La historia de Lido Pimienta es la de una mujer que confió en su talento, en lo que hace y triunfó. Salió de Barranquilla a Toronto persiguiendo sus sueños sin dejar sus raíces, por el contrario, honrándolas y revalorándolas con la perspectiva del lugar y la cultura a la que pertenecemos que trae consigo migrar, más aún, siendo una mujer afrocolombiana con raíces wayúu, y además, con una sensibilidad artística imposible de aplacar. Pero Lido no hace cualquier tipo de música, eso lo sabemos, hace música atravesada por todas esas experiencias, por su identidad, por el Caribe, la cumbia, el synth-pop, la electrónica y por el feminismo, presente en su vida, en su andar, en su programa de TV y en sus letras. Todo eso que es la música de Lido llegó al mundial de fútbol femenino en forma de himno, el himno que el fútbol femenino, las jugadoras y la hinchada feminista, las femififas, nos merecíamos.
En un deporte históricamente dominado por hombres, Créetela, el himno compuesto por Lido Pimienta para el mundial de fútbol femenino, llega como una reivindicación musical de esas historias poco contadas de las mujeres en el fútbol. Si pensamos en himnos futboleros, ¿se les viene alguna mujer a la mente? Shakira, quizás, pero una canción que ni siquiera habla de fútbol y que fue para un mundial masculino. ¿Y canciones que hablen de mujeres en el fútbol? No, ¿verdad? Porque no hay o las pocas que hay no han tenido suficiente visibilidad. ¿Por qué no teníamos referentes musicales en el fútbol femenino? Mucho himno de la Champions; mucho Maradó, Maradó; mucho, muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar; y hasta We are the champions que nada que ver, pero suena, pero ¿y ellas?, ¿y nosotras?, ¿dónde quedamos?. El fútbol femenino está haciendo historia y creando un nuevo relato para las mujeres en el deporte y, la música, que también construye narrativas e imaginarios, tiene que dar cuenta de ello. Esas historias importan y merecen ser contadas.
La canción de Lido lo hace, habla de esas historias, de las niñas que sueñan con ser futbolistas profesionales, los prejuicios, los estereotipos de género y demás obstáculos que enfrentan, pero también de la disciplina, del tiempo y el proceso y, por supuesto, de creer en ellas, en nosotras, de creernos el cuento, que pasa por deconstruir todas esas creencias patriarcales que nos han enseñado que el fútbol no es un deporte de mujeres, o que “jugar como niñas” es un insulto. Habla de luchar por los sueños, y esos sueños pueden ir desde lograr ser profesionales en eso que tanto nos apasiona y nos mueve el alma, hasta llegar a mundiales o conquistar grandes ligas, y en ese proceso hay también un ejercicio de convicción y seguridad, de manifestación y perseverancia, y de enfrentarnos a constantes escenarios que no han sido pensados para nosotras. Es la historia de Ana María Guzmán, de Lady Andrade, de Lorena Bedoya, de Linda, Manu, Cata, y tantas más.
A nivel de producción musical, la canción propone desde el sonido con el uso del sintetizador en los primeros segundos, un motivo característico a través de toda la canción, y con la voz de Lido, cruda y con muy poca, casi nula reverberación, que da la sensación de estarnos cantando de frente o susurrando al oído, entregando un mensaje directo, el mensaje que todas necesitamos escuchar, no solo las futbolistas, no solo las niñas que sueñan con serlo, sino todas nosotras, las mujeres que todo el tiempo estamos dudando de nosotras, porque nos hicieron creer que nunca somos suficientes. El mensaje llega con los ritmos característicos de Lido, que juegan con el Caribe, con Latinoamérica, con las semillas mezcladas con sonidos más contemporáneos como la electrónica, la programación de loops y de samples. Una reprogramación melódica deliciosa y necesaria que nació entre comadres, como tantas cosas maravillosas que ocurren cuando entre mujeres hablamos y compartimos nuestras experiencias.
“La canción tuvo varias manifestaciones, la primera fue en ukulele junto a mi comadre Kiki Barraza; escribí una balada que luego, cuando Nike se me acercó con la posibilidad de escribir algo para las mujeres del mundial, supe que ese himno/balada podría ser el comienzo de algo más emocionante. Luego me fui de gira y la producción fue muy rápida. En aviones y salas de aeropuerto, mientras esperaba aterrizar o despegar, trabajaba en audífonos y luego llegué a Bogotá y pude terminar las voces. ¡La canción fue un real ejercicio de CREÉRSELA, tal cual! Entre viajes, volando con mi hija a varios países, ¡uff! ¡La logramos!”, le contó Lido a Volcánicas en la conversación que tuvimos para hablar del himno mundialista que hizo junto a Nike.
“Empezó con pensar en ser mujer y sentir que siempre nos toca ‘esperar’ nuestro momento, pero de manera positiva. De saber que en esa espera hay disciplina, amor propio y ganas de ser las mejores en lo que hacemos, aunque nos miren o no”, agregó la artista.
¿Por qué nos cuesta tanto creérnosla? La historia de muchas
Aunque la canción se sitúa en un barrio colombiano, tiene el poder de representar las historias de miles de niñas de América Latina, incluso más allá del fútbol. Cuando nosotras escuchamos la canción, resonamos con ella, nos vimos ahí, reflejadas en la niña a la que le dicen lo que no puede hacer, a la que la sociedad entera trata por todos los medios de meter en sus estándares y cuando se sale de ellos, la castiga. Sabíamos que hablaba de fútbol, pero fácilmente podría hablar de cualquier oficio, profesión, meta o proyecto de vida que tengamos las mujeres y la dificultad de creer que podemos lograrlo.
Habla de todas las que dejamos o nos retiraron de la natación porque decían que nos iba a poner la espalda ancha, como “de hombre”, habla del síndrome de la impostora que nos ataca más fuerte a las mujeres y por eso nos preguntamos quién pudiera tener la confianza de un hombre blanco heterocis, habla del miedo que sentimos de hacer, de ser insuficientes porque eso nos han enseñado bajo los estereotipos del sexo débil, habla de todo lo que dejamos de hacer, habla de nosotras, de nuestras amigas, de nuestras mamás, y nos habla a todas.
Sobre eso quisimos ahondar con la autora y la directora de arte del video y artista visual, Orly Anan, barranquillera igual que Lido.
“Nos cuesta porque nuestro valor se le quiere atribuir solo a nuestro aspecto físico, y ese aspecto físico tiene un canon inalcanzable para más de 90% de las mujeres en el mundo. Todo lo que se haga, además de ser ‘bonita’ muchas veces pasa desapercibido. Pero siempre hay una luz al final de ese túnel interminable!”, responde Lido y agrega: “Yo siempre he sido artista. Nací artista y moriré como artista. Con madurez y muchas experiencias de vida he logrado llegar a ese punto en que cuando alguien no se convence conmigo, es muy su problema, no mío. Hasta cuando le daban premios a mis colegas que usaban mi arte, material o música y llegaban muy lejos en reconocimiento, o cuando me llegan cosas muy fuertes de plagio a mi obra, nunca dejo de creer en mí misma, pues me reconozco como la original y madre de todo lo que hago y soy”.
Al respecto, Orly opina: “a veces a las mujeres nos cuesta creérnosla por regímenes que ni siquiera nos pertenecen a nosotras, sino que han sido impuestos por la sociedad, por la desigualdad de género. Muchas veces no te toman lo suficientemente en serio, especialmente cuando llega el momento de cobrar o de dirigir. Claro que me costó trabajo creérmela y muchísimos años de trabajo hasta la fecha de hoy. Eso de creérmela siento que viene con una madurez alineada a la intuición, alineada a la vez al universo y a tu misión, cuando entiendes que todo absolutamente está en el lugar donde tiene que estar, entras en sinergia perfecta y ahí sí que te la crees”. En el video es claro cómo Orly representa esa necesidad de creer, quizás más desde la espiritualidad, a través de su arte: “La historia nace de querer traer deidades ancestrales de la tierra colombiana, inspirada en la leyenda del Dorado de la época precolombina. Quise crear tres deidades con poderes metafísicos y espíritu de animal para que fueran las guías de la jugadora”. En efecto, las 3 figuras creadas por Orly que vemos en el video hacen las veces de animales de poder que acompañan a la niña en ese difícil proceso de creer en ella misma, de creérsela.
En la narrativa visual de Orly para Créetela, el primer guía es el de la DISCIPLINA y representa la importancia de la dedicación y la perseverancia; el segundo guía es el del AMOR y personifica el poder transformador del amor y la compasión; el tercer guía es el del JÚBILO y representa la alegría, la celebración y el disfrute del juego. Disciplina, amor y alegría, la fórmula para creer y confiar en lo que hacemos.
Pero a veces, esos animales de poder son las otras mujeres que nos apañan, las amigas, las madres, las hermanas, las abuelas. Porque cuando las mujeres nos apoyamos y nos levantamos, cambiamos nuestras posibilidades, individuales y colectivas. Y eso también se refleja en el video, dirigido por otra mujer, la directora paisa María Camila Calle. Sobre trabajar con ella y con Lido, Orly nos contó que fue una sinergia fantástica: “Con Lido llevamos ya más de cinco años colaborando y dialogando siempre sobre el arte y con Camila fue la primera vez y la verdad es que siempre hubo muchísimo respeto y una colaboración absoluta”.
Reimaginar la victoria, darle tiempo al tiempo y brillar
Quizás mucho de este miedo irracional que nos frena tantas veces tiene que ver también con la noción de éxito que nos han vendido, dejando el proceso excluido de todo goce. Nos enseñaron a competir para ganar, no para disfrutar, y ese competir pasa por estarnos comparando todo el tiempo con el resto del mundo. Vale la pena repensarnos esa idea y hacernos una propia, más amable.
Para Lido la victoria consiste en “tener valor y hacer lo que amamos sin mirar atrás, solo mirando al futuro”. Para Orly, la victoria significa “estar alineada con el pensamiento, la palabra y los hechos, cuando logro materializar una visión, no importa la escala, eso es una victoria; cuando logro seguir adelante por más piedras que haya en el camino, sin bajar los brazos y rendirme: eso es victoria”.
Y quizás también, si hubiéramos sabido todo esto desde niñas, sería más fácil. Bienaventuradas las nuevas generaciones de maternidades y crianzas feministas que tienen más herramientas para darle a sus hijas e hijos. Quizás si le transmitimos eso a la niña que fuimos y que sigue existiendo por ahí adentro, estemos también a tiempo de creer en nosotras. Le preguntamos a Lido y a Orly qué mensaje le darían a las niñas que fueron y esto respondieron: “Que nunca se apague tu luz” – Lido. “Que siempre mire a los ojos, que nunca baje la cabeza, que nunca se compare porque cada uno está pasando por su propio proceso y que no tenga miedo al éxito” – Orly.
Y tú, ¿cómo te reimaginas la victoria y qué le dirías a la niña que fuiste para que esta adulta no tenga tanta dificultad de creer en ella?
Escúcha CRÉETELA, AQUÍ.