El antirracismo no descansa, menos en un día como hoy. Algunas personas leerán esta columna como un llamado anacrónico, porque se ha hecho un esfuerzo por cambiar el infame Día de la Hispanidad o Día de la raza por conmemoraciones más ‘amigables’ como el Día de Respeto por la diversidad Cultural, Día de la resistencia indígena o Día de los pueblos originarios y del diálogo intercultural. Sin embargo, este día simplemente no debería conmemorarse, menos debió celebrarse. Su origen y la razón para mantener vivo su legado son injustificables. Vamos a hacer un recuento de lo que pasó el 12 de Octubre según la historia occidental, que nos ha sido contada una y otra vez, para entender por qué recalcar esta fecha como importante siempre ha sido un error. También hablaremos sobre por qué es importante entender qué determinó la oficialización de este día en el mundo hispanohablante y por qué es profundamente problemático.
Cuenta la leyenda que el 12 de Octubre de 1492 Cristóbal Colón pisó este continente por primera vez y en esta leyenda se dice que fue el genovés quien descubrió, las ahora conocidas, Américas. Ya con este atisbo de historia, sabemos que hay imprecisiones y varios problemas enunciativos, pues Colón no fue la primera persona de otro continente en pisar estos suelos. Además, llamar descubrimiento a lo que hizo Colón implica que antes de su llegada nada pasaba, implica que la historia inicia con él. Pensar en esa fecha como determinante, como el comienzo del continente supone aceptar una mirada colonial respecto a lo que define a los pueblos como “civilizados” (es decir, valiosos): la palabra escrita, los dogmas religiosos, una cultura conservadora alrededor del vestir, etc. Estas características arbitrarias para precisar si un pueblo era o no civilizado significaron la avenida de inimaginables violencias y la excusa última para justificar un genocidio que ha durado siglos.
La Abya Yala fue saqueada y reducida por el extractivismo de los colonos, por lo que no es comprensible que durante el siglo XX se haya buscado una manera de rendirle un homenaje a Colón ni a las dinámicas que trajo consigo. Pese a esto, dichos esfuerzos sí se llevaron a cabo. En 1913 el abogado y político español Faustino Rodríguez propuso hacer una fiesta para reconocer la unión entre España e Iberoamérica y en 1915 se acepta que tal fiesta se realice todos los 12 de Octubre bajo el nombre de Día de la Raza.
“Es por eso que fue fomentada por la Unión Ibero-Americana, y para cuya realización se propone efectuar activa propaganda en 1913, la de que se conmemore la fecha del descubrimiento de América, en forma que a la vez de homenaje a la memoria del inmortal Cristóbal Colón, sirva para exteriorizar la intimidad espiritual existente entre la Nación descubridora y civilizadora y las formadas en el suelo americano, hoy prósperos Estados.”
Es necesario empezar por ver en la palabra unión una de las alertas más llamativas, pues tal cosa no pasó. No se puede pensar en este período como un diálogo, porque se dio desde una imposición; no podemos pensar en lo que sucedió con la llegada de Colón como una unión de pueblos y justamente ese es el legado que prevalece con la narrativa de la conmemoración detrás del 12 de Octubre. Tratar de reivindicar el papel de España y los demás países colonizadores perpetúa la violencia, el racismo, la xenofobia y la desigualdad social tan arraigadas a las identidades nacionales de este continente. Por si esto no fuese ya razón suficiente, también mantiene el estatus, bastante conveniente, de que el continente europeo es la fuente de toda Razón, de toda Ciencia y de todo Arte, soporta esta noción de civilización (Europa) vs. barbarie (Abya Yala). Es una manera también de lavarse las manos de las reparaciones económicas y morales que deberían tener lugar entre las numerosas naciones que siguen lidiando con las consecuencias de este descubrimiento; lo que incluye, por supuesto, al continente africano, al cual también se le impone esta narrativa de la supuesta fundación de un pueblo nuevo. Se sigue excusando, mediante este discursito del encuentro entre pueblos, el enorme daño con el que lidiamos las personas de la diáspora africana.
En la actualidad los esfuerzos están siendo redirigidos para encontrar maneras más disruptivas e incómodas para recordar esta fecha. Y sí, aquí la incomodidad es la herramienta más justa, porque no podemos pasar por alto que la idea detrás de esta fecha es aplaudir el legado colonial y rendirle pleitesía a Europa como la gran salvadora, la gran fundadora de toda la raza americana; como si tal cosa pudiese abarcar la complejidad de este continente o existiese siquiera. Este 12 de octubre hagamos un esfuerzo por demandar reparaciones desde todos los lugares posibles, pues la llegada de Colón y su quehacer colonialista siguen siendo un problema al que debemos enfrentarnos. Europa saqueó nuestros territorios y todo lo que esto implica lo podemos ver en situaciones que van desde el cambio climático y sus desastres, hasta la violencia con la que convivimos en nuestras naciones.
Por eso no basta con renombrar este día, es necesario entender que mantener en los anaqueles de la historia esta fecha como un hito no permite dignificar lo que realmente tuvo lugar cuando llegó Colón. No permite denunciar y entender lo que verdaderamente aquí pasó y sigue pasando con el sostenimiento del sistema colonial.