuerpo hacia la puerta, literalmente estaba arrinconada, y afortunadamente esto pasó delante de alguien. ¿Qué habría pasado donde el man me encontrara borracha, yo no sé, en la calle? ¿Qué pasa donde hubiéramos estado en una casa o en una finca, y yo hubiera estado en un cuarto sola? Entonces no sé si estoy exagerando, pero sé que me sentí mal, y mi primera reacción fue llorar, y te escribí a ti de una, eres la primera persona a la que le escribí, solamente sé que yo me sentí muy mal. Y llegué a la casa y me puse a llorar más, y eso fue literalmente lo que pasó, paso a paso. Y mientras el man trataba de subir la mano, mientras el carro andaba, las dos veces que trató de forzar un beso, yo trataba de hablar de otras cosas y el man me decía: “¿Quieres ir conmigo a mi hotel?, ¿quieres pasar la noche conmigo?”, y unas cosas así absurdas.

Daniela: acoso sexual en un bar 

Ciudad de México, 2019

En la primera entrega de este reportaje, Daniela cuenta que Guerra intentó besarla y manosearla a la fuerza en un bar de la Ciudad de México, a donde habían ido en grupo con otros conocidos en el año 2019. Presentamos el testimonio de Daniela y el de su amiga Camila, que estaba en la fiesta y a quien le contó lo sucedido, y pantallazos de chats de estas conversaciones. 

En esta entrega extendida, mostramos los pantallazos de las conversaciones que Daniela tuvo con otro de sus amigos, a quien llamaremos Sebastián, a quien le contó que se iba a ver con Guerra el día de los hechos.  

Incluimos aquí también las capturas de pantalla de los chats en los que Daniela le pide a Sebastián que por favor le ayude a buscar los videos de seguridad del bar en el que sucedieron los hechos en Ciudad de México.  

Por último, incluimos una entrevista con Sebastián, en donde nos narra lo que Daniela le contó sobre los hechos al día siguiente de que sucedieran. 

Testimonio de Sebastián, amigo de Daniela 

Me acuerdo de que un día chateamos, en diciembre de 2019, y ella me dijo que esa noche se iba a ver con Ciro Guerra. Al otro día ella me llamó y me contó lo que pasó. Me decía: “Me pasó algo muy feo, muy feo. No entiendo qué está pasando con la gente de hoy en día, no entiendo qué pasa con tanto acosador, con tanto abusador”. Y ahí me empezó a contar lo que pasó y, no sé por qué, yo ahí mismo me imaginé que se refería a Ciro Guerra. 

Luego me narró la historia: que habían estado normal, todos ahí bailando salsa, pero que pasó lo que suele pasar en las fiestas, que se va yendo gente, y en un momento se quedaron los dos solos y él empezó a decirle que se fuera con él al hotel, que quería que ella se “viniera”, y otra cantidad de cosas lascivas y ofensivas, y ella me contó que estaba demasiado incómoda pero no sabía cómo decirle que parara. Obviamente ella pensaba lo que pensarían muchas mujeres con un director, que qué mamera que le hubiera pasado eso justo con ese man, hablamos de lo que significa eso en la industria (yo trabajo en el medio y he visto eso de primera mano millones de veces, cómo la violencia sexual está de normalizada y cómo le sucede esto a muchas actrices, incluso a actores, ese tema de abuso de poder y de acoso sexual). Entonces hablamos de eso, de que ella se sentía muy incómoda y estaba muy conflictuada con no haberlo “puesto en su sitio”. Y yo le respondí que no se diera duro, que eso en tiempo real es muy difícil, todo lo que implica, y que pues ella no tenía cómo imaginarse que ese tipo iba a llegar a hacer eso, y lo que también implica que un man con todo ese poder te haga eso, una persona que posiblemente tú admiras, o admirabas hasta ese momento, son muchas cosas para digerir en el instante. Y reflexionamos sobre eso, ella me decía: “Ya siento cómo se sienten las víctimas de acoso”, y yo le dije que sí, que exactamente, porque ella acababa de ser ella misma una víctima, porque ella como que no estaba cayendo muy en cuenta de eso en esos términos, y fue en ese momento que ella empezó a pensarlo así.

Yo le decía que eso que le pasó no era normal. No era normal que le trataran de coger la cola a la fuerza y la trataran de besar una y otra vez después de que ella dijo que no, y que te metan las manos en el pantalón y te manoseen, eso es acoso sexual, punto. Luego tuvimos muchas conversaciones sobre el tema y nos imaginamos que como ella podía haber muchísimas mujeres, porque el señor evidentemente es un depredador que anda suelto. 

Y esto la ha afectado demasiado, todo el tema de esta denuncia, la posibilidad latente de que haya una exposición de su identidad ante la sociedad y lo que eso implicaría para su vida, todo eso la ha condicionado mucho y la ha afectado psicológicamente. También me ha contado que el hecho en sí de haber sido acosada sexualmente le ha generado una desconfianza muy grande, que está siempre prevenida, no se siente cómoda estando a solas con los hombres, siempre siente temor de cómo van a actuar, y pues todo eso es daño.  

Eliana: acoso en portería del ParkWay

Bogotá, 2016

En la primera entrega de este reportaje, Eliana contó que estuvo con Ciro Guerra en Casa Ensamble y que al final de la noche él la acompañó caminando de vuelta a su casa. Al llegar, Eliana narra que Guerra la manoseó a la fuerza contra una pared. En esta primera entrega presentamos el testimonio de Eliana y el de Miguel, un amigo suyo que estuvo en Casa Ensamble, a quien le contó lo sucedido. 

En esta entrega extendida añadimos el testimonio de Natalia, amiga de Eliana, a quien también le contó lo sucedido. 

TESTIMONIO DE NATALIA

Fabiana

Cartagena, 2013

En la primera entrega de este reportaje Fabiana narró que Ciro Guerra trató de besarla a la fuerza a la entrada de un baño en una fiesta en el bar Europa, durante el Festival de Cine de Cartagena 2013. Presentamos el testimonio de Fabiana y el de una amiga suya, Patricia, quien presenció lo sucedido. 

En esta entrega extendida mostramos la confirmación de la asistencia de Ciro Guerra al Festival de Cine de Cartagena 2013.  

Teresa

Bogotá, 2014

En la primera entrega de este reportaje, Teresa contó que Ciro Guerra intentó besarla a la fuerza cuando él fue su profesor durante un taller de guión en Bogotá, en 2014. En la primera entrega presentamos el testimonio de Teresa. 

En esta entrega extendida añadimos la imagen del anuncio del diplomado audiovisual titulado “Diplomado en Escritura para la Imagen”, impartido por la Escuela Nacional de Cine (ENACC) el 28 de enero de 2014, cuyos profesores fueron Andrés Lopera, Ana María Parra y Ciro Guerra.

Gabriela

Berlín, 2013

En la primera entrega de este reportaje, Gabriela habló de los comentarios inapropiados que Guerra presuntamente le hizo en Berlín, en el año 2013, cuando la embajada de Colombia en Alemania lo invitó a unos eventos con su película Los viajes del viento. En la primera entrega presentamos el testimonio de Gabriela. 

En esta entrega extendida añadimos links de tres noticias que hablan sobre la visita de Ciro Guerra a Alemania, que pueden verse aquí, aquí y aquí. Estas noticias ponen a Guerra en un tiempo, un lugar y unas circunstancias que coinciden con la historia narrada por Gabriela. 

Adriana: acoso en rodaje

2018, Colombia

En la primera entrega de este reportaje la testigo narró que Guerra la manoseó a la fuerza durante una fiesta de un rodaje en el que ambos trabajaban, en Colombia en el año 2018. Presentamos su testimonio, y el de Julia, una compañera de trabajo a quien le contó lo sucedido. 

En esta entrega extendida añadimos el testimonio de la productora, a quien también le contó de su experiencia con Ciro Guerra. 

Testimonio de Lucía, productora del rodaje 

Yo me reuní con ella para tomarnos un café a finales de enero del año pasado (2020). Lo que me contó fue que durante la producción se sintió acosada por Ciro Guerra. Que él tuvo unos acercamientos en los que ella se sintió acosada y que, aunque no me había contado durante la producción, ahora quería que yo lo supiera, y me contó sobre el evento de la discoteca. Que en uno de los fines de semana en los que se iban a rumbear después del rodaje, Ciro se había acercado a ella y le había metido la mano por debajo de la falda. Hablamos de por qué ella no había llamado a la línea de acoso que estaba a su disposición y ella me dio sus razones, muy típicas en estos casos, y es que no quería afectar a alguien de la producción ni que el rodaje se fuera a parar por su culpa, que no quería causar problemas. Ella estaba completamente desfigurada mientras me contaba esto, estaba muy afectada, lloró durante nuestra conversación. Estaba muy confundida por no haber hecho nada en ese momento y estaba muy tocada con todo lo sucedido en general. 

El silencio de Ciro Guerra

Las respuestas a la primera entrevista que desde Volcánicas le hicimos a Ciro Guerra resultaron insuficientes para el Tribunal, que pide una respuesta suya más detallada. Por eso, le enviamos un mensaje a través de WhatsApp el lunes 3 de mayo de 2021, pero no obtuvimos respuesta.  

Ante el silencio de Guerra, les enviamos un correo electrónico a él y a su abogado el viernes 7 de mayo de 2021, con las siguientes preguntas:

Buenos tardes, Ciro,

Con base en lo ordenado en el fallo de la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá, quisiéramos hacerle una entrevista a profundidad sobre los relatos que ya conoce que fueron publicados en Volcánicas. Previamente le enviamos este mensaje vía WhatsApp, pero no obtuvimos respuesta, así que ahora recurrimos al correo electrónico. A continuación le enviamos las preguntas pertinentes:

  • ¿Asistió usted al estreno del Colombian Film Festival de 2019 en la ciudad de Nueva York?
  • ¿Asistió usted a la fiesta de apertura del festival “Somos calentura: Cocktail party” en el bar Nublu Classic el día 28 de marzo de 2019?
  •  ¿Tomó un Uber con una mujer al salir de la fiesta “Somos calentura: Cocktail party”?
  • ¿Qué recuerda del trayecto entre que salió de la fiesta y su llegada a su hotel?
  • ¿Tuvo usted un encuentro con una mujer el 13 de noviembre de 2019 en su apartamento en la ciudad de Bogotá?
  • ¿Qué recuerda de este encuentro?
  • ¿En el año 2016 acompañó usted a una mujer a la salida de Casa Ensamble hasta su casa? ¿Qué recuerda de ese recorrido?
  •  ¿Recuerda una conversación con esa mujer en el 2018 en el Festival de Cine de Cartagena sobre los hechos ocurridos en 2016?
  • ¿Tuvo usted rodajes en el año 2018 en Colombia? 
  • ¿Recuerda en alguno de esos rodajes tener conversaciones de contenido sexual explícito con miembros del rodaje? 
  • ¿Asistió usted al festival de Cine de Cartagena en febrero de 2013? 
  • ¿Recuerda un episodio en el que persiguió a una mujer al baño e intentó besarla forzosamente?
  • ¿Dictó usted un Diplomado en la ciudad de Bogotá en Escritura para la Imagen en el año 2014?
  • ¿Recuerda intentar besar a alguna estudiante del diplomado?
  • ¿Ha realizado avances sexuales sobre mujeres que los han rechazado explícitamente?
  • ¿Acostumbra a tener conversaciones de explícito contenido sexual con mujeres subordinadas a usted, en su calidad de director?
  • ¿Acostumbra a hacer ofrecimientos sexuales a mujeres subordinadas a usted, en su calidad de director?

Si quisiera hacer alguna otra manifestación, además de las que ya ha hecho, quedamos prestas a incluir de nuevo su voz en el reportaje. Su negación a manifestarse sobre estos hechos es una actitud que puede incurrir en obstrucción a la justicia, con base en lo ordenado la semana pasada por la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá. 

Catalina Ruiz Navarro

Directora Volcánicas

Ante este cuestionario, enviado el día 11 de mayo en horas de la tarde, Guerra contestó el correo sin responder ninguna de las preguntas que le hicimos, pero señalando en términos generales su presunta inocencia. En todas las acciones judiciales que ha emprendido en contra nuestra, Guerra se ha quejado de que supuestamente no se le dio suficiente información y oportunidad para contestar sobre las denuncias. Parece que en esta ocasión un cuestionario extenuante caso a caso, y cuatro días para contestar, tampoco fueron suficientes. Esto fue lo que respondió: 

Las denunciantes responden

Ante la oportunidad de ampliar este reportaje, les preguntamos a algunas de las denunciantes qué las motivó a hacer sus denuncias públicas y qué sienten ante el fallo de la la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá. Estas son sus respuestas:

Adriana

Caso Bogotá

Volcánicas: ¿Qué te motivó a hacer esta denuncia periodística?

Adriana: Yo no sabía muy bien qué hacer después de lo que pasó. Estaba muy impactada. Hablé con un abogado que me dio muchas seguridades, pero yo no estaba lista para un proceso tan largo y desgastante como un proceso penal. Lo pensé un montón, pero Colombia es un país demasiado machista y no quería exponer mi vida en un juicio. No quise poner en riesgo mi salud mental y que mi vida se volviera esto. Además, estaba el tema de la plata para el abogado, plata que no tengo. Dudé mucho antes de hacer la denuncia con el artículo, pero me parecía injusto que ese man estuviera por ahí abusando de su poder. Me pareció que hacerlo era lo correcto.

Volcánicas: ¿Qué opinas y cómo te sientes con respecto al nuevo fallo de la tutela que obliga a las periodistas a ampliar la información del reportaje? 

Yo pensé que ya estaba superando esto, pero lo que pasó con el fallo me mostró que no. Han sido días demasiado duros, me he sentido como fuera de mi cuerpo, me

cuesta mucho concentrarme en el trabajo y he pensado hasta en matarme. Volví a

sentir el abuso de poder otra vez. Cuando salió el artículo, todo fue un circo. Toda la gente opina, pero no entiende lo que le está pasando a uno. Para ellos es pasajero, 

pero para uno no. No quiero que mi vida se vuelva comidilla de conversaciones. Si eso pasa con un artículo, ¿cómo sería con una demanda legal? El fallo de la tutela es una prueba de que era mejor proteger nuestra identidad. Con lo que está pasando afuera con el #MeToo, yo pensé que iba a ser diferente, pero pareciera que este país no está listo para esta discusión.

Beatriz

Caso Nueva York

Volcánicas: ¿Qué te motivó a hacer esta denuncia periodística?

Beatriz: Siempre tuve miedo de salir a hablar públicamente. Las razones sobran y desde que este reportaje salió, no he hecho sino comprobar que todos mis miedos estaban más que fundados. Decidí contarle a mis amigos más cercanos y poco a poco fui encontrándome con la sorpresa de que yo no era la única. Recuerdo una persona que me dijo: “Ciro es así”, justificando su comportamiento. 

El miedo se hizo pequeño cuando un día una amiga me contó que el señor Ciro había invitado a una amiga suya a tomarse un café, los dos, solos. Su amiga no tendría más de 24 años y estaba empezando en esta industria. Entonces lo único que pude sentir fue pánico y un profundo sentimiento de angustia; si esto no se hacía público, ¿cuántas mujeres más tendrían que verse acosadas sexualmente por este señor? ¿Y si él seguía utilizando su estatus de “director Colombiano nominado a los Oscar” para acosar mujeres y ganarse su confianza? Imaginé mil veces cómo se repetía lo que me pasó esa noche, la sensación de culpabilidad, de vergüenza absurda que se queda en uno por quedarse callado. 

Y entonces tomé la decisión: decidí salir en este reportaje, porque me dije a mí misma: “Al menos la próxima vez que este señor Ciro le pregunte a una mujer que está sola, si puede dejarle de camino en el Uber-taxi- automóvil, esa mujer sabrá con quién está lidiando y no lo dejará entrar al automóvil con ella. Si este señor Ciro invita a una mujer a su casa a tomarse un café para hablar de la industria, esta mujer sabrá a la casa de quién se está metiendo. Lo hice porque la culpa no me dejaba quedarme callada, porque quería que todas las mujeres de esta industria, de cualquier parte del mundo, supieran a lo que se atenían si se quedaban solas con este personaje, lo vulnerables que quedarían. Lo hice porque me cansé de que una mujer siempre tenga que tener miedo de hacerse respetar, me cansé de que muchos hombres de esta industria crean que pueden abusar de su posición, de su poder para amedrentar. Y me cansé de ver cómo otras mujeres también usan su posición para, en lugar de proteger, cuidar y alzar la voz,  justificar estos comportamientos entre sus colegas.

Volcánicas: ¿Qué opinas y cómo te sientes con respecto al nuevo fallo de la tutela que obliga a las periodistas a ampliar la información del reportaje? 

Beatriz: El año pasado fue un año duro y difícil, y a eso le tenemos que sumar este nuevo fallo. Verse completamente expuesta, de nuevo, en todos los medios de comunicación del mundo, leer a los que creía que eran mis “amigos” dando declaraciones públicas, haciéndose los que no sabían lo que pasaba, cuando de primera mano supieron de mi incidente, sabían que era yo, su “amiga”, una mujer de carne y hueso. Yo leí todo, cada uno de sus comentarios crueles, leí las historias de todas esas personas de la industria que cuestionaban la gravedad de lo que me pasó, y entendí que Colombia es un país que sufre una terrible enfermedad que les afecta la empatía. Si esto les hubiera pasado a sus hermanas, novias o hijas, ¿sería diferente la historia? ¿Les seguiría pareciendo exagerada?

Los primeros días fueron los peores. No dormía más de 2 horas al día, me levantaba y lo primero que hacía era leer los artículos, las historias, los comentarios que iban saliendo para irme actualizando de lo que pasaba. Cada día era un día de mayor ansiedad. Recuerdo en particular unos artículos de “periodismo” que salieron en unos medios de comunicación cuestionables, donde hablaban precisamente de mi caso, como si fuera cualquier cosa, como si fuera bruta o algo porque lo dejé entrar al Uber, o porque no le pegué una cachetada. 

Mi psicólogo me remitió a un psiquiatra, perdí 11 libras. Lo más absurdo es ver todos sus comentarios diciendo que esto lo hacemos por dinero, déjenme decirles algo del dinero: cada consulta con mi psiquiatra me cuesta 350 dólares. En julio, agosto y septiembre tenía que tener consultas varias veces al mes. Desde julio 7 de 2020 estoy medicada con 3 tipos de medicamentos: Prozac, Clonazepam y Alprazolam. Esto me ha costado también dinero.

Ahora, casi un año después, he pasado un proceso largo de terapia, no solo con la psiquiatra, sino con todo tipo de terapias: reiki, meditación, workshops, terapias alternativas, astrología… y me ha costado mucho finalmente empezar a sentirme bien de nuevo. Me ha costado mucho volver a confiar en las personas a mi alrededor. Ahora, gracias a esta decisión de volver a revictimizarnos, de volver a pasar por el mismo proceso de hace un año, solo puedo sentir de nuevo una profunda ansiedad y temor. Y ¡ojo! Pruebas hay. Las tengo, y muchas. Existen. Así que cumpliremos con el fallo, pero que por favor entiendan el peso que este tipo de decisiones traen en nuestras vidas y en el futuro de los derechos de la mujer. ¿Qué mensaje estamos enviando a todas las otras mujeres que han sufrido de acoso sexual? ¿Qué precedente estamos mostrando con este fallo? ¿No les parece que estamos incitando al miedo a todas aquellas que quieren denunciar?

Y a todos aquellos que dicen y exigen que revelemos nuestra identidad… ¿De verdad esperan que nos podamos sentir seguras de tener una vida normal después de hacerlo? Si tan solo siendo fuentes protegidas el escarnio público ha sido desagradable e indignante. Al ver que en un país como Colombia a algunas personas les duele más perder su prestigio cinematográfico de una persona que la dignidad de sus mujeres, prefiero mantener mi identidad protegida. Porque yo sé quién soy y sé lo que soy, entiendo el tamaño de mi corazón y mi valor como ser humano. Yo sé lo que me paso, y con el tiempo entendí que éramos una sociedad enferma cuando justificamos al agresor y culpamos a la víctima por pensar que un hombre que uno cree conocer lo puede agredir a uno su cuerpo, su integridad. Porque aquí, y en cualquier parte del mundo, NO ES NO. 

A Matilde y Catalina, solo puedo decir que su valentía, su profesionalismo, su enorme corazón y su tremenda empatía son un ejemplo para todas las mujeres y hombres del mundo. Que su amor por la causa me dio las agallas para entender mi valor como mujer, que su papel y lápiz han sido el arma más poderosa para combatir los años de machismo que se apoderaron de mí y que dejaron que me sintiera menos por ser mujer. Ellas me enseñaron con este reportaje que juntas somos más. Finalmente entendí que lo que me pasó esa noche no era una “torpeza de conquista”, como muchos dijeron, sino que fue un acoso sexual. Que me tocaron en contra de mi voluntad en partes de mi cuerpo que no quería que me tocaran, y yo pensé que era normal, porque la sociedad me enseñó que eso era algo normal que los hombres hacían y que era mi culpa por haberlo dejado entrar al Uber o haberme puesto un vestido. Gracias por proteger mi integridad, contra viento y marea, sabiendo todo lo que podría pasar.

Gabriela 

Caso Berlín

Volcánicas: ¿Qué te motivó a hacer esta denuncia periodística?

Gabriela:  Lastimosamente, esta no es la única situación de acoso que he vivido y cuando vi la oportunidad de hablar no lo dudé. Muchas de nosotras fuimos criadas con la idea de que este tipo de actitudes de parte de los hombres son parte del día a día, y que somos nosotras las que debemos bajar la cabeza, cambiar de forma de vestir, mejorar nuestro tono de voz, ser “más directas”, no quejarnos tanto, saber con quién meterse, no estar solas, tener un hombre que nos cuide, etc. 

Me tomó unos años entender que lo que había pasado no debió pasar. Me tomó unas cuantas conversaciones para entender lo incómoda que me había sentido y me tomó un par de meses, si no todo el 2020, recuperarme del miedo de haber tomado la decisión de denunciar. ¿Por qué soy yo, somos nosotras, las que tenemos que tener miedo a denunciar? ¿Por qué somos nosotras las que tenemos que aprender a convivir con la ansiedad? ¿Por qué somos nosotras las que nos tenemos que avergonzar? ¿Por qué somos nosotras las que tenemos que EXPLICAR? ¡NOSOTRAS! 

Ya es hora de que esto cambie. Si yo hablo hoy y cuento mi historia, seguramente alguien más lo hará y así nos volveremos una bola de nieve imparable. Lo hice porque estoy convencida de que esta es una de las formas de reeducar a todxs lxs que creen que somos nosotras las que debemos callar. Lo hice porque el/la que está leyendo estas líneas debe saber que no está bien el abuso, que eso no es parte del día a día y qué hay formas de evitarlo. 

Hoy hablo para que la vergüenza, la incomodidad y el miedo que sentí en ese momento no hayan sido en vano. Para que mi experiencia les ayude abrir los ojos a los que no quieren ver. Para que las que estén viviendo algo similar sepan que no están solas y sepan que hay otras vías de denuncia. Hoy hablo para que el verdadero culpable explique, se avergüence, se incomode y sienta el miedo que todas sentimos. Hoy hablo para liberarme, para dejar un peso que no es mío y que llevo cargando 7 años.

Volcánicas: ¿Qué opinas y cómo te sientes con respecto al nuevo fallo de la tutela que obliga a las periodistas a ampliar la información del reportaje?

Gabriela: Cuando me enteré de la nueva situación, el miedo de tener que recordar y tener que pensar en cada detalle con cuidado volvió. Ahora, aparte de miedo, siento rabia. Rabia contra la sociedad que no es capaz de creer cuando tantas mujeres diferentes hacemos ocho denuncias de acoso y abuso sexual. Rabia contra Guerra porque ahora debo llevar en mi corazón y en mi memoria la incomodidad de ese día, y repetir cada detalle para convencer a alguién de que lo que viví fue en serio. ¿Acaso no se dan cuenta del problema que hay detrás de la revictimización de las mujeres? Pienso en la falta de protección por parte del Estado a las mujeres víctimas de acoso y abuso sexual. Este fallo me hace pensar que nuestra voz no es suficiente. Que mi experiencia y la de las otras chicas no es suficiente. Que mi miedo y ansiedad no son suficientes. Que los años de silencio no son suficientes. Entonces les pregunto: ¿qué es suficiente? ¿Hasta qué punto debemos llegar para que esto cambie? La denuncia que hicimos es suficiente y creo que este fallo solo aleja a todas esas personas que quieren buscar justicia y hacer oír su voz.

Daniela 

Caso Ciudad de México

Volcánicas: ¿Qué te motivó a hacer esta denuncia periodística?

Daniela: Lo que me motivó a hacer esta denuncia periodística fue el hecho de que no quiero que le vuelva a pasar a ninguna otra mujer una situación en la que tenga que ejercer su fuerza física para quitarse a un hombre de encima, como me pasó a mí. Un “no” debería ser suficiente. Tristemente, este comportamiento es mucho más común de lo que imaginamos en el medio audiovisual, y, peor aún, hemos normalizado que personas con cierto “poder” en la industria tengan el “permiso” de hacerlo. 

Fue alarmante encontrar a algunas mujeres cercanas (con las que uno comenta algo tan íntimo) con historias similares o peores en un círculo social tan estrecho. Esto me hizo hacerme varias preguntas. ¿Cómo es posible que haya pasado tantas otras veces a distintas personas a lo largo del tiempo y que mucha gente sepa y nadie haga nada? ¿Por qué? ¿Porque estamos hablando del “cineasta más grande de Colombia”? ¿Eso le da derecho a abusar física y/o sexualmente de alguien? ¿Su talento basta para que todo un gremio lo defienda ante un abuso? ¿De verdad importa cómo haya ido vestida esa noche? Que me guste bailar, ¿da permiso a que alguien me bese a la fuerza y me toque? Si esto se siente tan mal, ¿por qué estamos tan acostumbrados a ver, escuchar o saber sobre este comportamiento y a aceptarlo dentro de nuestra “normalidad”? 

Creo que este es un tema del que es necesario que hablemos, que dejemos de justificar a personas por su talento o sus logros, y que si somos testigos de este tipo de comportamientos, que finalmente terminan siendo un abuso de “poder”, seamos capaces de denunciarlo. 

Volcánicas: ¿Qué opinas y cómo te sientes con respecto al nuevo fallo de la tutela que obliga a las periodistas a ampliar la información del reportaje? 

Daniela: Siento mucha impotencia. Hablar de este tipo de situaciones no es fácil, arriesgarse a hacerlo públicamente no es fácil. Es muy doloroso que se ponga en duda tu verdad después de una experiencia así. Si ha sido emocionalmente complejo haber hecho pública mi historia de manera protegida, no quiero imaginarme cómo me estaría sintiendo psicológicamente si en el artículo estuviera mi nombre. Y esto precisamente explica por qué la mayoría de las víctimas de acoso y abuso sexual prefieren guardar su identidad. Nadie quiere vivir con estigmas, etiquetas u opiniones de una sociedad machista y patriarcal. Por eso siento que es desconcertante el fallo de la tutela, creo que va en contra del periodismo de nuestro país, de los cambios necesarios para que el gremio audiovisual sea un espacio laboral sano y justo.

Eliana

Caso Bogotá

Volcánicas: ¿Qué te motivó a hacer esta denuncia periodística?

Eliana: Cuando decidí hacer la denuncia a través de un artículo de prensa, lo hicimos porque sabíamos que si lo hacíamos independientemente y con las herramientas legales, lo más probable es que no pasara nada, como ocurre en la mayoría de los casos en Colombia. Buscar hacerlo público fue nuestra manera de parar a Ciro, porque sabíamos que seguía buscando mujeres, muchas actrices, para hacerles lo que nos hizo a nosotras. El afán era que ellas supieran que tenían que tener cuidado y que no aceptaran esa cita, esa salida a bailar o esa invitación a su casa, sin saber a qué se exponían. 

Volcánicas: ¿Qué opinas y cómo te sientes con respecto al nuevo fallo de la tutela que obliga a las periodistas a ampliar la información del reportaje? 

Eliana: Sabemos que hay más víctimas, conocemos a algunas de ellas, sabemos de gente que conoce otras con historias similares a las nuestras. El problema es que el miedo sigue pesando más que las ganas de denunciar. Pero a mí, personalmente, no me cabe duda de que al final Ciro va a terminar en la cárcel. Ojalá. Después de él vienen muchos otros abusadores que espero que también caigan. De todas maneras, creo que ya es mucho lo que a las actrices y mujeres de la grabación nos ha beneficiado esta denuncia, siento en el set mucho más respeto y cuidado para con todas nosotras, así sea por miedo a ser denunciados. Yo me siento más segura. 

* Es posible y probable que haya otras mujeres que quieran contar sus historias. Por eso, estamos abiertas a hacer una segunda entrega. Para contactarnos pueden enviar un correo a volcanicasperiodismofeminista@gmail.com, una cuenta a la que solo tenemos acceso quienes firmamos este reportaje. También pueden buscarnos a través de nuestras redes personales: @matildemilagros y @catalinapordios en Instagram, @matildeymilagro y @catalinapordios en Twitter, o a través de la cuenta de Instagram de Volcánicas: @VolcanicasRevistaFeminista. Nosotras pondremos a su servicio nuestras capacidades como periodistas y guardaremos estricta confidencialidad sobre su identidad mediante la protección de fuentes.

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10 thoughts on “Más información y una nueva denuncia de acoso sexual contra Ciro Guerra

  1. No tenía duda de la diligencia en la investigación que ustedes llevaron a cabo y este artículo lo confirma más.
    Espero, por las víctimas actuales y las futuras víctimas de abusadores, que la verdad sea confirmada (social y legalmente).

  2. Si un/a periodista se declara parcial ha perdido el rumbo ético periodístico.. No basta con decir que hacen un periodismo serio, deben demostrarlo. Pero si se limitan a reportajes de «está dijo que este hizo tal cosa y yo le creo».pues dejan muy mal parado a un medio periodístico que como tal debería ser objetivo, veraz e imparcial.

  3. Total admiración hacia ustedes. Este es sin duda un trabajo implecable.
    Es demasiado triste que las víctimas de abuso tengan que ser revictimizadas por la justicia de este país.
    Pero encontrar espacios como este da esperanza.

  4. Sí. Todos los hechos son muy graves. Lo que pasa con estos comportamientos es que a veces terminan siendo considerados como «moralmente reprochables» y de ahí no pasan.
    Aquí también se habla de un «modus operandi» del sujeto Ciro. Un asunto es que el psiquiatra de su punto de vista desde la terapia dada a su paciente (la víctima) y nada diga referente al comportamiento del victimario. Ahí es donde está el gran dilema: Si Ciro acepta este tipo de comportamiento obsesivo (en todas las víctimas se presenta «un modus operandi»), repetitivo, con sus victimas («se da cuenta que este es el comportamiento de un depredador»), ahí ya hay unas connotaciones que tienen implicaciones fuertes en términos psiquiátricos tanto para las víctimas como para el victimario. En este sentido para que sea el proceso de sanación para todos, le tocaría reconocer a Ciro su problema mental y esto implicaría tener que indemnizar a las víctimas y afrontar todo el proceso judicial. De lo contrario todo seguiría como un ciclo repetitivo de nunca acabar.
    El asunto es que hay algunas teorías en las que se explica que en la mayoría de los casos el abusador fue en su momento abusado (esto no le da licencia para actuar, comportarse de esta manera), lo que no lo justifica, pero si reconociera este comportamiento, tendría la posibilidad de recibir una atención terapéutica que le ayude a resolver ese problema que ya es demasiado evidente. Sin esto no habrá cambio en su comportamiento y seguirá sufriendo y haciéndole daño a muchas personas más. Así lo niegue una y mil veces, su vida seguirá miserable. El principio del cambio es que de probarse los hechos que se le imputan, lo reconozca.
    El problema con el abuso sexual es que ocasiona grandes daños en las víctimas, creando traumas, que requieren mucha terapia, porque el abuso sexual implica que la persona abusada no entiende el comportamiento del abusador, además no entiende porque el otro «la está tocando», pero lo más grave es que el daño se ocasiona en la inocencia de la víctima. Las víctimas son violadas en su inocencia, y al no poder entender lo ocurrido, de ahí que muchas de las victimas de abuso sexual terminen siendo seres disociados. Lo que pasa es que por un mecanismo automático, el abusado trata de salirse del cuerpo, y el problema es que se va volviendo algo incontrolable para el abusado y llegan momentos o situaciones que frente a los meros recuerdos de lo ocurrido el individuo se disocia. De ahí que todos estas secuelas tienen que ser reparadas, se tiene que dar una indemnización para las víctimas, pero obviamente buscando primero que el abusador admita sus actos de abuso y que este también dispuesto a estar en una terapia. Mientras esto no se de, todos quedaran con secuelas difíciles de superar.

    Ahí les dejo esta inquietud.

  5. Felicitaciones a las valientes periodistas y a las también valientes sobrevivientes que se atrevieron a hacer público y visible el comportamiento criminal de este depredador sexual! Esperemos que la Justicia haga su parte, aunque no me hago demasiadas ilusiones porque en Colombia las leyes y los funcionarios que las aplican tienen marcados sesgos de género!

  6. Es muy impresionante el trabajo que han hecho!! Gracias por ser tan valientes. Muy triste la re victimización a la que están siendo sometidas las víctimas. Lo más triste de todo este caso es que Ciro Guerra siguen sin entender nada de nada, pero esperemos que se haga justicia y el mensaje de que no se puede seguir abusando y acosando a las mujeres impunemente le llegue a otros depredadores.

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