octubre 26, 2022

El terfismo en América Latina: un borrado histórico de las personas trans / Parte 3

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Ilustración de Carolina Urueta

El discurso del Vaticano dentro del feminismo

El término “ideología de género” surgió en el Vaticano en 1995, cuando la sede católica pidió a las Naciones Unidas reemplazar el término género por la palabra sexo por considerarla una palabra “clave” para hablar de homosexualidad. De acuerdo con un informe de la organización colombiana Sentiido, “El género existe y no es ideología”, eran tiempos de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer y de la Conferencia Mundial de Mujeres en Pekín, “puntos claves de la agenda mundial de igualdad de género” cuando el Vaticano se esforzaba por “mantener la asociación entre feminidad y maternidad como una necesidad ordenada por la naturaleza y por Dios”.

Otras fuentes como el libro ¡Habemus Género!, escrito por el Observatorio de Sexualidad y Política (SPW) en colaboración con el equipo de trabajo en sexualidades y géneros, Akahatá, dan cuenta de que en 1995 el papa Juan Pablo II llamó a crear un “nuevo feminismo” que reafirmara el “genio de las mujeres en todos los aspectos de la vida en sociedad”. ¡Habemus Género! explica que este “nuevo feminismo” anhelado por el Papa estaba basado en la idea de dos grupos sexuales considerados naturales y complementarios dentro de la estructura social: hombres y mujeres.

Las terfs encarnan ese feminismo que convocó el santo de la Iglesia católica, un “nuevo feminismo” binario que no tiene nada de novedoso y que es transfóbico y de derecha. Las coincidencias discursivas son innegables: las terfs dicen que quieren “abolir el género” y aún así, están en contra de expresiones como “personas menstruantes” porque alegan que la menstruación es exclusivamente experimentada por mujeres cis. Lo que hacen en la práctica con su insistencia en la categoría “mujer” como algo fijo y claramente determinado es reforzar ese sistema binario en el que tanto insiste la Iglesia Católica, y que es necesario para sostener una división de trabajo y un sistema de jerarquías que permite la explotación y marginación de ciertas personas en provecho de otras. 

La “ideología queer” es el re-branding  de la “ideología de género” 

El término “ideología de género” fue construyéndose en los textos del Vaticano, desde 1995, en documentos firmados por Joseph Ratzinger (Benedicto XVI), antes de que fuera Papa y cartas y discursos de Juan Pablo II ante instituciones internacionales como la ONU. Ha sido utilizado para hacer pasar la expresión de género como un invento y una amenaza y no como algo que hace parte de las expresiones sociales y culturales alrededor del mundo pues, tal como ha reconocido la CIDH, la expresión del género hace parte de la historia de los pueblos originarios (Two Spirit, Muxes, Hijra, Takatāpui, Wigunduguid, Winkte, Badés, etc.). 

La “ideología de género” también ha servido como eslogan de grupos evangélicos y fanáticos católicos y de campañas políticas como la de Bolsonaro en Brasil o  de la nueva gobernante de Italia, Giorgia Meloni. Es el concepto atemorizante con el que los antiderechos luchan en contra de una educación sexual integral en los colegios latinoamericanos, advirtiendo a padres de familia que les niñes pueden ser “incitados al homosexualismo”. También lo usan en contra de los derechos a la salud y el trabajo digno de las personas trans. La tensión política que han generado estos movimientos es tan fuerte que, por ejemplo, poco antes de las elecciones de 2018 en Brasil, una efigie de Judith Butler (teórica feminista queer) fue quemada en una protesta en São Paulo cuando ella estaba de visita.

El argumento de que negar de la diferencia sexual va en contra del “lenguaje de la naturaleza y de la moral”, como lo dijo Ratzinger en 1985, es uno de los principales dogmas de la retórica de la abolición de género, tanto para la ultraderecha religiosa como para el terfismo. 

Rodeando ese mismo discurso encontramos a figuras públicas como la activista transexcluyente británica Posie Parker, una de las voceras en contra de “el borrado de mujeres” quien ha declarado la necesidad del regreso de los “valores tradicionales”, pues ahora son “esos valores los que se acercan más a lo que realmente es ser una mujer”.

Hay bastantes ejemplos de las coincidencias entre la iglesia, la derecha y las terfs, no solo en cómo conciben el género sino en las estrategias legislativas y judiciales que impulsan y promueven: Eva Ixchel, psicóloga feminista, desde su proyecto “Feminismo Consciente”, ha aceptado que promueve los Esfuerzos de Cambio de Orientación Sexual, Identidad de Género o de Expresión de Género (Ecosieg) que han sido catalogados por la Organización Mundial de la Salud como una forma de tortura. 

A algunas de las fuentes entrevistadas, les preocupa el efecto que el discurso TERF tenga en derechos como el acceso a la salud de niñes y adolescentes LGTB. En la investigación de Sentiido mencionada anteriormente, se encuentran tres datos alarmantes: 60% de los jóvenes encuestados recibieron algún tipo de presión para cambiar su identidad de género u orientación sexual y 79% de quienes han pasado por las torturas físicas y psicológicas de las Ecosieg lo han hecho obligades por sus familias. 

Hasta hace pocos años, cuando estaba en efervescencia la discusión de la adopción homoparental en el mundo, muchas parejas homoparentales tuvieron que defenderse de ataques homofóbicos por parte de la derecha religiosa que insistía en que les niñes adoptades por lesbianas y gays corrían peligro de ser abusados sexualmente, o de “convertirse en gays” bajo la premisa de que las personas de la disidencia sexual eran pedófilas. 

Teresa Ulloa, directora de CATW (The Coalition Against Trafficking in Women) en la región de América Latina y El Caribe, tiene más coincidencias con la derecha que con el feminismo, pues ha expresado públicamente argumentos antiaborto y ha dicho cosas como que “España debería asumir el liderazgo de Iberoamérica con leyes abolicionistas”. Victoria Stéfano, periodista y activista travesti de Argentina, opina: 

“Cuando algo sacude tanto el tablero del juego como lo hizo el feminismo en América Latina, es preocupante para el régimen político instaurado. Se puede ver desde lejos que el movimiento feminista latinoamericano ha llegado para disputar el poder y resignificar años de penetración ideológica y subordinación a régimenes blancos y europeos. Esta es una amenaza más al feminismo que es, quizá, el mayor movimiento político que América ha visto en su historia entera. No es nada casual que justamente prendan muchísimo más en contextos donde los niveles de homofobia y transfobia se ven exacerbados frente a un abandono de los Estados. Ahí está la cuestión de todo esto: ¿Qué interés superior puede tener alguien que quiere que a las personas trans, que somos más o menos el 10% de la población mundial, nos excluyan de un movimiento si no es la división de ese movimiento que tanto ha venido a sacudir en términos sociales, políticos, históricos y culturales el mundo?”.

La activista María Luisa Peralta invita a que no veamos a las feministas transexcluyentes con ingenuidad:

“Se entiende este temor de la “ideología de género” cuando viene de un público masivo, yo entiendo que ese público general sienta que todo va muy rápido, que tenga temor de quedarse afuera porque ya es gente que está excluida de otras cosas. Pero, ¿a las feministas terfs les pasa lo mismo? Bueno, no. Ellas no son tan ingenuas. Algunas sí, muchas de esas chicas que ahora te salen todas con el pañuelo verde pero no han tenido ocasión de conversar, escuchar y leer. Pero otras, las que te vienen con el núcleo ideológico que produce ideas como ‘el borrado de las mujeres’, ellas entienden perfectamente de qué se trata. Ellas están explotando esos temores y conectan con estas otras mujeres que no están en la discusión feminista. Por eso te digo: no es que sea una gran masa transexcluyente, pero las transexcluyentes plantean las cosas de una manera que a veces engancha y a otras les hace sentido”.

Aunque lo niegue después, Laura Lecuona también afirmó en el Congreso Fundacional del Movimiento Nacional Feminista Abolicionista que hay un “feminismo verdadero” y “feministas reales”. Según ella, las mujeres transincluyentes, las que reconocen el trabajo sexual y aquellas que se identifican con lo tradicionalmente femenino, no lo son. Para ella, un “verdadero feminismo” se define por oposición y no por libertad. Las “críticas de género” como Lecuona niegan la posibilidad de las experiencias de mujeres desde la diversidad y desconocen que hay luchas que ni siquiera tienen que ser validadas por el feminismo para ser legítimas.

Audio de Laura Lecuona

Que tanto la iglesia como la derecha y las terfs se pronuncien como un frente antigénero ha creado una ilusión de que también hay un frente “a favor del género”. Sin embargo, las feministas transincluyentes no están buscando la perpetuación del género ni de sus estereotipos, están buscando que simplemente se reconozca que vivimos en un mundo en el que el género existe, como categoría que explica por qué ciertos cuerpos o experiencias se han configurado de una forma u otra a lo largo de la historia. No se puede eliminar el género porque no se puede cambiar el pasado y la forma en la que sigue impactando las relaciones sociales. Demonizar este concepto significaría eliminar una categoría que pone en jaque al patriarcado y a la idea de que el orden sexual es natural.

El poder y la legitimación de las académicas terfs

Lo que más le llama la atención a la socióloga española Carmen Romero Bachiller es que quienes articulan este discurso sean personas que llevan muchos años en la práctica y teoría feminista: “No les puedo dar la posibilidad de que gente con un conocimiento teórico como el que mantienen simplemente esté equivocada porque no ha entendido bien las cosas. Me temo que tienen capacidad para leer y para analizar. Entiendo que es una posición teórica que están escogiendo, pero es un lugar violento, es un lugar de privilegio, es un lugar que refuerza exclusiones y me parece un lugar que no es ni políticamente ni éticamente sostenible”, concluye Romero. 

Lucas Platero, docente e investigador, coincide en que hoy hay mujeres con posiciones conservadoras que no se habían visto desde hace un tiempo con bastantes similitudes con la Sección Femenina, una organización política franquista de señoras de derecha en España. “Para mí son señoras de clase media de 50 o 60 años que atraen a sus estudiantes o personas más jóvenes a través de redes sociales. O sea, sí hay una cooptación. Hay que entender que hay cosas que son racionales como discutir ideas y luego está lo emocional: la envidia, el enfado, la falta de reconocimiento, la pugna por el protagonismo”.

En su ensayo “Borderlands” la escritora trans afrodescendiente Gabrielle Bellot escribe sobre las declaraciones transexcluyentes de la feminista nigeriana Chimamanda Adichie quien dijo en una entrevista en Channel 4 News (un canal público británico) que las mujeres trans habían crecido con el privilegio masculino. El texto de Chimamanda Adichie “El peligro de una historia única” se había convertido en un referente en las lecturas feministas, pero al mismo tiempo contradijo su propia tesis al elegir una historia única para explicar la experiencia de las mujeres. Gabrielle Bellot dice: 

“Es difícil no sentirse excluida del feminismo cuando una de sus caras más visibles decide, con una risa burlona, ​​que en realidad no perteneces. Una conclusión importante de esto es que no debemos asumir que somos autoridades en todos los aspectos del feminismo simplemente porque somos autoridades en algunos de ellos. Cuando un ícono feminista, como Adichie, decide que su alto estatus en la comunidad feminista le permite hablar con soltura sobre cualquier cosa que se le proponga, corre el riesgo de asumir un falso sentido de universalismo, de autoridad que lo abarca todo. Ciertamente podemos hacer preguntas y ser críticos, pero debemos estar dispuestos a escuchar y aprender antes de ponernos en un pedestal autoritario”.

Las posturas de feministas legitimadas como Chimamanda Adichie, Marcela Lagarde, Alda Facio y Amelia Valcárcel o las de figuras literarias legendarias como J.K. Rowling hacen pasar su conocimiento sobre las experiencias de las mujeres cis como algo que está por encima de las experiencias de las personas trans. Las feministas jóvenes las admiran tanto que sienten que si esos argumentos vienen de ellas deben ser justos y razonables. Pero las mismas terfs lo dicen: la experiencia de las mujerec cis y las mujeres trans no son experiencias iguales. Ninguna experiencia de vida es igual a otra, aunque puedan tener similitudes. Las intelectuales terfs podrán conocer de marcos legales, de asuntos jurídicos e incluso epistémicos, pero desconocen –deliberada e intencionalmente– lo que significa ser una persona trans.

Los espacios educativos siempre han sido espacios de acoso hacia las personas LGTB, pero en los últimos años esto se ha recrudecido en todo el continente. Quizá el caso más polémico fue el foro “Aclaraciones necesarias sobre las categorías sexo y género” que realizó la Universidad Autónoma de México el 24 marzo de 2022, organizado por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades. Las invitadas fueron Amelia Valcárcel, Alda Facio, Marcela Lagarde y Aimée Vega, moderadas por la ex legisladora y profesora de la universidad, Angélica de la Peña.

En su participación, Amelia Valcárcel, además de decir que las personas intersexuales no existen o son un error de naturaleza, también invalidó otro tipo de teorías por no ser “ilustradas”. Durante su intervención en el foro, Marcela Lagarde citó a Gayle Rubin, antropóloga cultural estadounidense transincluyente, y la española Amelia Valcárcel la regañó por haberla mencionado. En el chat del zoom, que no es público pero cuyas notificaciones se vieron en la transmisión accidentalmente, Amelia Valcárcel escribe: “Cuidado con las alabanzas a quien no las merece. Marcela…tenemos que hablar de eso, aunque no precisamente hoy”. 


Sobre ese foro Lucas Platero de España nos dijo:

“Creo que Amelia Valcárcel no eligió ese foro al azar. Se puso a hablar de estas cosas en la UNAM, en una conferencia online, a propósito de ser un proyecto colonial español el de llevar la transexclusión a Latinoamérica. Porque en Latinoamérica los movimientos por los derechos sexuales y reproductivos son muy fuertes y con una agenda muy distinta: no siempre pensando en matrimonio igualitario sino en las travestis, en las trans y movimientos del trabajo. Mi impresión es que estas señoras, además de ser radfems, también tienen una mirada colonial y racista: “Vamos a decirle a las latinoamericanas lo que tienen que hacer porque ellas no saben”. No les tratan de igual a igual, ni siquiera a una señora tan famosa como Marcela Largarde. Es muy hiriente, pero es una actitud muy genuina, como que eso no estaba en el guión, pero le sale. Me parece que reproduce lógicas muy vergonzosas sobre la relación de España con Latinoamérica”.

Las personas trans no le deben teoría a nadie

A las personas trans se les cuestiona constantemente su existencia, pero cuando intentan explicarla no se les escucha. Rara vez son las personas trans las que ponen estos temas de conversación pues la energía, voluntad estratégica e intención pedagógica que tienen se desgasta en defender y justificar, una y otra vez, su existencia.

En entrevista con Volcánicas la activista mexicana Dana Corres insistió en que el movimiento trans tiene que “conceptualizar” para que las otras personas que no viven la realidad trans puedan entenderlas: 

“Hablo muchas veces de nuestras realidades a partir de nuestro cuerpo sexuado pero no me parece que eso sea violento, me parece que eso es válido y legítimo que yo como mujer que lleva 35 años viviendo en este cuerpo sexuado hable de mis experiencias, de mi vida y de mi cuerpo y de todos los procesos biológicos que vivo. Creo que es legítimo que las personas trans hablen de sus realidades y de qué significa transicionar. Para mí las mujeres trans son mujeres trans. Me parece importante que conceptualicemos qué es ser mujer y qué es ser mujer trans. Para mí ser mujer es ser una hembra humana adulta, que vive cierta experiencia en el mundo patriarcal a partir de su cuerpo. La teoría queer y el transfeminismo no han sido claros porque tú te metes a Tik Tok, por ejemplo, y lees a personas trans y las opiniones y conceptualizaciones varían mucho. Es un tema del que tenemos que seguir hablando, conceptualizando. Mi postura es la de aprender porque, insisto, no es una realidad que yo viva. Lo que me gustaría es que la teoría queer y transgénero sigan construyendo para entender mejor”. 

Pero cuando las mujeres trans hablan de sus experiencias, reaccionan a la defensiva: 

Con la pregunta sobre la conceptualización, constantemente tratan de poner en jaque a mujeres trans en entrevistas y debates, para ver si tienen una respuesta estandarizada. Cuando entre las múltiples respuestas a esa pregunta, las mujeres trans afirman que para ellas no hay una única forma de ser mujeres, entonces se sugiere que ni ellas saben qué son. 

Pero, ¿por qué es necesaria una definición de “trans” para que haya garantía de derechos? ¿Por qué se le están haciendo exigencias teóricas a una población cuya preocupación cotidiana en Latinoamérica es la de sobrevivir? Para las feministas con privilegios académicos y económicos es muy interesante el ejercicio de teorizar, pero para las personas trans es más prioritario el ejercicio de sobrevivir. 

Aunque existen muchas mujeres trans investigando y escribiendo en contextos académicos, como algunas de las entrevistadas para este reportaje, a ellas no las invitan a los debates ilustrados de las terfs. Asimismo, las feministas transexcluyentes desconocen el conocimiento empírico de líderes trans comunitarias porque no lo consideran suficientemente académico. 

En la investigación “¿Qué es el transfeminismo en América Latina?” de la organización colombiana Sentiido, les investigadores explican que en países como Nicaragua, Honduras y El Salvador la producción de un marco teórico no es prioridad pues los esfuerzos se concentran en la resistencia “frente a los niveles de violencia de la región y las preocupaciones políticas relacionadas con la autocracia de regímenes políticos”. En la investigación encontraron que Brasil, un país en el que 49,6% de la población es negra, el 80% de las víctimas de violencia transfóbica son mujeres trans y travestis negras: “allí, las transfeministas han visto la necesidad de hablar de un afrotransfeminismo para poder abarcar el problema de la transfobia en conexión con el del racismo estructural”, explican. 

Incluso la conceptualización es distinta y diversa en el transfeminismo: “travesti”, por ejemplo, es una palabra que piden no traducir porque contiene experiencias muy específicas, lo mismo pasa con el término “cochón” de Nicaragua, que no necesariamente coincide con la palabra “trans”. La artista nicaragüense Elyla Sinvergüenza explica que “cochón” se acerca más al término “no binario” pero ese viene del norte y no está atravesado por la raza ni la colonialidad de quienes se apropian de él y se reconocen como personas negras o de barrio.

“Históricamente, la academia, la medicina y la ciencia no fueron lugares neutrales. En todos ellos ha habido violencia hacia grupos marginados. Hay un debate ético detrás de querer teorizar algo” dijo. en entrevista para la revista Cambio la abogada colombiana Matilda González. En esa misma conversación con su colega, la abogada Ana Bejarano, Matilda reflexiona acerca de la fiscalización que existe sobre los cuerpos trans y su relación con el patriarcado de una manera que no existe para las mujeres cis u otros grupos de mujeres y lo complejo que es exigirle a las mujeres afro, por ejemplo, que sean expertas en feminismo antirracista y que expliquen su existencia una y otra vez para poder justificarse. 

No solo se les hacen exigencias académicas y teóricas a las personas trans para poder ser tenidas en cuenta como sujetos dignos de derechos humanos, sino que también se les hacen requerimientos estratégicos en su activismo. ¿Será que con toda esa rabia van a conseguir los derechos que buscan? ¿Será que tildando a todas las académicas de transfóbicas sí les van a poner atención? Y aunque a esa fiscalización del tono y de las maneras del activismo no deberíamos ser ajenas las mujeres cis, pues se nos han penalizado las emociones desde siempre, hay quienes se sienten con el derecho de poner en tela de juicio la digna rabia de las personas trans a las que las autoridades, las terfs y el patriarcado les dan todos los días razones para estar indignadas, dolidas, agotadas y furiosas. 

La peligrosa llegada del terfismo al Sistema Interamericano 

Vicky Hernández es un nombre emblemático que se pronunció frecuentemente y con mucho respeto en las entrevistas que hicimos a personas trans para este reportaje. Su caso es emblemático porque, por primera vez, la Corte Interamericana de Derechos Humanos responsabilizó a un país, Honduras, por el transfeminicidio de una mujer trabajadora sexual y obligó al Estado a una reparación que incluye el reconocimiento de los derechos de la comunidad trans. Parte de esta sentencia dice que como Vicky era trabajadora sexual, esto la hacía especialmente vulnerable ante la violencia, y la reconoce como una mujer trans. 

Una de los asuntos más relevantes de este caso es que se invoca la Convención Interamericana para Erradicar la Violencia contra las Mujeres de Belém do Pará, ratificada por varios países latinoamericanos en Brasil. La Convención de Belém do Pará estableció por primera vez en 1994 el derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencia y ha sido un instrumento fundamental para analizar transversalmente el caso de Hernández como trabajadora sexual, persona trans y mujer. Todes les jueces de la CIDH votaron a favor de que se integrara este instrumento para la sentencia de Hernández menos una jueza feminista: Elizabeth Odio Benito. 

El argumento de la jueza Odio Benito fue que esos instrumentos no podían aplicarse porque era una mujer trans y no una “mujer” y también utilizó el argumento del “borrado de mujeres”, algo que no está en el cuerpo de la sentencia pero sí en un salvamento de voto. En ese entonces, Odio Benito era presidenta de la Corte Interamericana y sigue siendo una de las abogadas más respetables en Latinoamérica. De hecho, académicas transfóbicas, entre ellas Alda Facio, emitieron un amicus curiae (una opinión escrita emitida por terceras personas sobre un caso que está estudiando la Corte Interamericana) para que no se reconozca a Hernández como mujer trans y, por tanto, no se “instrumentalice” la Convención Belém do Pará. Tenemos aquí un ejemplo concreto de cómo el terfismo ha llegado a lugares importantes de poder internacionales y cómo ha tratado de obstaculizar medidas reparadoras ante violaciones de derechos cometidas en contra de personas trans como Hernández. 


Alda Facio dijo en el Congreso Abolicionista sobre el caso de Hernández: “Sabían que era una mujer trans pero no una mujer. Cuando los policías la matan no están pensando que están matando a una mujer como si fuera un feminicidio, sino que saben perfectamente que no es una mujer y la matan. Por eso no se puede decir que Belém do Pará la cobija”. Eso lo dice antes de citar a la Real Academia de la Lengua Española para dejar claro a la audiencia cuál es el significado de la palabra “mujer”.

Audio de Alda Facio
Audio de Alda Facio

El 10 de octubre de 2022, la jueza mencionada emitió un voto parcialmente disidente en la Opinión Consultiva OC-29/22 en la cual se opuso a que las personas trans fueran integradas a cárceles de acuerdo con su género y en el que se refiere a las personas intersexuales como “variantes que estadísticamente son muy poco relevantes”. En el salvamento de voto dijo:“Esa perversa coincidencia reúne de unos años a esta parte un fenómeno social, psicológico, jurídico, de pretensiones filosóficas, que persigue, y de eso no hay duda alguna, borrar a las mujeres (sexo femenino) como sujetos políticos. Lo que, como dice Amelia Valcárcel, tanto le había costado al feminismo lograr. (…) Todos estos crímenes se cometen contra las mujeres por ser mujeres. Frente a esta irrefutable realidad, las personas transexuales alegan otra cosa: que son ellas las víctimas de una violencia más abrumadora”.

Alianzas terfs en la derecha, la izquierda y el centro

Ilustración de Carolina Urueta

El feminismo como movimiento político universal ha logrado impulsar una agenda de movimientos sociales por los derechos sexuales y reproductivos, de políticas del cuidado, de representación paritaria y de lucha antifeminicida, entre otros. Las feministas han transformado la política pública en beneficio de las mujeres en múltiples latitudes del mundo ya que sus intereses de avance en materia de derechos representan la mejoría de las condiciones de vida de aproximadamente la mitad de la población mundial (tomando en cuenta el subregistro de otras identidades no binarias y trans). Es por eso que resulta lógico que haya alianzas políticas entre feministas y funcionarios públicos, que haya participación política de feministas e incluso perfiles de activistas que se impulsan para tomar espacios de representación pública. 

La derecha y los sectores más conservadores también han intentado apropiarse del discurso feminista aunque al mismo tiempo se pronuncien en contra de luchas históricas del feminismo, como cuando las mujeres del Partido Acción Nacional en México, uno de los más conservadores del país, se proclamaron feministas pero aclararon que no apoyan la lucha por la despenalización del aborto. Muchas mujeres y hombres conservadores en el poder han tenido que hacer un rebranding (como lo llama la investigadora estadounidense-mexicana Julie Neuhouser), es decir, una modificación de su mensaje político e imagen pública para infiltrarse en el feminismo aunque sigan siendo antiderechos. Y ese sector, cuando no la ultraderecha más cínica, es el principal aliado de las terfs.

“Es más o menos lo que dice HazteOir y lo que dice Citizen Go: Las nenas tienen vulva, los nenes tienen pene. El discurso del feminismo transexcluyente en relación con la teoría queer es calcado del discurso del Vaticano sobre ideología de género, reproduce la misma estructura discursiva: “esto es solo ideología de género, no es real” y decir: “esto es solo teoría a queer y no es real”. Bueno, es lo mismo. Están diciendo: “estas personas, sus vidas, no son reales”. Entonces es muy preocupante que tengas todo este sector del feminismo que confluye en los hechos concretos, en la práctica, con la derecha más rancia”, opina María Luisa Peralta.

Holanda fue el primer país en dar luz verde al matrimonio igualitario en 2000, seguido por Canadá y España, en 2005. En 2010 Argentina fue el primer país en América Latina en legalizarlo. Luego, en 2015, comenzaron las legalizaciones de este derecho en México y en Colombia. Los avances en temas de derechos humanos como una educación sexual integral que informe sobre la diversidad sexual, la despenalización del aborto y las leyes de reconocimiento de la identidad trans, vienen siempre acompañados de movimientos antiderechos como el Pin parental, los grupos autodenominados pro – vida y la articulación global de las terfs. 

A pesar de que el terfismo se infiltró en los países latinoamericanos de una manera más o menos simultánea, pudimos encontrar hitos que marcan una ruta histórica: el Reino Unido que representa el renacimiento del discurso transexcluyente en alianza con la derecha y la religión, España que importó y tradujo esas ideas planteadas en Reino Unido y que por esa vía comenzaron a leerse y difundirse en Argentina, México, Colombia y más recientemente, en Centroamérica.

Reino Unido la región más “terfizada” del mundo

En Irlanda existe una red llamada LGB Alliance Ireland (que tiene representantes en Latinoamérica), un brazo del grupo antiderechos del Reino Unido que ataca a las personas trans e incluso ha hecho campañas en contra de las leyes de reconocimiento de la identidad de género y a favor de la exclusión de las personas trans de espacios binarios y sexistas. La organización Global Project Against Hate and Extremism (GPAHE) rindió un informe en el que incluye a la alianza LGB de Irlanda como un grupo de odio, con ideas de la extrema derecha, el conservadurismo social y profundas raíces católicas en este país. 

Un segundo hito en los derechos de personas trans en Reino Unido sucedió en 2018, cuando el gobierno realizó una consulta sobre las reformas de la Ley de Identidad de Género con el propósito de hacer menos engorroso el proceso para las personas trans y las campañas antiderechos incrementaron como respuesta. Justo al año siguiente de estas discusiones, nació la alianza LGB en Reino Unido. 

De acuerdo con algunas entrevistadas, esta región de Europa es la más “terfizada” de todo el mundo por la alta influencia de la prensa conservadora y el racismo. No es casualidad que una de las referentes del terfismo contemporáneo, la escritora J.K. Rowlling, sea británica, una región en donde, por cierto, sigue existiendo un régimen monárquico. 

España

En España la alianza más clara es la que ha tenido el partido fascista y ultranacionalista, Vox, con el Partido Feminista encabezado por Lidia Falcón en contra de la Ley Trans. Ambos partidos participaron en un evento organizado por HazteOír, la asociación antiderechos que se hizo famosa por recorrer varios países de Europa y Latinoamérica con un autobús naranja que llevaba la frase “Si naces hombre, eres hombre. Si eres mujer, seguirás siéndolo” y “Las leyes de género discriminan a los hombres” con una imagen de Hitler al lado.

Vale la pena analizar por qué una organización feminista, o una activista feminista, aceptaría aliarse políticamente con un partido cuya agenda está marcada por la insistencia en expulsar a los migrantes, por ejemplo, y derogar la ley del aborto, la eutanasia y la ley de violencia de género. 

Como respuesta a los debates terfs intensificados en España, feministas radicales transincluyentes lanzaron la campaña “Hasta el coño de la transfobia”. En su comunicado, las manifestantes señalan que las transfóbicas tienen, o han tenido, cargos en un único partido (PSOE) que ha ganado las últimas elecciones. Un partido que fomenta “la discriminación hacia las personas trans a través de las filiales feministas y cargos políticos a los que defiende por más dañinos que sean sus argumentos. No es la primera vez que asistimos a la instrumentalización de movimientos sociales para beneficio partidista. Partidos que aprovechan sus recursos para corromper las demandas sociales. Y en este caso del feminismo”. 

De acuerdo con la socióloga y activista, Carmen Romero Bachiller, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de centroizquierda, que preside España desde el 2018, también ha impulsado leyes que reconocen la autodeterminación de género:

“Quiero remarcar que el Estado español es un Estado que tiene un sistema de comunidades autónomas. Es muy parecido al federalismo, no llega a ese punto, pero es muy parecido. Y si no recuerdo mal, en 13 de las 17 comunidades autónomas ya hay leyes autonómicas que reconocen la autodeterminación de género para las personas trans. Esto es importante. Algunas de ellas se aprobaron el año pasado, apoyadas por el PSOE. Entonces todo este discurso es bastante surrealista porque mientras se están aprobando estas leyes a nivel de comunidad autónoma, en el Parlamento Español se plantea un bloqueo por parte de activistas del PSOE. Todo esto provoca, incluso dentro del PSOE, una fractura insostenible”.

La Diputada y presidenta de la Comisión de Igualdad del Congreso de España Carmen Calvo ha dicho públicamente que “el sujeto político del feminismo son las mujeres” y ha rechazado la “autodeterminación sexual”. Ella forma parte del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) que está gobernando en coalición con el partido Podemos y desde ahí ha encabezado la postura oficial en contra de los derechos de las personas trans.

Ángeles Álvarez, también del Partido Socialista, es una de las terfs más conocidas en España. Antes apoyaba al colectivo LGTB dentro del gobierno, movimiento al que ahora define como una “sopa de letras”. Hay fotografías de ella en proyectos a favor de los derechos de las personas trans: las fotografías todavía existen, pero su apoyo no. La derecha y las terfs han coincidido incluso en el debate de la Educación Sexual Integral como sucede actualmente en España, en donde terfs como Ángeles Álvarez y el partido de ultraderecha Vox han acusado a Irene Montero, ministra de Igualdad del Gobierno de España y defensora de la Ley Trans, de hacer “apología de pederastía” al pedir educación sexual para les niñes.

En España, La intersección, un equipo de personas dedicadas a la investigación y a la estrategia digital, publicó el “Análisis de narrativas trans en Twitter: el odio está muy coordinado, pero no es mayoría”, en el cual capturaron 231K tuits mencionando realidades trans y no binarias, leyes de diversidad, educación sexual en diversidad y uso del lenguaje inclusivo entre el 1 de agosto de 2021 y el 1 de junio de 2022. Una de sus conclusiones es que el apoyo a la comunidad LGBT domina la conversación, pero la extrema derecha y el sector transexcluyente están hiperconectados, pues intercambiaron 785 retweets de una comunidad a otra. 

Mientras que la narrativa dominante de la ultraderecha es que hay una “degeneración cultural que se distrae con cuestiones absurdas sobre el género”; las transexcluyentes reclaman que “sus voces están siendo silenciadas” y que son acosadas. También critican el tratamiento de transición a menores de edad y celebran cuando las mujeres trans son excluidas del deporte.

El análisis muestra que las agendas de la comunidad trans y LGBT son más diversas y muestra que “se dedica una gran parte de la atención a las denuncias y las reacciones a ideas contrarias. Esta presencia preponderante de contenidos reactivos puede significar que se pierden oportunidades y energías para promover las agendas propias, defender explícitamente la Ley Trans o visibilizar narrativas positivas que puedan movilizar más allá del conflicto”. Una de las conclusiones del estudio invita a reflexionar sobre el tratamiento que se les da a las denuncias, en especial a las agresiones: “¿Qué otras maneras tenemos para apoyar a las víctimas?”, preguntan.

Argentina

En Argentina las posturas y posiciones de poder de las terfs dentro de espacios jurídicos y académicos son de utilidad para los partidos políticos de derecha. María Luisa Peralta comparte que hay feministas transexcluyentes en el partido de Macri, en la Unión Cívica Radical y en el kirchnerismo, porque no les resulta políticamente incompatible. 

Sin embargo, de acuerdo con la periodista argentina Victoria Stéfano, la lucha por el derecho al aborto en Argentina ha marcado una pequeña distancia entre la derecha más conservadora y las feministas radicales: 

“En Argentina este movimiento transexcluyente tiene una pata más de intelectuales y juristas que va detrás de la transexclusión. Presentaron un recurso de amparo en contra del censo 2022, en particular en contra de las categorías mujer, trans y varón diciendo que estas categorías “desdibujaban a las mujeres” y la existencia femenina dentro del censo. Esto no es nada menor, porque Argentina y el movimiento feminista argentino también se han caracterizado por la difusión de los marcos jurídicos y de los marcos legislativos”.

De acuerdo con la Agencia Presentes, las firmantes contra la categoría de “mujer” y “varón” en la casilla de identidad de género son funcionarias públicas e investigadoras de instituciones de renombre: María José Binetti, doctora en Filosofía por la Universidad de Navarra, España e investigadora del CONICET con sede en el Instituto Interdisciplinario de Estudio de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, y Graciela Tejero Coni, historiadora, directora del Museo de la Mujer e integrante del Consejo Asesor ad honorem del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidades; Valentina Cruz, profesora de filosofía y licenciada en Psicología; Marisa Andrea Piumatti, directora del Instituto de Estudios Legislativos del Colegio de Abogados de La Plata e integrante de la agrupación Mujeres en la Abogacía; y Julieta Luisa Bandirali, presidenta de la Comisión de la Mujer de la Asociación de Abogadas y Abogados de Buenos Aires.

Argentina, cuya historia reciente ha mostrado que las acciones en las calles pueden tener efectos en la legislación y la política pública, tiene una tradición de más de 35 años de organización feminista. Desde 1986 se realiza el Encuentro Nacional de Mujeres que, posteriormente, tras mesas de trabajo y nuevos acuerdos, cambió su nombre a Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias, un encuentro masivo feminista que ha llegado a concentrar más de 80 mil participantes en ciudades que no son Buenos Aires. Las mujeres, lesbianas, personas no binarias, hombres y mujeres trans se desplazan para este encuentro, que con su nuevo nombre, se propone reconocer otras identidades sexuales y de género así como la presencia de pueblos originarios y personas migrantes; no obstante, algunos sectores denuncian que la inclusión no es tan efectiva como se enuncia. 

Estas discusiones han fragmentado el encuentro en dos. María Luisa Peralta, activista lesbiana argentina, aclaró que esto ya había pasado antes cuando las lesbianas de su generación se retiraron de los Encuentros Nacionales de Mujeres porque eran espacios heterosexistas y homofóbicos: “Porque el movimiento feminista explota el trabajo de las lesbianas a lo loco. El trabajo físico, intelectual, emocional, nuestro tiempo, y después siempre somos un renglón de reivindicación al final del volante. (…) ¿Por qué tu alianza va a ser con quienes tienen un lugar de poder en el sistema heteropatriarcal? La mujer heterosexual está en un lugar de poder sobre una lesbiana, frente a una oferta laboral, las lesbianas tienen menos chances que una heterosexual y un montón de privilegios distintos”, dijo. 

La apertura a otras identidades implicó una fractura importante entre las feministas argentinas. Una parte de las participantes de años pasados se desmarcaron del Encuentro Plurinacional y reclamaron el nombre anterior, que se limitaba a nombrar a argentinas y mujeres. La periodista argentina Victoria Stéfano recuerda el Encuentro Nacional de Mujeres de 2019 como un momento de tensión pues, un año antes, Alika Kinan, una superviviente de redes de trata, hizo pública su postura transfóbica: “Hoy la postura de las feministas que no dejaron pasar a la transfobia en los encuentros tiene frutos. Fue el mismo movimiento el que dijo que si había que romperse algo se rompía pero con nosotras las travas adentro. Y me parece que eso también habla de un movimiento que ha tomado una posición firme”. 

México

En México la transfobia está vinculada con organizaciones de derechos humanos, activistas en contra de la trata, escritoras, académicas, políticas de derecha y de izquierda y colectivas feministas jóvenes. El terfismo está diluido y es difícil, aunque no imposible, trazar las principales alianzas. 

La alianza política de la que más se ha hablado es la del sector Calderonista (por el ex presidente del Partido Acción Nacional – PAN, Felipe Calderón) con la colectiva Las Brujas del Mar, específicamente con Arussi Unda quien en el 2020 apareció en la revista TIME como una de las 100 personas más influyentes, con un perfil sobre ella escrito por la famosa periodista y activista en contra de la trata, Lydia Cacho. Unda ha negado las alianzas a pesar de las fotografías, interacciones en redes sociales y videos que la muestran como simpatizante del PAN. Desde Volcánicas intentamos contactar a Unda para una entrevista a través de su número personal, pero no tuvimos respuesta.

Arussi Unda, originaria del estado de Veracruz en el sur de México, simpatizaba con el PAN ( partido católico y de derecha) por lo menos desde el 2012.

Sin embargo, el momento de mayor exposición fue en 2019 después de que la colectiva Las Brujas del Mar convocaran al famoso Paro Nacional de Mujeres “Un día sin nosotras”, el 9 de marzo. Desde ese momento, cuando no era pública la postura TERF del colectivo, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador señaló que había personajes panistas detrás de la convocatoria del paro nacional. 

Más de una persona cuestionó la rapidez con la cual el Paro 9M de Brujas del Mar fue apropiado por empresas e instituciones ligadas al conservadurismo. Al paro se sumaron Los legionarios de Cristo, la red de Universidades Anáhuac e incluso el Arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López. De hecho, algunas activistas mexicanas han denunciado la cercanía de esos colectivos feministas con personas vinculadas a El Yunque, una organización ultrasecreta que se vincula directamente con el nacimiento del PAN (particularmente con los hermanos Margarita y Juan Ignacio Zavala, esposa y cuñado, respectivamente, del ex presidente de derecha Felipe Calderón) y organizaciones de ultraderecha como Hazte Oír y Citizen Go. 

En su artículo “La fidelidad quebrantable: el feminismo transexcluyente frente a la amenaza de la ultraderecha”, la investigadora estadounidense – mexicana Julianna Neuhouser escribió sobre documentos filtrados a WikiLeaks que revelan que HazteOír identificó a las feministas radicales transexcluyentes como aliadas potenciales desde 2017, al respecto dice: “Hay que elogiar a las feministas radicales por su resistencia a los actuales intentos del movimiento transgénero de eliminar el cuerpo femenino de nuestras leyes”.

Eme Flores, activiste mexicane de la Red de Resistencia y Disidencia Sexual y de Género, explicó en entrevista con Volcánicas que la figura de Arussi Unda de Las Brujas del Mar hoy ya no está solo en espacios del PAN: 

“Una vez que sales en el Times ya no tienes que estar estrictamente en lugares partidistas, pero eso no significa que no lo haya estado durante todo ese tiempo. Estos grupos como el calderonista pueden estar integrados por personas del PRD (centroizquierda) y el PRI (centroderecha) también, no solo del PAN, y eso es algo que replican muchos grupos transfóbicos, sobre todo los que dicen trabajar en contra de la trata. Por ejemplo, Rosi Orozco, activista contra la trata, de quien se supo desviaba dinero y ponía a víctimas de trata a ser sus secretarias, a lavarle los platos, los pisos, fue un escándalo. Por supuesto, todas se volvieron a juntar con ella tiempo después. Pero Rosi Orozco es parte de un ministerio que se llama La Casa en la Piedra, uno de los grupos evangélicos que más apoyó a Calderón. Son este tipo de alianzas que tienen los grupos religiosos y feministas, que no son estrictamente de un partido u otro. Además, estamos hablando de la misma época cuando el PAN se alió con el PRD”.

Arussi ha dictado talleres y conferencias por invitación de políticos como Enrique Vargas, Coordinador del Grupo Parlamentario del PAN y Diputado en el Estado de México. Pero además, Las Brujas del Mar han colaborado con organizaciones antiaborto. 

Las Brujas del Mar son una colectiva popular entre las jóvenes feministas mexicanas y una de las organizaciones terfs con más integrantes, pero no son la única ni la primera colectiva feminista operada bajo intereses políticos en México. Las Hijas de la MX fue probablemente la primera colectiva de mujeres que nació del calderonismo, integrada por empresarias con una postura antiaborto. 

Flores dice que cuando Arussi Unda entró en contacto con Las Hijas de la MX estaban intentando impulsar la campaña en contra del hoy presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), articulación que terminó en lo que ahora se conoce como Nosotras tenemos otros datos, una campaña para exigir al gobierno mexicano información, políticas públicas y presupuesto para los derechos de las mujeres. Sin embargo, según Eme, esta campaña mediática “la soltaron a la mitad cuando se dieron cuenta de que Arussi era mucho mejor usándola”, pues la primera propuesta era muy al estilo panista conservador y demasiado obvia como oposición al gobierno de AMLO. 

Hoy, Desirée Navarro López, integrante de la colectiva HijasHijos del Mx, es la directora de la Dirección General de Igualdad de Género y No Discriminación de Coyoacán, una de las delegaciones de la Ciudad de México. También forma parte de la coalición 50 + 1, un grupo de políticas mexicanas de varios partidos cuya relación con Arussi Unda también ha sido comentada. 

Brujas del Mar figura como una de las organizaciones firmantes en contra del “borrado de mujeres” de la organización británica Declaration on Women’s Sex – Based Rights (WDI) junto con la Organización Nacional de Mujeres del PRD, Mujeres de la Sal, la Red Nacional de Mujeres Defensoras de la Paridad en Todo, la Colectiva Asteria, el Archivo H. Lesbianas – Feministas México, Yan María Yaotólotl, y la Colectiva B – Mid.

La infiltración de la derecha en el feminismo y las alianzas de ultraconservadores con terfs en México es interminable: integrantes del Colectivo Asteria han colaborado con el Partido Verde Mexicano de Texcoco; Patricia Olamendi, cuyo perfil está en una página llamada “Abogadas influyentes” y representante de la ONU Mujeres en México, forma parte de la organización Nosotras tenemos otros datos y también se pronuncia públicamente sobre el “borrado de mujeres”. Olimpia Coral Melo, del Frente Nacional para la Sororidad, ha cuidado su discurso en redes sociales pero en eventos ha repetido la narrativa del “borrado de mujeres” y se ha posicionado en contra del trabajo sexual, de acuerdo con tres fuentes y la corroboración de una de las reporteras. 

El terfismo no está solamente en la oposición. También está dentro del partido de izquierda actualmente en el poder, Morena, o como se le conoce en México: La Cuarta Transformación o 4T. Dana Corres, quien ha defendido la militarización del gobierno de Andrés Manuel López Obrador diciendo que “el ejército está llevando la paz a las calles”, es cercana a José Merino, titular de la Agencia Digital de Innovación Pública del gobierno de México.

En la presentación de la Agenda Morena Mujeres 2022, la académica Yan María Yaoyótl atacó los derechos de las personas trans y los tildó de “fuerzas misóginas neopatriarcales”. 

Otros activismos antitrans de la 4T los representan la historiadora Karla Motte y Valentina Thelema, del Partido Revolución Democrática (PRD), una persona no binaria que respalda discursos terfs y ha sido cuestionada por la misma comunidad LGBT por sus discursos misóginos. Por otro lado, Renata Turrent, fue candidata por Morena para un puesto de elección popular y Carol Arriaga fue Secretaria de Mujeres en Morena con un periodo que terminó precisamente después de que dijera que las mujeres trans no existen. De hecho, Carol Arriaga y Arussi Unda realizaron una colaboración para el periódico Terf morenista La Regeneración, un video llamado “¿Qué es el borrado de mujeres?” que se transmitió cuando Carol Arriaga todavía era Secretaria de Mujeres en Morena e incluso aparece el logo de este partido. 

México es un país con una larga tradición de grupos de choque, estrategias políticas de infiltración en movimientos y una violencia que es más evidente en algunas zonas del país, como el Estado de México, en donde se registra el mayor número de feminicidios de todo el territorio nacional, hecho que ha provocado movilizaciones en contra de violencias machistas lideradas, incluso, por niñas. Algunas de las acciones por parte de colectivas radfems, como Feministas Satánicas, están dirigidas más en contra de la comunidad trans y las feministas transincluyentes que hacia el propio gobierno con quienes incluso tienen contratos para dictar talleres. 

En Toluca, Estado de México, una ciudad pequeña con una zona industrial muy grande, se ha encontrado uno de los casos más claros de la influencia del movimiento transfóbico. Así lo cuenta la activista transfeminista Daniela Medina

“En el 2018, comenzamos a hacer unos grupos de lectura entre amigas y a formar nuestra base feminista. Teníamos una unión muy padre, muchas ideas y cosas por hacer y organizamos nuestras primeras movilizaciones masivas. Antes nuestras marchas eran de 30 mujeres más o menos e hicimos un Brillantazo que llegó a 100 mujeres hasta que el 8 de marzo convocamos entre 12 y 16 mil mujeres en las calles de Toluca, algo histórico. Nunca tuvimos represiones, nunca tuvimos miedo de que algo nos sucediera. Yo he sido activista por mucho tiempo en otros temas y había visto conflictos y amenazas con el gobierno pero nunca nada tan fuerte como lo que sucedió después de que llegaran las feministas radicales, ellas nos complicaron mucho. Quien ahora es líder de una colectiva radical transexcluyente llegó un día a nuestros espacios. Era muy insistente en acercarse a mí y a la colectiva que formamos en ese momento que se llamaba La Kraken Feminista. Comenzó a jalar a las más jóvenes y a meterles un discurso radical de mala manera, había un par de lesbianas que en otra junta nos contaron que ella les decía que le daban asco y vergüenza porque trabajaban temas de diversidad sexual y las comenzó a agredir. Nos enteramos de que a muchas les decía que les iba a leer el tarot y que en esas supuestas lecturas les hacía creer que habían sido violentadas de niñas y tenían muchos traumas, que necesitaban comenzar a ser misándricas”. 

Nathaly N. es como han identificado a la líder de los grupos feministas de choque Feministas Indómitas o Feministas Satánicas o Raíces Radicales, entre otros, porque el grupo cambia de nombre constantemente. La misma colectiva radical que prendió fuego al Congreso del Estado de México, al mismo tiempo que colaboraba con capacitaciones para el gobierno. Medios locales registraron que el 5 de junio de 2021 las Feministas Indómitas Radicales quemaron durante dos horas el recinto legislativo sin que intervinieran bomberos ni policías estatales. Daniela Medina apunta que, durante movilizaciones importantes como la protesta por el feminicidio de una profesora muy querida en la comunidad, las Indómitas han estado ausentes pues las radicales nunca hacen interpelaciones directas al gobierno sino que, según ella, trabajan para él. 

En marzo de 2021, terfs del Estado de México agredieron físicamente a una mujer trans en la manifestación por la aprobación de la Ley de Identidad de Género en Toluca. Otras organizaciones feministas del Estado de México han levantado la voz para denunciar a este grupo de choque pues también ha filtrado información personal de activistas y ha acosado violentamente a feministas transincluyentes como Daniela Medina que tuvo que huir de Toluca por las amenazas. 

El activismo de esos grupos de choque se centra en bloquear iniciativas como la Ley Trans, pero no apoyan exigencias para alcanzar otros derechos como la despenalización del aborto en el Estado de México pues, cuando colectivas feministas convocaron a activistas y organizaciones al Congreso para garantizar los derechos reproductivos, ellas no firmaron el manifiesto. Daniela Medina contó que en Toluca, en una calle en la que se dedican al trabajo sexual, una mujer trans murió desangrada en una esquina por la mutilación de su pene. La policía nunca llegó: 

“Muchas de nosotras queríamos abordar esos temas y las radicales comenzaron a decir que no. Yo me acuerdo de esa junta: estábamos en un café en el centro de Toluca y hablábamos de lo importante que era eso y que las familias de las víctimas tuvieran un lugar privilegiado dentro de nuestras movilizaciones. Ese día tampoco fueron las que encabezaban la colectiva radfem, mandaban a sus representantes a decir que no iba a haber padres de víctimas de feminicidio porque ellos eran unos violentadores y no lo iban a permitir, que no iban a permitir “que un señor que pudo haber violentado a una compa pusiera cara triste y diga que le duele que asesinaron a su hija” y que tampoco iban a permitir que estuvieran las compas trans en nuestra movilización. Un día de la nada amaneció la ciudad de Toluca llena de pintas de transfobia. Las pintas decían que “las mujeres no tenemos pene” y “pateamos trans”, agregó.

Toluca, Ciudad de México y Mérida no son los únicos lugares de México en donde las colectivas terfs le dan la espalda a las víctimas con discursos y acciones violentas. En noviembre de 2021, una colectiva TERF de Guadalajara, Jalisco, agredió verbalmente e intimidó con bates de béisbol y aparatos de choques eléctricos a una mujer trans y a su novia con discapacidad en un parque de la ciudad. La pareja fue al evento de Mercadita Resistencia Feminista GDL a comprar, pero una decena de feministas transexcluyentes les cerraron el paso y les pidieron irse por un camino que era complicado para su desplazamiento en silla de ruedas. El ataque se hizo público y colectivas trans y feministas organizaron una protesta en contra de la transfobia como respuesta. Un mes antes se había registrado el ataque de ácido a una mujer trans en la misma ciudad, el agresor fue un hombre. 

Feministas transexcluyentes como Dana Corres defendieron a las agresoras, hecho que está contemplado en la definición de la violencia de género y la violencia por prejuicio: justificar hechos de violencia después de ocurridos. Corres dijo: “En el caso de lo que pasó en la Mercadita Feminista, me parece que los espacios segregados son legítimos. Hay mujeres que quieren estar en espacios de solo mujeres y es válido. No me acuerdo si llegó a violencia física, según yo, no. Me parece que el enojo está bien y enojarse no es violencia. Además se rompió el diálogo por ambas partes”. 

Colombia

La alianza del terfismo con la derecha colombiana es un poco más complicada de rastrear pero se evidencia, sobre todo, en el movimiento anti trabajo sexual, que afecta indirectamente a las personas trans que ejercen ese trabajo. Y aunque no haya una alianza tan explícita o evidente con la derecha, sí hay feministas transexcluyentes que tienen la intención de incidir en las políticas públicas y la legislación del gobierno actual. 

La Colectiva Feminista Radical La Raíz de Bucaramanga, la articulación WDI Colombia, la Corporación Feminista Mujer, Denuncia y Muévete de Cúcuta y la Colectiva ReEvolución Feminista de Valledupar, firmaron una carta dirigida a la vicepresidenta de Colombia Francia Márquez, a la primera dama Verónica Alcocer y a senadoras y ministras, en la cual piden al gobierno de Petro “que actúe para garantizar el bienestar de mujeres y niñas en razón de su sexo” y “que se observe de manera crítica perspectivas individualistas que relativizan la condición material de las mujeres”. 

WDI Colombia también publicó una entrevista con Alejandra Vera, abogada y directora de la organización colombiana, Mujer, denuncia y muévete, en donde pregunta a Vera si considera que existe una relación entre los grupos a favor del trabajo sexual, la “explotación reproductiva” y “grupos antitrans”. Vera responde: “El Estado colombiano ha privilegiado el enfoque de ‘derechos’ y el ‘género’ (esa horrible palabra) enfoque. Entonces, las mujeres trans le dan trabajo a la gente del Estado. Esa es la inclusión. Esas personas son las mujeres secretarias, las mujeres directoras… están en el servicio público en cargos en el Estado.”

Censura y estigmatización del activismo

Ilustración de Carolina Urueta

Transexcluyentes como la colombiana Carolina Sanín, la mexicana Laura Lecuona y la escritora inglesa J.K. Rowlling han acusado de censura, hostigamiento y violencia a transactivistas y defensores de derechos humanos que cuestionan sus discursos por identificarlos como discriminatorios y excluyentes, por calificarlos de transfóbicos. La realidad contradice esas denuncias de censura: siguen publicando libros, dictando clases y teniendo acceso a foros académicos, articulándose con organizaciones del norte global, entre otros espacios de opinión pública, sin perder el capital cultural y la validación que necesitan para continuar expresando y difundiendo sus ideas. A pesar de sus reclamos, transactivistas como Matilda González han afirmado públicamente que el silenciamiento de las terfs no es lo que quieren ni reclaman, que lo que reclaman es el derecho a poder criticarlas.

Abierto el tema de la supuesta censura de las terfs, se abre una pregunta sobre la desproporción y falta de diversidad en los debates públicos y en los medios de comunicación: ¿Cuántas periodistas, editoras y columnistas trans hay en los medios de comunicación latinoamericanos? Periodistas y columnistas trans han señalado que existe una censura basada en el género directa e indirecta hacia ellas y una desproporción en la representación del debate de la identidad de género en los medios latinoamericanos porque quienes tienen las plataformas públicas son las mujeres y los hombres cis.

Es importante recordar que el ejercicio de censura es un ejercicio de poder como hemos podido ver, las terfs tienen poder político, económico y académico, mientras las personas trans no tienen acceso a los mismos espacios y en ese sentido, no tendrían cómo censurarlas. Por el contrario, sí encontramos que medios hegemónicos deciden no publicar las voces trans porque han sido “demasiado críticas” de sus columnistas y de sus publicaciones, como ha denunciado la periodista Láurel Miranda por su experiencia en el periódico Milenio y en el medio Cultura Colectiva. Entonces, ¿cómo es realmente este ejercicio de censura? ¿En manos de quienes está realmente el poder?

Al ser este debate sobre la identidad de género uno que las académicas han denominado como “teórico”, la prensa ha sido una plataforma ideal a través de la cual se difunden ideas transexcluyentes, argumentando que su rol es el de facilitar debates importantes y salvaguardar la libertad de expresión de sus columnistas, a pesar de que rara vez encontramos en ese “debate” la contraparte de las voces trans.

Lo anterior, sin mencionar el periodismo desprovisto de enfoque de género de la mayoría de los medios latinoamericanos. Lina Cuéllar, cofundadora del medio colombiano Sentiido ha expresado su preocupación por la “poca o nula formación en temas de diversidad en las universidades, y mucho menos respecto de temas LGTBQ+”. Una opinión que se repitió cuando, en el marco del Festival Gabo 2020, periodistas de Sentiido, Colombia Diversa y Agencia Presentes dictaron un taller para explicar algunos errores comunes de los medios que caen en errores como: “exotizar las identidades travestis y trans con el fin de generar morbo, invisibilizar las violencias contra personas LGBT+, usar un enfoque estigmatizante de las noticias, no usar la terminología adecuada, no incluir suficiente contexto en las historias, hablar del pasado de una persona trans (incluido su nombre anterior) innecesariamente o equiparar una orientación sexual o una identidad de género con un estilo de vida, entre otros”. 

Un ejemplo de este tipo de periodismo revictimizante hacia las personas trans es la columna que el periódico Milenio publicó a principios de este año del escritor Román Revueltas Retes llamada “Soy transgénero y te rompo el cráneo”. En ella Revueltas critica la presencia de mujeres trans en categorías femeninas del deporte y, para probar su punto, menciona el supuesto caso de Fallon Fox, una atleta de combate que “le fracturó el cráneo a Tamikka Brents, su adversaria, en una pelea que apenas duró dos minutos, en 2014”. Poco tiempo después de que se hiciera viral la noticia, la audiencia misma aclaró que el caso al que él se refería era una noticia falsa y el medio tuvo que añadir la siguiente nota al final de la columna que, por cierto, nunca bajaron y sigue publicada: “La referencia del autor es errónea, la misma Fallon Fox lo aclaró el año pasado en una publicación en su página de Facebook. Enterado de su yerro, Revueltas prepara una corrección que aparecerá en este mismo espacio en breve”. 

Y mientras que a columnistas que esparcen mentiras les dan el beneficio de la fe de erratas, e incluso mantienen sus textos publicados a pesar de saber que son falsos, a otras columnistas como Láurel Miranda sí las censuran. El mismo periódico, Milenio, en el 2021 borró una de las columnas de Láurel sobre el feminismo transexcluyente después de que colectivas como Brujas del Mar ejercieran presión en las redes sociales. Al respecto Miranda nos dijo que:

“hay una contradicción que los medios de comunicación no terminan de resolver y no creo que la vayan a resolver pronto porque, desafortunadamente, en México todavía tenemos esta premisa de que los medios tienen que ser objetivos y neutrales y no tienen que tomar partido. En ese no tomar partido, los medios están intentando quedar bien con las feministas radicales, grandes clientes, y con la comunidad trans. En ese camino están siendo incongruentes con su línea editorial. A eso hay que sumarle que la mayor parte de medios hegemónicos en México están conformados y liderados por hombres blancos y heterosexuales en los cuales es muy fácil que el pensamiento terf prenda. Si los medios de comunicación están en manos de ese tipo de personas ¿qué podemos esperar? Me parece que el discurso terf ha azuzado el pensamiento cisheterosexual de estos hombres que están frente a los medios de comunicación y les han dado legitimidad para sacar a relucir su transfobia”.

De acuerdo con la Alianza de Medios Mexicanos, solo el 8% de los medios de comunicación son dirigidos por mujeres. El Instituto Reuters también ha analizado la desigualdad de género en el liderazgo a partir de un estudio a 240 grandes medios digitales concluyendo que en promedio las mujeres ocupan el 21% de los 179 puestos jerárquicos en las redacciones de los 240 medios analizados pero el porcentaje varía por país: desde un 7% en Brasil hasta un 50% en Estados Unidos.

“La persona que define qué es noticia tiene importancia práctica y simbólica. Quienes ocupan los principales puestos editoriales ejercen poder e influencia y representan tanto a su organización como a la industria en su conjunto”, explica el Instituto Reuters.


A finales de septiembre de este mismo año, la comunicadora Renata Turrent invitó a su programa en Capital 21, un noticiero oficial del Gobierno de México, a Mauricio Dimeo y Itzel Suárez, activistas transexcluyentes, que hicieron comentarios como “la teoría queer invade los espacios feministas”. Cuando la comunidad trans expresó su preocupación porque en un programa pagado con dinero público se invitara a personas de ultraderecha sin ningún contrapeso en sus discursos, personajes como Dana Corres, Violeta Vázquez-Roja de la revista Chamuco, Antonio Attolini de Morena y antes de Yo soy 132, salieron a reclamar: ¡censura!

Para la abogada colombiana Matilda González Gil existe un lenguaje de manipulación con el que les agresores se victimizan a través del miedo a ser canceladas sin observar la realidad:

“Son personas escribiendo libros, recibiendo premios, en cargos directivos. Mientras la realidad de las mujeres trans, o por lo menos mi realidad en Colombia, ha sido de censura, falta de pagos y renuncias porque mi jefe era un maltratador horrible con todas las mujeres y conmigo peor por ser una mujer trans. Me sentí sola cuando hice estas denuncias contra un medio de comunicación ‘progre’. Sentí poca solidaridad de la gente cercana, una lealtad súper tóxica en la que nosotras somos daños colaterales y, como nunca hay una pelea por nosotras, como nadie va a tomar posición, se vuelve algo muy desgastante. Cuando hablas de los efectos del terfismo, el impacto que ha tenido en mi vida es que es tolerado en ámbitos de derechos humanos y cuando he querido defenderme, muy poca gente toma posición. No es visto como un discurso de odio, sino como una opinión aceptable. Eso es lo que está en juego: La idea de que nuestras vidas valen menos”. 

González se refiere al programa “La Prohibida” del periódico colombiano El Espectador estrenado en abril de 2018. La dirección de El Espectador, encabezada por Fidel Cano, invitó a González a colaborar sin formalizar el pago ni las condiciones laborales, pero cuando el programa comenzó a ganar audiencias, Matilda González solicitó formalizar su participación en un espacio que había ayudado a construir como profesional, pero también aportando experiencias personales. Sin embargo, no lograron llegar a un acuerdo sobre las ganancias que le correspondían a González (ellos le ofrecían 10% y ella solicitó 40%), y al final el periódico bajó el contenido. 

La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) envió una carta a ambas partes el 22 de marzo de 2019 confirmando que hubo censura: “Frente a una discusión civil sobre derechos de autor, El Espectador impuso unilateralmente consecuencias sobre la libertad de expresión censurando el acceso a contenido previamente disponible”. 

En Inglaterra, según varias de nuestras entrevistadas, hay un incremento de artículos alarmistas transexcluyentes en la prensa, razón por las que la mayoría de las referencias de “noticias” de las terfs vienen de esa región. Por otro lado, en Estados Unidos hay periódicos como The New York Times y la cadena de noticias Fox, que han tenido invitados transfóbicos cuyas columnas y participaciones siguen girando en internet. 

La organización de defensa legal sin fines de lucro en Estados Unidos Southern Poverty Law Center informó el año pasado que había rastreado un incremento en los ataques de la ultraderecha a las personas trans y la revista Valeurs Actuelles ha hablado de una “epidemia trans”. La derecha transfóbica en los medios es un tema que ya ha sido analizado antes y va más allá de los países que aborda este reportaje. Sucede también en la revista francesa Marianne, por ejemplo, una publicación online islamofóbica que escribe sobre la “ideología transactivista”. En República Dominicana, una de las figuras públicas que repiten este discurso es una periodista llamada Argénida Romero. 

Una de las censuras más sonadas en los últimos años sobre el tema del transactivismo sucedió en septiembre de 2021 en un proceso editorial compartido entre Reino Unido y Estados Unidos. Volcánicas habló con la periodista Jules Gleeson, quien entrevistó a la filósofa feminista estadounidente Judith Butler para el medio The Guardian de Estados Unidos. 

Jules Gleeson es una escritora trans que nació en Londres y vive en Viena. Ha sido ampliamente publicada y ha realizado conferencias alrededor del mundo además de hacer comedia stand-up. El año pasado coeditó la antología ‘Marxismo transgénero’ y está escribiendo un libro sobre la liberación intersexual desde la década de 1990 hasta el presente. Desde hace una década ha estado interesada en las cuestiones teóricas sobre crítica de género aunque la entrevista a Judith Butler fue algo que le ofrecieron, no algo que ella buscara. 

Gleeson explicó en entrevista con Volcánicas que, aunque la sede principal del periódico The Guardian está en Londres, también hay un The Guardian en Estados Unidos con una organización, supuestamente autónoma y con algunos contenidos de explícito apoyo a las personas trans. Por esta razón la editora (a quien prefirió no nombrar) se acercó a ella y le dijo que The Guardian US (Estados Unidos) era muy diferente a The Guardian UK (Reino Unido): “Lo creí al pie de la letra y por esa razón estuve feliz de aceptar la entrevista que, obviamente, sabía sería algo controversial, porque de todas maneras se leería en Reino Unido y las entrevistas anteriores con Butler habían provocado cierta controversia en internet entre las feministas más antitrans. Y aunque es algo que sí quería abordar, realmente no pensaba priorizar mucho eso en la entrevista, especialmente porque Butler ya había hablado sobre el tema varias veces antes”. 

Pocas horas después de haberse publicado la entrevista completa, el portal eliminó un fragmento de la entrevista en la cual Butler se refería al feminismo transexcluyente y sus alianzas con la derecha. Como la entrevista completa alcanzó a estar online muchas personas alcanzaron a leerla, guardando y compartiendo ese fragmento que fue posteriormente borrado, supuestamente para que el medio se protegiera de una potencial denuncia.

La pregunta que Gleeson le hizo a Butler, cuya respuesta fue eliminada, se refería a que los movimientos feministas se están volviendo simpatizantes de la extrema derecha, preguntándole si ella creía que esa alianza iba a continuar. La respuesta de Butler fue: 

“Es muy espantoso y, a veces, bastante aterrador ver cómo las feministas transexcluyentes se han aliado en contra del género a lado de la derecha. El movimiento en contra de la ideología de género no se opone a relatos específicos de género, sino que busca erradicar, entre comillas, el género como concepto o discurso, campo de estudio o aproximación al poder social. A veces afirman que sólo el sexo tiene fundamento científico, pero otras veces apelan a mandatos divinos de dominación y diferencia masculina. No parece importarles contradecirse. Las feministas terfs, trans excluyentes y las llamadas escritoras críticas de género también han rechazado el importante trabajo de la filosofía feminista de la ciencia, que muestra cómo interactúan la cultura y la naturaleza, como Karen Barad, Donna Haraway, Harmony Hammond a favor de formas regresivas y espurias del esencialismo biológico. La ideología antigénero es una de las corrientes dominantes del fascismo en todos los tiempos, por eso las terfs no son parte de la lucha contemporánea contra el fascismo, que requiere una coalición guiada por luchas contra el racismo, el nacionalismo, la xenofobia y la violencia cultural. Uno que tenga en cuenta las altas tasas de feminicidio en todo el mundo, que incluyen altas tasas de ataque a personas trans y de género queer. Continúan diciendo que el movimiento Antigénero hace circular el espectro del género como una fuerza de destrucción, pero en realidad nunca leen ni estudios de género. Las conclusiones rápidas y temerosas toman el lugar de los juicios meditados. Sí, algunos trabajos sobre género son difíciles y no todos pueden leerlos. Así que tenemos que ser mejores para llegar a un público más amplio. Sin embargo, tan importante como es poner conceptos complejos a disposición de una audiencia popular es igualmente importante para fomentar la investigación intelectual como parte de la vida pública. Desafortunadamente, vivimos en tiempos intelectuales y el neofascismo se está normalizando más”. 

Sobre el pedazo de la entrevista que fue censurado, y sobre la amplia difusión que alcanzó a tener dicho fragmento gracias a haber estado al aire completa durante unas horas, Gleeson dijo: “Todo se volvió un poco irónico a medida de que las cosas continuaron. La sección se eliminó en la web. Una cosa importante es que estamos hablando de Estados Unidos que es un país diferente a Reino Unido, algo que tenía en cuenta cuando acepté hacer la entrevista y asumí que el artículo sería editado, publicado y alojado en una de las páginas del sitio web [de Estados Unidos]. Pero lo que parece que sucedió es que al final pasó por el equipo editorial británico. Las personas con una postura más transexcluyente fueron quienes finalmente tomaron las decisiones sobre su edición y el artículo escaló fuera del equipo de The Guardian US. Al final, el periódico de Estados Unidos en realidad no tenía tanta autonomía como me dijeron en un comienzo. Lo que creo es que muchas quejas transexcluyentes alcanzaron a llegar al periódico en el poco tiempo que estuvo publicada la pieza completa. No estoy segura exactamente del grado de organización que hubo, pero claramente hubo muchas respuestas muy, muy rápidas, dentro de la primera hora de la publicación de esta pieza. No quiero ser conspirativa y sugerir que los miembros del equipo editorial de The Guardian en Reino Unido estaban preparando a la gente o alertándola, pero no estoy muy segura de cómo pudo haber ocurrido este tipo de cambio. Mi conjetura es simplemente que se había avisado a una cierta cantidad de activistas críticos de género antes de que saliera esta entrevista”.

Gleeson opina que la censura a posturas que defienden los derechos humanos de las personas trans es cada vez más común: The Guardian UK suele hacer mezclas de publicaciones con columnistas cis obsesionados con el tema transexcluyente y de vez en cuando lo mezclan con contenido protrans, para proyectar una imagen de “neutralidad”. Y esto no se queda en Reino Unido, sino que existen grupos transfóbicos europeos que se presentan con orgullo en otras partes de Europa con pancartas: “Había una especie de terrorismo o de colonialismo en Europa que ahora ha llegado a un punto en el que gran parte del material ha sido traducido al alemán porque se ha vuelto un tema candente en Alemania como en Austria. Estas cosas se están exportando a otros lugares, me han dicho que hay feministas turcas con el mismo discurso y usando el mismo tipo de terminología” dice Gleeson.

Lucy Meadows era una maestra trans de Reino Unido que se suicidó en marzo de 2013 después del acoso transfóbico de la prensa británica. La escuela no tuvo ningún problema en recibirla tras su cirugía de reasignación, pero enviaron una carta a los padres de familia para explicar “la situación” de Lucy, como si la identidad de género de una maestra fuera problema de alguien distinto a ella misma y como si ese asunto de su vida privada mereciera ser difundido y explicado de manera pública. La presión mediática fue tanta que en enero de 2013 ella interpuso una queja en la Comisión de Quejas de la Prensa por el acoso, en especial por un artículo de Richard Littlejohn en el Daily Mail que se titulaba: “No está en el cuerpo equivocado, está en el trabajo equivocado”. 

Le preguntamos a Jules Gleeson si señalar los discursos de odio de las personas transfóbicas le parecía un acto de censura y cuáles, según ella, deberían ser los marcos de discusión para abrir el diálogo sin limitar la libertad de expresión, pero señalando los discursos discriminatorios. A esto nos respondió que a las personas transfóbicas sí hay que responderles pero con una atención muy bien planeada y dirigida:

No estoy en condiciones de decidir qué se puede y qué no se puede publicar. Siento que cualquier publicación que se venda sobre la base de este tipo de discurso y retóricas discriminatorias está poniendo en peligro a personas. Hay un sentido de responsabilidad e implicación de estas publicaciones, así que no veo ninguna razón para no protestar o agitar o presionar para no publicar este tipo de material. Pero también es algo inevitable que si alguien, hoy, quiere encontrar una plataforma para poner esa perspectiva en el mundo, lo hará. Hay un límite en cuanto a la censura de cualquier individuo en particular. El único argumento con el que no estoy de acuerdo es la presión personal hacia alguien, porque eso simplemente los alentará o atraerá más atención. Hay personas haciendo carreras enteras solo por adoptar perspectivas de extrema derecha”.

Gleeson también nos dijo que no se puede desconocer que los medios de comunicación que se lucran con sus publicaciones, usándolas para publicar ideas transexcluyentes y transfóbicas, están generando un daño y eso tiene implicaciones éticas. Nos dijo que algunos medios están haciendo dinero con discursos que dañan a las personas trans y que eso debe hablarse y criticarse abiertamente. Al final de la entrevista, cuando le preguntamos si encontraba una similitud entre el fascismo y el terfismo nos respondió: “Las personas trans entendemos mucho mejor el fascismo que lo que las fascistas podrían jamás entendernos a nosotras”.

¿Qué debemos hacer entonces frente a la violencia trans?

Desde violencias simbólicas como golpear una piñata de la bandera trans, hasta impulsar leyes transodiantes u obstaculizar leyes inclusivas como la Ley Trans en España o el censo con información de identidad de género en Argentina, los hechos muestran que la violencia es hacia las personas trans y no al contrario. Los datos muestan que la supuesta violencia de las mujeres trans hacia las mujeres cis no existe, y si existe, lo hace de forma compleja y no simplista: así como también ocurre la violencia entre mujeres cis. Mientras organizaciones, colectivas y personas trans o no binarias en Latinoamérica intentan sobrevivir y avanzar en la lucha por sus derechos, un sector privilegiado que se hace llamar feminista les ha declarado la guerra. 

La mayoría de las personas entrevistadas coinciden en que el terfismo es un discurso al que hay que plantarle frente. ¿Pero cómo podemos oponernos a la violencia por prejuicio sin darles plataforma y sin terminar contribuyendo a su difusión? En España, dice Lucas Platero, lo que no ha funcionado es minimizarlo. Hay una urgente petición de la comunidad trans a no dejarles “soles” ante este odio que está avanzando cada vez más hacia regiones ya de por sí transodiantes y discriminatorias. Pero hay otras activistas que sugieren estrategias distintas a la de la minimización, como dice Peralta

“Hay que confrontarlas. Un problema que les venimos reclamando a algunas compañeras feministas, sobre todo cisheterosexuales que se dicen aliadas, es que hablen más y discutan con sus compañeras cisheterosexuales transfóbicas. Ahora con la fractura del Encuentro Plurinacional dicen ¡ay, qué tragedia la ruptura del encuentro! ¿Pero qué es lo que van a priorizar? ¿Una unidad a título de qué? Pasemos en limpio. ¿Cuáles son las líneas de alianza? ¿Cuáles son los principios que se están defendiendo? Es decir, hay que tomar más la palabra, hay que tomar posición pública y hay que confrontar al interior de los movimientos de altas esferas. Creo que además hay que exponer todo lo que tienen en común con las derechas religiosas a las que ellas dicen enfrentar. Son sectores totalmente ligados a las empresas multinacionales, a los regímenes neoliberales y al supremacismo blanco en Europa, en América, en África. Hay que exponer que este feminismo transexcluyente está siendo congruente con este tipo de gente. La verdad es que hay cosas muy grandes que se construyen también con gestos pequeños. Todo el mundo puede hacer. Todo el mundo puede no reírse del chiste estúpido en la televisión. Puede decirle algo a su compañero de trabajo. Puede hablar con mi hija que tiene un compañerito trans de la escuela. Mostrar que las personas trans son parte de la vida cotidiana, parte de nuestras vidas, mostrar que son parte de las vidas de otras personas”.

La abogada Matilda González de Colombia coincide en que la estrategia no es el silencio, sino otorgarle plataformas a las personas trans para que sean visibles no solo a través de los ataques y las narrativas terfs, que la agenda transfeminista no esté determinada por el terfismo. Juli Salamanca, de La Red Comunitaria Trans, critica las “aguas tibias” dentro del movimiento feminista: “Acá sí tenemos que pensar juntas y juntes en una estrategia con la que el movimiento feminista vuelva a inspirar y vuelva a permitirnos ser mejores personas y vuelva a permitirnos llenarnos de fuerza, amor, pasión, para hacerle frente al enemigo que está afuera”. 

Algunas reflexiones finales

Este reportaje evidencia los vínculos ideológicos entre el terfismo, la iglesia católica y la derecha ultraconservadora, así como la existencia de alianzas entre feministas transexcluyentes y partidos políticos, en su mayoría de derecha, aunque también están presentes, en menor medida, en partidos de centro e izquierda, instrumentalizando al feminismo para negociar sus cuotas de poder. 

Las entrevistas, datos e información aquí reunida permite visibilizar más ampliamente la existencia de una articulación internacional abocada a obstaculizar leyes que garantizan los derechos de las personas trans que se sostiene sobre premisas antiderechos que parten de la negación de las identidades y vidas trans, y son violentas no solo contra las personas trans sino también contra feministas transincluyentes y trabajadoras sexuales. 

Encontramos que el terfismo se erige como el nuevo proyecto colonialista del Reino Unido y España que se expande por América Latina, desconociendo la existencia de feminismos latinoamericanos, así como sus aportes teóricos y experienciales que demuestran que el sujeto político de la lucha antipatriarcal no lo definen solo las feministas blancas, ni es tan sencillo como pretenden que sea.

El terfismo es, en conclusión, un movimiento esencialista, anticientífico y con una fuerte influencia del discurso religioso que desconoce la diversidad sexual y de género, así como la historia de otras luchas de mujeres y de la propia historia de las personas trans que han compartido espacios y violencias con las mujeres cis. 

Pero, aunque las desconozcan, las personas trans y no binarias han existido y existirán y sus luchas seguirán demandando espacios de representación, de reivindicación y de reconocimiento. Esperamos que este reportaje sea de ayuda para desmantelar los orígenes y las formas de operar del terfismo.

Lee la primera parte de este reportaje acá

Lee la segunda parte de este reportaje acá

Espera mañana la publicación del reportaje completo.

CRÉDITOS

Reportería: Katia Rejón y Arlen Molina

Análisis: Katia Rejón, Matilde de los Milagros y Catalina Ruiz-Navarro

Edición: Matilde de los Milagros Londoño Jaramillo 

Revisión editorial: Alejandra Soriano W.

Fact checking: Katia Rejón

Consultoría editorial: Matilda González Gil

Ilustraciones: Carolina Urueta y Lina María Rojas

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