Por Cindy Morales
El día que Laura Weinstein murió, las redes sociales se inundaron de miles de mensajes sobre ella. Se hizo evidente el dolor y tristeza por su pronta partida, Laura no tenía ni 50 años, pero también la admiración y gratitud por su lucha: no solo era la directora de la Fundación GATT (Grupo de Apoyo y Acción a Personas Trans), sino una de las más importantes activistas y referentes para la población LGBTIQ+ en Colombia.
Múltiples orillas se encontraron alrededor de su recuerdo y legado. Desde un tuit de una diputada de la Asamblea de Madrid, España, llamándola “una mujer histórica”, pasando por la cuenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas, hasta personas del común para las que ella fue una maestra de vida, un faro en la lucha trans, una amiga.
Es que eso era Laura: una tendedora de puentes, aún entre los puntos más extremos, una tejedora innata de amistades que no dejan de recordarla.
“Nosotros le decíamos la verdadera madre Laura porque ella misma era un lugar de acogida, era un refugio. Actuaba desde ese lugar de aceptar a quien fuera en las circunstancias en que estuviera”, afirma Andrea Parra, abogada, activista y feminista, y una de las grandes amigas de Laura.
El testimonio de Andrea hace evidente que los lazos de amistad que creó Laura permanecen vivos y que alrededor de ellos estableció su resistencia: la amistad es también una conquista del feminismo y es una herramienta política. Es una forma de parar la colonización patriarcal y vertical establecida arbitrariamente en nuestras relaciones, para eliminar distancias, competencias y enemistades.
En el ensayo “The F Word: The role of women’s friendship in navigating the gendered workplace of Academia” se explica que la amistad entre mujeres es el resultado de una cultura que ha dividido lo público de lo privado: “Las amistades actúan como contraespacios que dan más relevancia a las necesidades femeninas y que pueden impulsar el desarrollo de ellas a todos los niveles”.
Eso fue lo que Laura hizo con sus amigues y lo que la convirtió en la ‘Madre’ de todes. En les amigues Laura encontró el antídoto en contra de la exclusión, una forma de multiplicar sus voces, una vía para entender la humanidad sin divisiones.
“Ser amiga de Laura fue un proceso de crecimiento paralelo. Obviamente ella iba mucho más adelante, pero definitivamente creo que entre las dos nos ayudamos a crecer. Hacíamos muchas cosas y conspirábamos juntas. Pero ya ahora sigo con mi propio proceso y ese quizás es el legado más grande que Laura me deja a mí: que ya puedo hacer mis proyectos y materializarlos”, cuenta Bibian.
La amistad también puede ser una defensa en contra de los discursos excluyentes que han llegado a las discusiones feministas con más radicalismos, especialmente biologicistas, como pasa con el movimiento TERF (Trans-Exclusionary Radical Feminist), del que Laura fue víctima y cuyo eje central es la transfobia: “Los discursos que posicionan a las mujeres trans y personas no binarias como una «amenaza» para las mujeres cis, eluden cómo la capacidad de las mujeres cis (blancas) para reclamar una posición de vulnerabilidad en este contexto es, en sí misma, un reflejo del poder que las mujeres cis (blancas) tienen sobre las mujeres trans (incluido ser sujetos de racialización). La capacidad de uno para ser conocido «vulnerable» está condicionada por la blancura y la normatividad de género”, explica el estudio TERF wars: an introduction (Guerras TERF: introducción) del centro de estudios de mujeres, género y sexualidad de la Universidad de Penn, en Estados Unidos.
Bibian Sophia Cáceres, coordinadora del Centro de Atención Integral a la Diversidad Sexual y de Géneros de Teusaquillo, explica que la amistad que Laura tejió se basaba en un ejercicio espontáneo, en el que ella veía al otro como un ser humano en varias dimensiones, tratando de desapegarse al máximo de los estereotipos: “En ciertos entornos -en quienes ejercen la prostitución, por ejemplo- las redes de mujeres trans son más mutualistas: yo me beneficio, tú te beneficias. Es una lógica cruda, pero real. Con Laura era otra cosa porque ella no necesitaba de nosotras. Su ejercicio era voluntario, solidario, sororo. Ella dio su vida por nosotros y por nosotras”.
“Ella era capaz de meterse en el mundo de cada uno, en la cápsula de cada uno y adaptarse a ella. Es que esa empatía que ella tenía con cada mundo particular era increíble. Conmigo era la ‘gatatilla’ (como le decía a Laura), y me maullaba, y salíamos a tomar tinto y a fumar cigarrillo y a reírnos de cuando éramos jóvenes y bellas. Reflexionábamos sobre nuestros procesos. Eso éramos”, detalla Bibian.
Sus amistades con Andrea, Bibian y Adriana, con las personas de GAAT (Grupo de Acción y Apoyo a Personas Trans) y demás amigues que se cruzaron en su camino, ayudaron a que Laura Weinstein no negociara con el patriarcado. Muy a su estilo, con amor y con burla, practicó la amistad como una respuesta a la hostilidad del exterior. Todes sus amigues eran un terreno seguro.
“Lo que significó Lau fue un rescate y una dignificación de mi vida misma. Cuando la conocí estaba atravesando por un proceso muy complejo de acoso laboral y ella me abrió las puertas no solo a la fundación GAAT, sino a su amistad. Fue a través de esa amistad donde empecé a verme desde otros ojos. No desde los ojos que me señalaban en el trabajo y que me decían que yo era X, Y y Z cosa, sino desde los ojos de una persona que me veía como un ser humano, que reconocía que yo estaba muy vulnerable en ese momento y que me acogió”, afirma Adriana Pérez, directora del Observatorio de Género de Norte de Santander.
Eso también lo confirma Andrea. “Es que yo creo que Laura se pasó la mayor parte de su vida escuchando a las personas”.
Quizás por ello sus amigas dicen que siguen teniendo conversaciones con Laura. No como algo pendiente, aclara Andrea, sino más bien como “una forma de tenerla presente y de preservar su memoria”, causas que defendió Laura junto con la población trans, en un país donde la edad promedio de una persona transgénero no supera los 35 años. No dejar de recordar a quienes se han ido, era una de sus banderas.
“Con Laura tengo una conversación perpetua y después de su muerte eso sigue vivo en mí. Lo que significa mi lealtad hacia ella, y mi amor hacia ella, no se acabó con su muerte. Esas conversaciones siguen” afirma Andrea.
Bibian también habla con su ‘Mana’, como ella le decía. Lo hace con una foto de Laura que tiene pegada en la pared, detrás de su escritorio, en donde armó lo que ella llama un ‘bosque’: una serie de macetas con bonsáis y helechos en la que sobresale la imagen de Laura.
Tras su muerte, varios de sus amigos le escribieron cartas abiertas, algunas de las cuales se publicaron en varios medios, en donde se evidencia tanto la grandeza de Laura como el legado que dejó: “Ella tuvo la visión de crear algo que la sobrevive”.
Su amigo Daniel González, quien hace parte del equipo de la Fundación GAAT, escribió en El Espectador: “Estoy feliz porque descansas, porque respiras de otra forma, porque nos acompañas desde otro lugar. Estoy feliz porque tu tránsito trasciende lo físico. (…) No te olvidaremos Lau, pues tu historia siempre será contada desde las organizaciones y activistas trans independientes que te recordamos y queremos”.
La propia Adriana escribió una carta en el diario La Opinión, de Cúcuta, en la que la llama su mentora y luego afirma que Laura fue su escuela, su familia y su gran amiga: “Generalmente, cuando alguien muere, quienes quedamos en el mundo de los vivos nos afanamos por buscar anécdotas especiales con esa persona para enfatizar el carácter exclusivo de la relación. Sin embargo, mi historia con Laura Weinstein es sólo una en una constelación mucho más grande y hermosa de vidas tocadas (y salvadas) por ella”, escribió Adriana.
Entonces, ¿qué nos espera en un mundo sin Laura Weinstein? ¿qué futuro feminista se hubiera imaginado ella? Sus amigas tienen varias respuestas:
Para Adriana, el futuro que Laura podría soñar es el feminismo de la calle: “El feminismo de las chicas trans que hacen todo lo posible día a día para sobrevivir en la plaza de Lourdes, en el Santa Fe. El feminismo que construyen grupos de apoyo. El feminismo de los que de una u otra forma no encajamos dentro de esos espacios de mayor poder e influencia dentro del escenario feminista”.
Para Bibian, el futuro lo dejó sembrado Laura con el proyecto de acciones afirmativas trans: “Eso pasará a la historia como un aporte de ella a la realización de nuestros derechos. Ella hace parte de la historia de la política pública LGBTI tanto Distrital como Nacional y su legado es imborrable. Y cada vez que pase algo yo diré: mire Mana, usted debe estar orgullosa de esto que está pasando”.
“Ella vería el futuro lleno de florecitas y fiesta perpetua. Donde todo el mundo se lleve bien. Donde todo el mundo sea y deja ser y todes bailen” dice Andrea.
*Esta entrega hace parte de las historias que sirvieron de inspiración para nuestra iniciativa #AmigasQueTodoLoPueden. Para conocer la convocatoria y postularte haz clic aquí«
Seguiremos en la lucha y sin cansancio para continuar el legado, los sueños y las realidades construidas de nuestra guerrera y madre Laura.
Te extraño mucho , es verdad. Pero cada instante te doy vida, porque intento seguir tus realidades con amor.??❣️???
Muchas gracias Cindy por este artículo. Es inspirador, poderoso y una celebración de la amistad y la vida que vivimos y la que nos trasciende y florece eternamente. No conozco mucho de Laura, pero esta lectura me ha invitado a conocerla. ¡Gracias!