Este texto no tiene pretensiones teóricas, estas líneas son más un manifiesto de algunos principios que creo fundamentales en nuestro andar de desaprender lo racistas que somos. Son piensos personales y evidentemente encarnados que surgen de mi experiencia como una mujer negra — trans que se trenza el cabello como una acción principalmente de cuidado, de sanación y descanso. Claro que también está detrás y frente a mis horizontes de vida, esa memoria histórica de mis ancestras negras, que es memoria de re–existencia y cimarronaje, de cuerpos afros que contra los destinos de muertes que pronosticaban sus futuros por la colonialidad esclavista, vislumbraban caminos de fugitividad y experiencias de fuga desde los imbrincamientos y las amplias coordenadas de sus crespos cabellos afros.
En estos días se ha reavivado un debate ya viejo, el de la apropiación cultural y el trenzado africano en mujeres blancas. Me tomo el tiempo de escribir aquí, para dejar algunas cosas claras desde mi modo de ver. Es necesario salir de los falsos debates que son inventos de la blanquitud o de los cuerpos de académicas y personas blanqueadas, que primero quieren estudiar todo enmarcado en el campo del saber–universitario para crear esos test de elementos que debemos cumplir para saber si es o no apropiación cultural, este tipo de métricas que miden a través de rúbricas de cumplimiento, son formas de ocultar las prácticas racistas que mucha gente blanca materializa y a las cuales no están dispuestas a renunciar por su privilegio blanco de “usar y habitar todo”; segundo, es racismo esa narrativa que dice que la apropiación cultural es aquella que solo pasa por la generación de ganancias en el capital, que si no generas plata con eso que usas estéticamente de otras culturas y poblaciones habitantes de la zona del no ser, no es apropiación. Sobre este segundo punto, quiero decir una sola cosa:
Es urgente abandonar ese concepto blanco de “apropiación cultural”, es un concepto engañoso, porque es una idea que solo puede ser entendida en el paradigma individual del capitalismo. Es como cuando los y las niñas blancas de Europa del “Viernes por el futuro” hablan de crisis climática o la ONU de calentamiento global, cuando el nombre verdadero es colonialismo y catástrofe colonial. No es apropiación, es racismo, es extractivismo estético, es colonialidad de elementos que construyen subjetividad negra, es blanqueamiento de lo negro y ennegrecimiento de gente blanca, para explotación de estéticas negras en el paradigma del capital. Es una forma de explotación de recursos estéticos propios de los procesos de construcción de subjetividad negra.
No es apropiación, no es cuestión de quitar y poner algo, es racismo, la idea de “apropiarse” quita la pesada carga del racismo, esa que se trata de un complejo entramado colonial y eurocentrado que construye como no humanos y bestializados los cuerpos de personas negras, incluyendo sus cabellos. Es racismo, porque cuando la zona del ser del sujeto blanco hace uso de algo propio de las personas negras que ha sido signo de estigma y criminalidad para los cuerpos negros, hace un ejercicio de inversión de la operación racista que hizo en un inicio, es decir, algo que fue nombrado por la blanquitud como “no humano y bestial”, luego lo hacen humano convirtiéndolo en algo chic, blanqueándolo, desbestializándolo y robándole todo el poder subversivo y la injuria que significaba, porque uno de los poderes de blanquitud y su CIStema racista, coloniza y territorializa los saberes, prácticas, técnicas y conocimiento de autopreservación de los cuerpos no blancos habitantes de las orillas del mundo.
Si bien es cierto que el racismo es un tema estructural, que involucra a las instituciones que lo materializan y gobiernan el mundo, también es cierto que el sujeto blanco, sin querer o queriendo, se beneficia de vivir en un mundo hecho para ellxs. Es racismo, quizás más grave, cuando la empresa capitaliza un saber negro en el mercado para generar plata y hacerse millonarios, pero también es racismo, quizás menos grave, cuando el sujeto blanco hace uso de su poder y humanidad que le da acceso a usar todo: saberes, técnicas, materiales y situaciones otras que forman parte de los procesos de racialización que han tenido consecuencias dolorosas para subjetividades no humanas, es decir, no blancas.
Cuando una blanca no afrodescendiente se hace trenzado africano es racismo, y lo es por varias razones, que me he permitido enumerar:
- Blanca, es necesario que te hagas algunas preguntas: ¿por qué te quieres o deseas trenzarse el cabello? Si el deseo está gestionado por otras vainas, ¿qué provoca tu deseo de trenzarte? Al menos yo lo hago para descansar, porque si no invirtiera 3 horas desenredándolo en la ducha todos los días, sería muy agotador para mí. También para cuidar mi cabello afro, de por sí muy seco, lo que implica que debo conservar más la grasa que genera mi cuero cabelludo y las trenzas me ayudan a eso. ¿Qué provoca tu trenzado, blanca y blanca–mestiza? ¿Te trenzas el cabello por el argumento racista y salvacionista blanco de ayudar a las trenzadoras? Porque generalmente las trenzadoras no solo ponen trenzas africanas, hacen mil peinados más, pero veo cómo las blancas buscan las trenzas africanas, porque aunque no lo reconozcan, logran “ennegrecerse” con ellas desde un deseo exotizante de lo negro en un mundo gobernando por el capital que saca dinero de todo y la colonialidad de la moda y la estética, que ha hecho últimamente de lo negro algo “raro, fashion, extravagante, estrafalario, infrecuente y singular”.
¿Cuándo te trenzas es una clase de acto de caridad condescendiente con las mujeres negras que se ganan la vida con eso?, ¿las salvas un poco “ayudándolas”? ¿Qué significa que te trences el cabello y dicho trenzado tenga una valoración distinta en tu cuerpo, en un mundo racista que criminaliza a las mujeres negras trenzadas porque las ennegrece y criminaliza? ¿Es el deseo racista internalizado de la exotización de lo negro y la construcción de la estética negra como una imagen habitable que te mueve como blanca y no afrodescendiente a usar elementos que te hacen “negra” como las Kardashian que se ponen labios y culos para hacerse más negras, según el dictado del liberalismo estético que va cambiando?, antes todo lo negro era feo y hoy es chic. ¿Acaso es una clase de blackhair —pensando en el blackface– que hacen ustedes al tener la alternativa de tener “cabello bueno” como nos enseñan a llamar el cabello lacio en Rep. Dominicana, en contextos donde personas afros, no lo hacemos por moda, sino como alternativas de cuidado, descanso y peinado de nuestro “moño malo” como también nos enseñan en la isla donde un maldito día llegó Colón, a llamar y clasificar nuestro pelo bajo los parámetros de la moralidad blanca? A ver, blanca, cuéntame… ¿Sabes qué cuando te trenzas abonas a la forma de racismo que exotiza lo afro como cuerpos extraños (extranjeros por no humanos) que funcionan como floreros e indumentarias en los paisajes chic de la blanquitud?
- La blanquitud es heredada, otorga dueñidad y capacidad extractiva, la blanquitud viene con el derecho a la propiedad, con el derecho a tomar todo, incluyendo lo de “abajo”. Parte de la razón subjetiva de la blanquitud es que su humanidad, la cual solo es propia de ellxs, les habilita a habitar y usar todos los recursos del mundo, recursos tanto de la zona del ser y del no ser (Fanon). Por eso, en un contexto donde la gente indígena es discriminada y menospreciada por usar un huipil, a la blanca se le aplaude cuando lo usa. El tema aquí, es que el huipil en el cuerpo blanco pierde su capacidad subversiva y se convierte en una pieza de arte blanco. El cuerpo blanco es una clase de museo que alberga lo “negro, indio, tribal e impertinente” y al estar decorado e iluminado por la blanquitud del museo se convierte en algo cool, chic y alternativo.
Igual sucede con el trenzado, sin entrar por ahora en su significado político y de resistencia para las personas negras afrodescedendientes. Cuando una blanca se trenza, hace una operación racista, y es que blanquea el significado negro de las trenzas, ocultando su historia al ser llevado en un cuerpo blanco y expropiando así la memoria que cargan las trenzas en las cabezas afros. Las blancas trenzadas colonizan cierto saber afro y hacen una clase de borrado de la memoria negra y la carga política cimarrona del trenzado, cuando nosotras trenzamos nuestro cabello afro damos continuidad a la memoria de fugitividad cimarrona y habitamos la criminalidad que simbolizan en los Estados-Plantación, cuando lo hace la blanca, eso se pierde y pasa a ser un accesorio propio del cuerpo-territorio-negro a ocupar.
En Rep. Dominicana, niñas y mujeres negras no son admitidas en espacios como escuelas o bancos y se les niega empleos por tener trenzado el cabello, mientras mujeres blancas trenzadas son alabadas como progresistas y modernas cuando se trenzan el pelo. Acá hay una relación de poder pensando en esa herencia de dueñidad que hace que la blanca/la blanquitud pueda usar y tomar todo lo de “abajo”, que es una relación dialéctica: por un lado, el cuerpo blanco con el poder de renombrar todo, le da otro significado a las trenzas africanas en sus cuerpos. En ellas ya no es subversiva y una memoria de cimarronaje y autocuidado—afro, y pasa a ser algo del campo de lo esporádico, de lo “aestetic”, de la moda, de lo que está en boga, al hacer esto, se comete la racistada de blanquear la historia negra del trenzado como una cultura antirracista.
Al mismo tiempo que la blanca blanquea el trenzado, ella se “ennegrece”, es decir, se “kardashianizan”, se hacen más Rosalía como cuando mastica chicle con la boca abierta y canta dembow en su obsesión racista de ser “exotic”. Todo es un acto de colonialismo, hay un robo en términos de procesos de construcción de subjetividad, de las blancas humanas de la zona del ser hacia las negras calibanas de la zona del no ser. Es similar a lo que sucede cuando la universidad roba saberes y hace departamentos de estudios cuir, lo cuir deja de ser raro y se convierte en humano porque ya fue asimilado por el estómago de la blanquitud.
En Rep. Dominicana una se crió escuchando que las trenzas son de “haitianas”, la gente afro en Rep. Dom. Odia el cabello malo, es por eso que desde que tienes 12 te derrisan (alisan) el pelo permanentemente, y a los niños los pelan como militares. Es una urgencia en este país antinegro, no tener el cabello malo, ya que no tienes la necesidad de trenzarlo y así evitas verte “más negra”. Es decir, el trenzado es signo de criminalidad y es mejor alisar el cabello malo, para evitar esa marca.
A las niñas las devuelven de la escuela si van trenzadas porque según la cultura racista que gestiona toda la vida allí, las trenzas no te hacen una “profesional seria”. A las mujeres afros se les niega trabajo y entradas a espacios públicos por llevar el afro o el cabello trenzado. Esta situación ha venido cambiando gracias a movimientos antirracistas que cada vez cobran más fuerza en la isla, sin embargo, las trenzas y el afro son un símbolo que estigmatiza, ennegrece y criminaliza al cuerpo negro.
Cuando las blancas, sin entender el peso de la negritud y la afrodescendencia, hacen uso de las trenzas desde el discurso blanco, están siendo racistas porque no saben que mientras a ellas se le ve chic – “aestetic” a muchas de nosotras se nos mira como “sucias, más negras, más indeseables” y más visibles a los ojos de la criminalidad de los aparatos ideológicos del Estado pensando en Althusser. La blanquitud que te da permiso de todo y acceso a todos los recursos de todas las culturas, exime a la blanca del componente criminal del trenzado y solo le permiten el componente “moda-belleza y exótico”, mientras que, al mismo tiempo, las negras afros que recurrimos a la memoria del trenzado, se nos exotiza mientras y a la vez sufrimos la violencia estigmatizante de lo que significa trenzarse en contextos racistas, porque las trenzas están puestas sobre una carne y sobre un cuerpo negro, es más que un peinado, es una subjetividad.
A mí por ejemplo en el aeropuerto de Sonora en México, me pidieron soltar mis trenzas para verificar que no llevara nada “ilícito” en mi cabello, no es un peinado, soy yo. A una blanca, de esas que aman la pachamama y son veganas, que gentrifican ciudades y son nómadas digitales y se trenzan o se hacen rastas, nunca le pedirian eso. Su blancura las exenta, sus marcadores raciales de blancura las salvan. A una no, porque las trenzas en cuerpos racializados no son lo mismo que en cuerpos blancos con capacidad de ciudadanía y passing de la policía y la vigilancia racista del Estado.
Todo esto sucede mientras, al mismo tiempo, las blancas hacen lo que he llamado blackhair, usan elementos estéticos de la negritud desde una mirada de la otredad racista exotizante para hacerse “negras”. Bajo el # “la moda es política” se trenzan el cabello lacio, y yo me pregunto, ¿sabrán que no es moda, sino memoria ancestral de resistencia anticolonial?, ¿sabrán que son el legado cimarrón de personas negras que dibujan caminos de fuga y guardaban semillas para sobrevivir fuera del látigo del ama y el amo en tiempos de esclavitud?, ¿sabrán que tener y soportar su peso, es un recordatorio de la afrodescendencia que una lleva, en un mundo que quiere a la gente negra muerta y donde aún no se ha levantado la rodilla del blanco de nuestros cuellos? Blanca, si esa historia de negritud y de re—existencia no te cruza y no te atraviesa, no seas racista, hay mil cosas que te puedes poner y hacer en la cabeza, la acción más antirracista es abstenerse a otrificar, blanquear y abonar a entender lo negro desde esta colonialidad estética en lo que está “boga” o se ve cool, en esta sociedad del consumo de la imagen afro en tiempos de la colonialidad interseccional de netflix, que tokeniza todo.
- Una forma de racismo ya clásica es la construcción de violencias estéticas, que elaboran imaginarios a través de aparatos culturales —pensando en Fucó—. Reflexionando en voz alta, yo creo que el sujeto blanco desde su posición de ser, al usar trenzas y otros elementos que construyen subjetividad del no ser, no son solo personas cargando esos elementos, sino que se convierten en sujetos que producen imaginarios racistas, y por eso encontramos diseñadoras de modas blancas, como Carla Fernández en México, que se atreven a explicar cómo hacer un huipil, des–racializándolo y haciéndolo “chic” de moda” para mujeres blancas ricas de polanco.
Vale la pena mencionar, que son las mismas, que le regatean en el mercado a la india y luego compran en precios impagables en boutiques artesanales el saber anticolonial de pueblos en México.
- Eso de la apreciación cultural es una estupidez, si tanto lo quieres apreciar no te lo pongas. Aprecialo, pero la apreciación en este paradigma racista siempre es museística, eso significa que el museo siempre es el cuerpo blanco y los objetos a observar siempre son los cuerpos negros. Apreciar significa reconocer el valor de lo que lo ves, y no en términos de “se ve bien, lo quiero”, sino de respetar la importancia de la memoria, de la historia antirracista, de su función de autocuidado y autopreservación del cabello afro, respetar su carga subversiva de los cuerpos que reciben los embates del racismo todos los días, es reconocer tus privilegios y saber que no tienes que poseer todo, que tu poder de consumo y de acumular no te da el poder de blanquear lo negro. Apreciar es no consumir en lógica de mercado procesos de construcción de subjetividad negra y afro en mundo abiertamente antinegro. Neta, blanca debes parar. Si los cuerpos trenzados son racializados–negros y desbordados, entonces “solo ver” en cuerpos no blancos es inadmisible para las blancas, ellas necesitan apreciarlo en sus valoradas y humanas pieles. Entonces, no aprecian nada, lo quieren todo, lo consumen todo, lo bloquean todo y lo convierten en humano. Son unas RACISTAS.
- Yo quiero hablar de mi cabello. Hace unos días tuitié “alabadas sean mis ancestras que inventaron este trenzado” porque sinceramente llevar trenzas me salva. Yo soy una mujer trans y negra, que inició su transición en septiembre del año pasado, a partir de ahí he dejado crecer mi cabello, ha sido un proceso muy duro porque por primera vez conozco mi pelo, ya que la clínica y el sistema sexo–género me nombró “varon” en Rep. Dom. Y a los niños los rapan toda la vida porque así se deshacen del “cabello malo” indicador de negritud y por ende de menos humanidad, al menos en ese contexto.
Cuando me manifesté como Mikaelah, también transitó conmigo mi cabello afro. Les cuento que es una cosa brutal, es muchísimo, crespo, grueso, crece en el mismo lugar, casi pegado. He aprendido a quererlo, porque toda mi vida odié mi “moño malo”, a los niños con pelo lacio le dejan el cabello largo, a mí me rapaban porque lo tenía malo. Imagínate lo que sentía estar rapada siendo una marika. Debo decir que también es hermoso, pero también debo confesar que es cansado, cuando lo desenredo me duele, debo meterme en la ducha con alguna crema muy pesada y tener un par de horas para hacer esta labor. Cada vez que me duermo, despierto con muchos nudos que debo desenredar con rapidez, porque si lo dejo acumular tengo que cortar esa parte del cabello. Cuando yo me trenzo siento mucho alivio, porque mi cabello está separado y resguardado “moñito por moñito”. Lo lavo cada 15 días, lo cual me ayuda a dejarlo habitar en su grasa, ya que el cabello afro tiende a ser reseco. Por lo que las trenzas no son solo un peinado, sino una técnica de cuidado y conservación afro, no una moda. ¿Tú blanca por qué lo haces?
El descanso es un derecho blanco, hablar del descanso como una política antirracista en un mundo donde los cuerpos y vidas negras siempre están puestas a producir, es una apuesta cimarrona. Y a mi modo de ver, el trenzado, con este marcador negro que cargo como corona, evita que me convierta en trabajadora diaria de mí misma, y me permite descansar, mientras que al mismo tiempo cuido de mi cabello, ya que para peinarlo debo someterlo a la dureza del peine y mojarlo, lo cual implica expropiarlo de lo que necesita para crecer. Trenzarlo para mí es una almohada que me permite el descanso. Me imagino que la gente negra y afrodescendiente en su diversidad, tiene muchas razones, ya que somos de muchas formas y nuestros cabellos también lo son, pero lo que sí creo es que la negritud no amerita explicación ni ser explicada, a través de la historia racista “todxs somos de África y mi tatarabuelo era negro” porque la afrodescendencia tiene un peso que cae por sí mismo, y reconociendo que somos claras, oscuras y con rizos de muchas formas. Yo nuevamente, me pregunto, ¿por qué se trenza la blanca y la blanca mestiza que sabe que no es negra – afrodescendiente?
- Las trenzas africanas racializan y hacerlo cuando eres blanca es racista. El cuerpo blanco que las ocupa les quita sentido. El trenzado construye subjetividad y procesos de identidad política, y resignificados de resistencia histórica. No quiero romantizar, pero en muchos casos son acompañantes de procesos de sanación para quienes hemos sido construidas como las “feas y calibanas del mundo”. Son pomadas al corazón para muchas negras trans, que encontramos agenciamiento en ellas como cordones que alargan nuestros afros que crecen como semillas en el mismo lugar, siendo rescates de la CISgeneridad. Sinceramente, desconfío de las buenas intenciones de las blancas, deben aprender a parar.
- Con temor a ser repetitiva, quiero enfatizar, que el tema no es si es apropiación cultural, si es intercambio o apreciación, si lo hacen para “apoyar–ayudar” a mujeres negras trenzadoras, todos esos conceptos son tranzas discursivas de las blanquitud para no decir “RACISMO”, la cuestión aquí es que se llama racismo ponerse trenzas africanas cuando se es blanca o no se es una persona negra o afrodescendiente, así de sencillo.
Todos estos términos son falsos debates, es sencillo reconocer el saqueo de la trasnacional o la marca de lujo que roba un saber y un elemento de una cultura o población subalterna, no hay pierde. Pero también es racismo cuando tú, blanca y blanca mestiza habilitas tu cuerpo como museo blanco–humano para blanquear y despropiar de sentido lo que en cuerpos negros es un crimen y en muchos contextos–territorios razón de violencia racista en contra de gente negra y afro. Hacerlo y ocultarse en el básico discurso de no ser una empresa que saca ganancias de ello, no está bien, porque se pierde de vista el privilegio que tienes de quitar y poner y el saber heredado de dueñidad y blancura, que tienes voluntaria o involuntariamente. Cuando la india se quita el huipil sigue siendo india, la negra se quita las trenzas sigue siendo negra, cuando tú te las quitas, ¿que eres? ¡Hazte cargo!
Blanca, ¿quieres ser antirracista? Fácil, no te trences.
Me informó demasiado, aunque tengo una duda, mi madre es afrocolombiana y mi padre es blanco, mi piel es blanca pero mi cabello es afro y debo aceptar que es difícil de cuidar, mi madre me lo planchaba de pequeña y mis rizos se convirtieron en cabello esponjado sin ondas, hace unos meses me rape completamente mi cabello y cuando volvió a crecer no era igual de liso, los rizos eran ondas bonitas y con forma, lo cuido tanto y ahora lo tengo brillante y bonito, he pensado en hacerme trenzas para evitar gastar mucho dinero y tiempo en lavarlo, cuidarlo y tratarlo con productos necesarios, pero no tengo más rasgos afros que mi cabello, cuando fuí a preguntar sobre las trenzas en una peluquería, me dijeron que no me las podía hacer por ser blanca, ¿qué opinar de ello? por ahora no sé que hacer con mi cabello, mi madre dice que me lo planche de nuevo y evitar pasar horas en el baño, y creo que me está convenciendo un poco.
Entiendo perfectamente como te puedes llegar a sentir viendo como los blancos nos trenzamos. Yo tengo el pelo muy indomable, se me hacen muchos nudos y tengo que aplicar muchos productos con frecuencia, no puedo dejar mi pelo tal y como es y siempre me lo tengo que planchar, es algo que me maltrata el cabello. Siempre he llevado cornrows desde que era pequeña, obvio que me gusta el peinado pero sé la historia que tiene detrás y es algo que admiro profundamente. No las llevo por parecer más cool sino porque las encuentro bastante prácticas para no someter a mi pelo a tanto maltrato.Admiro la cultura afro desde niña. No creo que sea racista por trenzarme el pelo… racista sería si no aceptara a cada persona tal y como es me parece una verdadera tontería y no se trata de aceptar a alguien tal y como es yo veo a cada persona independientemente de la raza por igual.Me he criado con gente afrodescendiente y nunca me han dicho algo similar, todo lo contrario. Yo creo que está feo meter a todos los blancos en el mismo saco. Porque mi piel es blanca pero mi pelo no es liso ni caucásico. No me trenzo para parecer cool me trenzo porque admiro la cultura afro desde que era una niña y sé que no soy negra. Entiendo que no te parezca bien por otro lado que los blancos nos trenzemos porque no saben ni el nombre del tipo de trenza que se hacen, pero yo no me voy a dejar de trenzar y por eso no soy racista.